Capítulo 6

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Un Corazón para dos

Todo el camino había sido doloroso. Intentó tomar las manos de Emma porque aún temblaban por lo sucedido en la habitación del futuro rey. 

¿Cómo pudo haber hecho aquello?

Llegaron a su residencia y agradecía que el Duque se encontraba en entrenamiento con el Rey Albert.

Emma la siguió hasta su habitación y allí vio como la joven que tanto amaba se arrodilló. -Te pido que me perdones, haré todo lo que me digas, iré a la escuela superior de finanzas que tanto has  deseado y de esa manera no seré el dolor de cabeza de esta familia jamás. Pero por favor, ya perdí mi valor ante el príncipe heredero y no quiero que pase lo mismo ante los ojos de mi papá. No se lo digas por favor.

El llanto de la pequeña que se estaba convirtiendo en mujer la había desarmado. Sin embargo, Emma en ese momento debía mostrarle lo enojada que estaba. -Si alguna de las mucamas escuchó algo de lo que pasó no te imaginarías las consecuencias. Serías una más del montón y perderías tu título de princesa, no solo eso... afectarías a todos los Linden que han sido una familia intachable de generación a generación... expondrías a Cici que es especial a todos y allí el Duque se volvería loco. Deja de pensar solo en ti.

Le estaba diciendo todo aquello a su princesa, mas en el fondo, esa pequeña con solo 16 años, había sido más valiente que ella misma.

La levantó del suelo y la llevó a la cama. -Prométeme Amaya Linden que a partir de hoy pensarás las cosas antes de hacerlas.

Amaya la miró con el corazón destrozado y asintió. -Lo siento tanto nana. No quiero que llores por mi, tampoco nunca he querido dañar nuestro apellido. Pero, es que lo amo Emma. Se que soy muy joven para saber del amor pero él desde que tengo uso de razón ha sido el dueño de mi corazón. Entiendo que los sentimientos no tienen por qué ser recíprocos y me lamento mucho porque se que mi acto de hoy también lo ha hecho sufrir.

Emma la abrazó y escuchó su llanto por unos minutos. -No podré verle la cara nunca más a Erick, aunque eso es lo mejor.

La mayor negó. -Tu eres invaluable. El príncipe lo sabe. El hombre ideal para ti ya está formado y solo espera el momento exacto para aparecer. Solo te pido que actúes como la hija del Rubí y Duque más prestigioso de Prussia.

Amaya sonrió débil solo con los labios. -Los grandes poderes de mi papá no tardarán en dejarle saber lo sucedido y para entonces, deseo estar lejos. Mañana al amanecer le pediré su aprobación para irme al sur a estudiar.

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Desde que amaneció ingresó al despacho de su héroe. Se encontraba en compañía de la
Pequeña Cici que de inmediato corrió a sus brazos. -Mi Bebé está trabajando con papá.

La rubia asintió emocionada y le mostró los dibujos que había hecho. El primero mostraba a Erick con la corona de Rey y ellas dos a su lado.

Casi sufre un desmayo al ver aquello y solo pudo
Sonreír leve. -Buenos días papá.

El Duque la miró sin pestañear y desvió la mirada a los dibujos de su pequeña para no asustar a la mayor. Hoy por fin, había visto una gran parte del futuro de su hija mayor y su estómago le dolió. -¿Por qué lloraba mi princesa mayor?

LAS CARTAS DEL DUQUEWhere stories live. Discover now