Más fuerte es el amor. (Borrador)

Capítulo 8 ≈ Al descubierto.

Salimos de la casa de Jorge tomados de la mano, nos dirigimos a la parada de autobuses que queda en la siguiente cuadra, el centro comercial más cercano queda a veinticinco minutos caminando y no queremos que se nos haga más tarde, solo nos queda una hora y media para comprar.

Tengo planeado tomar un microbus que me lleve al colegio para cuando Fran vaya por mi y así nadie sospeche nada de mi escapada. Solo espero que todo nos salga bien.

—Ahí viene un microbus, vamos— comentó Jorge al tiempo que le hacía la parada al transporte que se acerca.

—Buenas tardes— saludamos los dos al mismo tiempo al chófer. Jorge pagó el pasaje y nos apresuramos a tomar un asiento antes de que el chófer arranque, por suerte a esa hora no pasan tan llenos.

—Prometo que cuando lleguemos a tu casa te daré una parte del dinero que estás gastando ahora— le dije mientras me recostaba en su hombro.

—Tranquila mi morena, no hay problema, deja que yo pague— negué con un movimiento de cabeza. 

—No Jorge, no porque seas el hombre significa que te vas a hacer cargo de todo, te pagaré mi parte del pasaje cuando lleguemos a tu casa— no sentía justo que el se hiciera cargo de todo, se supone que una pareja debe apoyarse y no dejar todo a cargo del otro.

—Ya te dije que no— dijo susurrando cerca de mi oído, inmediatamente todo mi cuerpo se erizó.

—Y yo te dije que si, no está a discusión.

Después de diez minutos llegamos al centro comercial, al bajar dimos las gracias al conductor.

Caminamos hasta la entrada del supermercado que se encuentra en ese centro comercial ya que la parada de autobuses queda aún costado del estacionamiento. Al llegar agarré un carrito de compras y luego nos adentramos a la tienda.

—Primero vamos al pasillo de cosas enlatadas, mi madre quiere hacer un pay de queso, sabe que es tu
favorito— escuchar eso me ponía muy contenta y a la vez sonrojada, nunca imaginé que Vicki me tuviera tan en cuenta en su vida como para saber que cosas me gustan.

—Bien, entonces vamos— nos dirigimos al pasillo de cosas enlatadas, agarramos todo lo necesario para realizar un pay.

Después de eso, fuimos a diferentes pasillos para ver qué más queríamos comprar para comer ese día y que ni se echaran a perder por tenerlos guardados.

—¿Que te parece si compramos un bote de helado?— pregunté muy emocionada al llegar a dónde están las cosas refrigeradas.

—¿Que te parece si vengo el sábado a compralo? No quiero que mi hermano se lo vaya a comer— negué mientras me reía ante el comentario.

—No creo que tú hermano haga eso sabiendo que es tuyo— caminamos hacia la caja, ya tenemos lo más indispensable.

—Lo dices porque no tienes hermanos, pero si lo tuvieras entenderías lo que digo— bueno no puedo alegar con eso.

Hay poca gente pagando, así que no tardamos tanto en salir de la tienda. Nos dirigimos de nuevo a la parada de autobuses con las bolsas de compras en la mano. Al llegar a la parada tomamos asiento en la banca de metal que se encuentra vacía en este momento, de echo a esta hora de la tarde casi no hay gente transcurriendo en el lugar más que en carro.

—Prometo venir el sábado por tu helado antes de ir a nuestro picnic.

—Conste que lo estás prometiendo— Jorge se acomodó para estar más cerca de mi y me empezó a acariciar la mejilla con su pulgar.

—¿Cuando he roto una promesa, bonita?— la verdad nunca, de todas las veces que me prometía algo siempre lo cumplía.

—Nunca— dije más en un susurró, poco a poco me voy acercando a el, hasta que finalmente acorto la distancia en tres los dos y le doy un beso lleno de ternura. Jorge fué intensificando el beso y puedo sentir como empieza a explorar mi boca con su lengua cuando de pronto se escucha el claxon de un carro.