Elizabeth Liones llevaba una vida feliz y tranquila o al menos así era, luego de escapar junto a su pareja de su horrible pasado.
Pronto la vida matrimonial era común y corriente, casi podíamos decir que apagada. Quizá todo fue un error y desde el...
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Elizabeth
Mis tacones resonaban por los escalones de la escalera. Me sujete con fuerza del barandal y seguí desendiendo hasta llegar al primer piso. Ya traía puesto mi uniforme y mi cabello recogido en una coleta. Mi rostro estaba levemente maquillado, solo para resaltar mis facciones.
Para mí sorpresa, mí esposo ya me esperaba con el desayuno listo. Yo creo que debió dedicarse a la cocina, sus platos son increíbles y esta no era la excepción, el dulce aroma a café y waffles inundó toda la cocina.
-Buenos días, Ban. -Sonreí y camine hasta la isla donde tome asiento. El café ya estaba servido en uno de mis vasos térmicos, de preferencia el plateado, mí favorito.
-Buenos días, Elizabeth. -respondió igual de carismático que siempre. Dejó el plato de waffles al lado de mí café y tomo asiento en frente mío. Me observo comer por un buen rato con su mejilla recargada en el dorso de su mano. -¿Sabe bien?.
Yo asentí con la boca llena. -Insito en que debes dedicarte a la cocina.
Ban sonrió. -Y dime, ¿Has descansado bien?.
Otro detalle de nuestra relación es que no dormimos en la misma cama, ni siquiera en el mismo cuarto y por si preguntan, no, no hemos consumado nuestro matrimonio.
