CAPÍTULO 4: Su padre.

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Alex decidió tomar un poco de aire, ya que a veces en su casa se sofocaba demasiado con todos y cada uno de los problemas que tenía. Entonces, él decidía dar un paseo por el barrio, para sólo caminar y ya.

Con sus manos en sus bolsillos delanteros, caminaba por la acera hacía ningún lugar en específico hasta que decidió ir al parque.

Pasó, desgraciadamente, por la lujosa y hermosa casa de Allison. Porque era la verdad, era preciosa y muy delicada. Escuchó gritos de parte de la madre de Allison hacia ella, y es que en realidad se escuchaban hasta la otra calle.

Podía notar como estaban discutiendo en el patio delantero.

-¡La verdad es qué no me importa, mamá! ¡No siempre me gusta ser yo! ¿Sabes?

Alex frunció el ceño.

-¡Deberías dejar de pensar en él! ¡Se ha ido, Alli! ¡No va a volver!

-¡Por lo menos a él le importo! ¡A ti no!

-¡Me importas, Alli! ¡Pero no tengo la culpa de que se haya ido! ¡Él lo decidió! ¿De acuerdo?

Allison estaba yendo hasta la puerta mientras su mamá venía por detrás de ella gritándole.

Alex la miró, y Allison notó su mirada así que se sorprendió un poco que el castaño estuviera escuchando todo ese alboroto. Y tuvo que, literalmente arruinarla, así que dijo:

-¿Qué ves? ¿Mi casa? Lastima que no tienes una así -le dijo a Allison completamente molesta-. Sí tanto te gusta, tómale una foto tonto.

La mamá de Allison miró a la rizada con el ceño fruncido.

-¡Allison! ¿Dónde están tus modales?

-Cállate -giró a mirarla-. No quiero escucharte -dijo, y salió enojada de su casa para dirigirse a cualquier lugar.

Alex quedó parado allí sin saber cómo reaccionar. La casa era linda sí, era mejor que la suya, también. Pero, ¿por qué querría vivir en una, en la cual, los gritos la dominaban?

Allison parecía tenerlo todo mejor que él.

Pero su infelicidad ganaba por mil ante Alex.

-Perdonala -dijo la madre de Allison, sacándolo de sus pensamientos-. Jamás sé qué le pasa. Es muy difícil entenderla.

Alex la miró y asintió con una leve sonrisa

-No... es nada -dijo en un tono bajo y suave-. Está bien.

-Trato de... cambiarla de alguna forma pero es imposible -dijo ella, acercándose a él-. Pero él es... algo duro. Siempre lo ha sido.

El castaño asintió.

-¿Alex, cierto?

Alex frunció el ceño confundido, no pensó que recordara su nombre.

-Sí.

-Lo recuerdo -dijo-. Solías venir a jugar con Allison cuando tenían diez años. Eran muy unidos.

Era verdad.

Pero ya no.

Ya no tienen diez años, y los dos son diferentes. Muy diferentes.

-Sí... -rió algo nervioso-. Ha pasado mucho -la miró a los ojos.

-Sí... luego, no sé qué ha pasado. Su padre, supongo -dijo Grace, y Alex asintió-. Ven cuando quieras. ¿De acuerdo? Me encantaría hablar contigo -le sonrió. Ella era muy amable.

El castaño asintió algo tímido.

Luego de eso, se marchó.

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