Tres años después del fin de la guerra

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Echó la mirada atrás al recordar la última celebración en casa de los Weasleys. Fue una locura. Los días posteriores al encuentro no supieron nada el uno del otro y creyeron que lo mejor sería hacer como que no había pasado.

Severus, con la esperanza de encontrarse con ella, fue al mismo tugurio que el año anterior. Se sentó en el mismo taburete y espero a la vez que ahogaba sus miedos en un vaso de whisky de fuego. No sé qué hago aquí, no vendrá, se decía a sí mismo. No tocó a ninguna mujer después de ella y es que después de aquella vez ese tipo de encuentros dejaron de tener sentido, por mucho que le doliera admitirlo.

Hermione por su lado asumió que Snape quería algo esporádico y se negó a pensar en él, pero cuando le llegó la carta citándola para el nuevo aniversario, todos aquellos recuerdos en el baño aparecieron en su mente uno tras otro y se sonrojó por el mero hecho de pensarlo.

A la media hora de estar esperando, se escuchó cómo la puerta del local se abría y vio a Hermione entrar con sus rizos sueltos. Severus notó un escalofrío viajar por todas sus terminaciones nerviosas. Se permitió el placer de observarla, su piel clara y suave, sus labios rosados, su mentón, su cuerpo envuelto con un vestido gris elegante dejando a la vista sus piernas blanquecinas que ansiaba tocar. ¿Cómo podía aquella joven descolocarle tanto?

- Hola Severus - dijo la joven tomando el mismo sitio que el año anterior.

- Buenas, señorita ¿Qué le trae por aquí?

- Nostalgia, supongo. - dijo a la vez que notaba cómo su ex profesor se incomodaba. - ¿y usted? - Severus evitó contestar y dirigió su mirada a los brillantes ojos de la bruja.

- No sé cómo he podido pensar que me podría resistir a usted - dijo pasando su pulgar por la suave quijada de la joven.

- Yo tampoco entiendo cómo es que no quiso repetir... una pena que perdiese esa oportunidad - El corazón de Snape dio un vuelco al percatarse que al haber dejado pasar el tiempo podría significar que aquello con Granger no podría volver a pasar.

- ¿Me otorgaría el honor de volver a repetir? - apuntó Severus divertido ante la atracción que mantenían ambos cuerpos.

- Quizá...

- ¿Qué desea, Granger?

- Ven, sígueme.

Severus no se lo tuvo que pensar dos veces para hacer lo que su ex alumna le pidió. Qué fácil ha sido, pensó Snape. Salieron fuera del bar y se transportaron donde la joven quiso.

- ¿Y esto? - preguntó el pocionista al percatarse de que no estaban donde él esperaba.

- Es mi museo favorito - dijo Hermione sonriente - ¡vamos! - la joven bruja insistía tirando del brazo del mago para que se adentrase.

Le había llevado a una nueva exposición de arte, los cuadros mostraban unos colores oscuros y trazos rígidos.

- Me encanta cómo ha podido plasmar sensación opresiva de la tristeza con la rabia ¿No crees? - Severus se limitó a asentir, lo que más le gustaba era ver el rostro de Hermione observando los cuadros. Ella no puede ver la verdadera obra de arte que hay aquí, se dijo a sí mismo. Y así pasaron las horas, cada uno contemplando lo que consideraban hermoso.

Hermione echó una mirada a su reloj de muñeca, agarró a Snape del brazo y desaparecieron para llegar a la casa de los Weasleys.

- Buenas noches, Molly. Siento las molestias - dijo Hermione jadeante.

- No te preocupes, os hemos reservado un par de sitios.

Los ex profesor y alumna se sentaron donde la matriarca les indicó, uno al lado del otro, a su derecha se encontraba la mejor amiga de la castaña, Ginny y a la izquierda tenían al gemelo superviviente.

La cena transcurrió como de costumbre, rieron y lloraron, bebieron y algunos atrevidos cantaron. La noche pasó y Severus dejó de ver a Hermione como lo hacía antes, no era su pequeña alumna, ni solamente una mujer físicamente deseable, se había parado a analizar sus gestos, sus miradas, sus pequeñas sonrisas y aquella risa que se le hacía en ocasiones incontrolable. No, aquella noche no se volvería a acostar con ella, y quizá no lo haría en un tiempo, porque quería tomarse con calma poder conocer a la gran mujer que tenía a su lado.

Por su parte, Hermione lo pasó en grande, no quiso que su reencuentro con su ex profesor fuese incómodo, por lo que decidió intentar alejar aquella idea de él. Se negaba a ser un trozo de carne reclamado sólo el 2 de mayo. Ginny decidió hacer una ronda de imitaciones de los profesores de Hogwarts, se atrevieron con todos, excepto con Severus.

- ¿Y yo qué? - inquirió el pocionista con una sonrisa pícara. Todos se miraron asombrados, nunca habían visto a un Snape tan relajado ¿Qué clase de droga se habrá tomado?, pensó Ron.

- ¿¡Qué hace respirando, Potter!? ¡10 puntos menos para Gryffindor! - se atrevió muy acertadamente George.

- Es una insufrible sabelotodo, Granger - dijo Hermione articulando perfectamente tanto la expresión facial como la voz del profesor provocando una gran carcajada en este y en consecuencia al resto de presentes.

- Vaya, parece que en vez de aprovechar para mejorar sus pociones, se dedicaba a practicar mi forma de hablar - susurró Severus cuando los invitados centraron su atención en una anécdota de Potter.

- Le agrada la idea de que pasase horas pensando en usted ¿no? - la leona se percató de que los ojos de Snape brillaban como nunca los había visto. Algo había cambiado en él durante esas últimas horas.

- No me desagrada, hasta ahí puedo leer.

Parte de los invitados se dirigieron a Las Tres Escobas, entre ellos Hermione, Ginny, Harry, Ron, Luna, Hagrid y Snape.

- Bueno, ¿algo que contarme? - preguntó Ginny alzando una ceja a su amiga la castaña.

- No - contestó ruborizada - le noto más distante y a la vez no, es raro. Además, mira todas esas mujeres que se le acercan, es un héroe de guerra, las atrae sin pretenderlo.

- ¿Y a qué esperas? Ve a por él, leona - animó la pelirroja - o te arrepentirás de no haberlo intentado.

Así que hizo lo que su amiga propuso y se acercó al pocionista algo nerviosa.

- ¿Se lo está pasando bien? - preguntó la joven mientras daba un sorbo a su copa de vino.

- Sí, ¿y usted? - Hermione asintió - No quiero meter la pata como el año pasado... - la castaña sintió una punzada en su estómago, consideraba aquello un error. En ese instante una mujer morena exuberante se acercó al mago y posó la mano sobre su pecho.

- Hola, Severus ¿Me quieres hacer compañía esta noche? - dijo la morena con voz seductora.

- Aprecio la oferta, pero ya tengo toda la compañía que deseo hoy - dijo en referencia de la Gryffindor que escuchaba nerviosa la conversación. La morena se fue lanzando una fulminante mirada a Hermione.

- ¿Así que soy toda la compañía que quiere esta noche? - preguntó la castaña juguetona.

- No sea atrevida, estamos con más gente, - dijo guiñando un ojo. - pero como había dicho antes, esta vez quiero hacer las cosas bien.

- ¿Y eso cómo es?

- ¿Me va a dejar acabar de hablar sin interrumpirme con su insolencia? - Severus acercó el rostro al de ella - me gustaría tener una cita con usted, si quiere.

- Hmmm - Hermione se llevó su dedo indice bajo la barbilla haciendo una cara graciosa - puede ser, sólo aceptaré si pretende invitarme a una segunda. - Severus asintió, lo que ella no sabía es que quería unas tercera, cuarta, quinta... hasta perder la cuenta.

Y la noche pasó, dejando a los amigos con una tremenda resaca que odiarían al día siguiente. A Severus en su cama y a Hermione en la suya, ambos deseando que llegase el momento de su tan ansiada cita.

A lo largo del tiempo (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora