Capítulo 2.

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Seguí a Louis a través de la enorme mansión. Subió por las escaleras hasta llegar a la última planta, la buhardilla. Abrió la única puerta que había y entré justo antes de que él la cerrase y echase el cerrojo. Miré a mi alrededor, esperando encontrarme la típica habitación de un niño pijo, pero no fue así.

La habitación tenía las paredes de ladrillo rojo y el suelo de madera. Había algunos pósters de bandas que no supe reconocer. Me acerqué a una de las paredes, donde había un corcho en el que se podían ver algunas fotos. Muchas de ellas eran con varias chicas, todas muy parecidas a Louis físicamente. También había algunas de él con un grupo de gente en lo que pude identificar como una playa. Había fotos de Louis a lo largo de los años, en varios lugares del mundo, y en todas se le veía feliz, no con la típica sonrisa arrogante, sino realmente feliz. No había ninguna foto con los idiotas del instituto.

En el centro de la buhardilla había una cama matrimonial perfectamente hecha y al lado una mesita con una lámpara de lava.

Volví a fijar mi atención en Louis. Él estaba sentado delante de un escritorio donde había un ordenador portátil y algo así como un bloc de dibujo.

Louis abrió el portátil y revisó sus redes sociales. Me fijé en que en el momento en el que escribía algo, desviaba su atención del ordenador y la centraba en el bloc de dibujo, lo que me proporcionaba una gran ventaja, ya que podría hacer algo para comunicarme con él mediante el ordenador.

Algunos minutos después, alguien llamó a la puerta, Louis se apresuró a quitar el pestillo y una chica con el pelo castaño entró. Tenía las facciones y los ojos iguales a Louis, aunque parecía más pequeña que él. La identifiqué como una de las chicas que aparecía en las fotos de la pared.

—Hola, Lou —Dijo la chica— ¿Cómo te ha ido el día?

—Bien, Fizzy, como siempre —Sonrió él, tirándola sobre su regazo y besando su mejilla— ¿Y a ti? ¿Qué tal en el instituto?

—Oh, muy bien, no han tenido que echarme de ninguna clase —Dijo Fizzy, y aunque estaban dándome la espalda, fui capaz de notar cómo ella rodaba los ojos.

—Eso está bien, estás centrándote —Dijo él, después de soltar una pequeña carcajada.

Me fijé más en la chica y me percaté de algo que había obviado al verla. Ella no era como Louis. Vestía una sudadera holgada y un pantalón de chándal, algo que Louis nunca usaría para ir a clase.

—Yo nunca seré como tú, don perfecto —Respondió Fizzy con sorna— Papá quiere que vayamos a comer —Murmuró en un tono más bajo.

—No tengo hambre —Dijo Louis en seguida.

—Lo sé, Louis, pero tienes que bajar aunque no tengas hambre, ya sabes cómo se pone.

Louis suspiró y asintió. Se levantó de la cama y siguió a Fizzy hasta la puerta. Yo me apresuré tras ellos y los seguí hasta abajo, al comedor.

Se sentaron en una mesa excesivamente grande para tan pocas personas y esperaron en silencio, mientras yo me dedicaba a curiosear por la sala.

Almas perdidas. |L.T|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora