Apenas estaba amaneciendo cuando Edward y yo ya nos encontrábamos caminando entre el tráfico de peatones que abarrotaba Londres. La gente corría de un lado a otro, tratando de llegar a tiempo a su destino. Señoras mayores salían a hacer la compra, adultos se encaminaban hacia sus trabajos, los niños daban saltos esperando un nuevo día de colegio, y los no tan niños se saludaban en las puertas de los institutos con el único deseo de que la jornada escolar acabase lo antes posible.
Se me hacía raro pensar que no hace tanto tiempo yo era una de ellos.
Edward me guió a través de un barrio periférico de Londres hasta llegar a un descampado en el que había una serie de caravanas abandonadas.
—¿Qué es este sitio? —Pregunté; alzando una ceja ante el aspecto descuidado de aquel lugar, sin saber exactamente qué hacíamos allí.
—Nosotros llevamos poco tiempo muertos, Val, pero hay gente que lleva muchos años. Llega un punto en el que se cansan de vagar por Londres y deciden buscar una casa, una caravana, o cualquier otro lugar abandonado que les sirva como algo parecido a un hogar. Así consiguen sentirse casi como si volviesen a ser personas normales —Me explicó Edward.
—Qué gilipollez —Bufé.
Edward se encogió de hombros, poco dispuesto a empezar una discusión conmigo, y siguió caminando hasta que llegó a la puerta de una de las caravanas.
—Es aquí —Murmuró Edward.
—¿Aquí vive la bruja? —Pregunté con sorna.
—Preferiría que me llamases Madame, como hace todo el mundo —Pronunció una voz a mis espaldas.
Me di la vuelta sobre mis talones y observé a la mujer que se encontraba detrás de mí. Era alta y esbelta, la única señal que se apreciaba en ella de tener más de treinta años eran las pequeñas arruguitas bajo sus ojos, que eran de un azul intenso, muy parecido al de Louis a decir verdad, pero los de esa mujer no tenían el brillo cálido que tenían los del castaño; los de ella eran fríos y no incitaban a acercarse. Tenía el pelo negro azabache, recogido en una coleta que caía hasta sus hombros y vestía de forma muy elegante.
—Y-Yo soy… —Tartamudeé, cosa que yo nunca hacía, pero esa mujer era realmente imponente.
—Sé quién eres, Valerie. Y a tu amigo Edward ya lo conozco. Os estaba esperando —Dijo, antes de pasar por la puerta de la caravana y dejarla abierta para nosotros.
Ambos la seguimos al interior y ella nos indicó que tomásemos asiento, cosa que hicimos sin abrir la boca. Esperamos pacientemente hasta que ella terminó de pasear por la caravana y se sentó frente a nosotros para comenzar con la charla:
—Ha sido un largo tiempo desde la última vez que te vi, Edward.
—Sí, Madame, lo ha sido —Respondió él.
—Has cambiado mucho —Expuso la mujer.
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Almas perdidas. |L.T|
Fanfiction"Me enamoré de ti antes y lo volvería a hacer en cualquier vida. No importa lo que pase después, siempre has sido tú, y siempre vas a serlo". Traducción: no. Adaptación: no. Esta obra es completamente mía. Si quieres adaptarla, pide permiso.