Habitante

10 2 0
                                    

Hacía tiempo que mi bosque estaba intranquilo, con alguna que otra tormenta que limpiaba de forma insuficiente parte de lo contaminado.

Hacia tiempo que en ese bosque yacía gente a pasar la noche, o solo a dar un paseo. Tras pasar el tiempo que yo quería les asustaba para que se fueran.
No me parecía mal, prefería que fuese así. No estaba yo para que estuvieran más tiempo.

Más tarde empecé a sentirme sola, que me faltaba algo que me diera más alegría de la que me da mi propio bosque con mi propia naturaleza. Deseaba un habitante, que quisiera quedarse y construirse su hogar en él. Y yo ser quien se lo proveyera.

Sentía que nadie iba a querer habitar mi bosque nunca. Que no era lo suficientemente bonito para quedarse a vivir, que para un rato o una noche estaba bien pero luego se aburrirían de él.

Llegó un día que empecé a decorar el bosque, a limpiar los desperfectos causados por los sucesivos huracanes y a recomponer su belleza. Fue un largo camino, triste al ver todo lo que se había ido destruyendo poco a poco.

Tras un tiempo, decidí que la próxima vez, al próximo pasajero que dejara entrar en mi bosque, tendría el espacio disponible para quedarse más tiempo, no le pondría tantas pegas y no le echaría, sino que le dejaría vivir un tiempo a ver cómo trataba mi ecosistema.

Un día llegó un pasajero al que deje entrar y me arriesgué a que se quedará más de un día en mis verdes entrañas. Estaba muerta de miedo pensando que iba a crear un incendio en cualquier momento o iba a matar a algún animal.
El pasajero llevaba ya veinticinco días en el bosque y tenía intención de quedarse.
Cada vez estaba más a gusto, y yo también al ver como trataba con cariño y tranquilidad los ríos, los árboles y a sus seres vivos en general.

Se había convertido en el habitante de mi bosque, no sabía cuánto tiempo se iba a quedar pero sí que sabía que lo (me) iba a cuidar y (yo) el bosque a él.

TexpresandomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora