Capítulo Uno

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Ha empezado un nuevo día, una nueva vida en una nueva ciudad, en un nuevo colegio… No sé si sentirme feliz y ansioso, o quedarme en cama fingiendo una rara enfermedad para no tener que ir. Suspiré, ya que no tenía más remedio que levantarme y afrontar al mundo exterior. Me senté en la orilla de la cama, perdiendo mi vista, fijándola en quizás algún zapato o lo que sea que me permitiera perderme en mis pensamientos, y luego me echo hacia atrás, cerrando automáticamente los ojos. Hasta que mi madre llega con una chancla en la mano…

— ¡Kyungsoo! ¿Qué es lo que te he dicho? ¡Levántate ahora o te va a llegar!— Agita la chancla amenazándome. Me levanto de la cama y voy a abrazarla.

—Lo siento, mamá, no volveré a quedarme hasta tarde viendo The Walking Dead. —Ella suspira, y me da una palmada pequeña en la espalda con la chancla, separándome.

—Por lo menos te has levantado, ahora anda a ducharte o no te dejaré continuar con la serie. —Me apunta con la chancla y se va, cerrando mi puerta. Volví a suspirar.

  No tenía más remedio que obedecer o esta vez sí que me llegaba. Abrí las cortinas y la ventana para poder ventilar la habitación. Estaba rodeado de cajas, ya que nos habíamos mudado recién hace una semana. Saqué mi ropa de una de ellas y luego me fui al baño para darme una ducha. Al salir ya vestido, bajé con la toalla secándome el pelo hasta la cocina para ir por mi desayuno, que ya estaba servido. Me senté junto a mi hermano, Seungsoo, quien devoraba con ganas su tostada.

 —Hola, bobo. —Siempre tan cariñoso—. ¿Listo para tu primer día de clases? ㅡSe estaba burlando. Yo no podía permitir eso.

—Bueno, al menos yo tendré de dónde sacar mi comida sin ayuda de mis padres, no como otros…

   Y sí, era verdad. Bueno, a mí en realidad me gustaba estar en el colegio, siempre era de los consentidos de la clase por tener buenas calificaciones y ser cooperativo en esta misma. En cambio, mi hermano es lo conocido como un “tiro al aire”. Repitió varias veces de curso y decidió no entrar en la universidad. Pobre tipo, será un vagabundo, y cuando pase por una esquina en mi BMW o en mi Mercedes, ahí estará tirado con un vino en caja y los zapatos robados. Ayayay…

 —Cállate, rata de biblioteca.

—Cierra la boca tú, ignorante.

­—Imbécil.

— ¿Es lo único que puedes decir? Vaya, a alguien le falta escuela. —Lo había provocado.

   Se levantó de la mesa dispuesto a pegarme, pero gracias al Grande, llegó mi mamá, aunque nos agarró por las orejas, jalándolas.

 —Pórtense bien de una vez o les voy a quitar sus consolas, ¿me escucharon?

—Sí, señora… —Respondimos a coro.

—Ahora, Kyungsoo, discúlpate con tu hermano.

— ¿Qué? ¿Por qué yo tendría que disculparme si él fue el que inició todo esto? ㅡEstaba enfadado, claramente. Seungsoo, como el inmaduro que es, sacó su lengua, burlándose.

—No me hagas repetirlo, Kyungsoo. Te disculparás con tu hermano ahora.

   Suspiré, no tenía más remedio. Maldita terapia familiar.

 —Lo siento, Seungsoo… Lamento ser mucho más inteligente que tú...

  Toqué fondo.

   Me zafé de las manos de mi mamá antes de que pudieran pegarme y me fui corriendo hacia el colegio. Espero que a mi hermano se le haya olvidado cuando llegue de vuelta.

  Era mi primer día en este nuevo recinto. Inhalé y exhalé profundamente, intentando calmar los nervios y la ansiedad, preguntándome qué sucederá este año, qué me pasará, ¿sufriré?, ¿amaré?, ¿seré odiado o amado?, ¿le caeré bien a todos? Estúpidas preguntas rondaban en mi cabeza, y estaba tan concentrado en ellas que no me di cuenta de que había llegado ya al colegio. Era gigante, debería ocupar una cuadra completa, inclusive dos. Tenía un campus al lado con una gran piscina techada y obviamente templada, un gigantesco campo de fútbol y una cancha de basquetbol. La infraestructura era sumamente hermosa, grande, excelente. Tenía dos pisos y se extendía demasiado. Contaba con una sala de música grande donde poseían dos pianos y tres baterías, aparte de algunos chelos y tubas. Tenía un laboratorio con miles de químicos y experimentos, un auditorio enorme, una sala de arte con miles de cuadros y una pared con un hermoso grafiti hecho por ellos. Exacto, era el colegio perfecto. Adentro, las personas eran las típicas divididas en grupos, con los populares: atletas y porristas, los chicos malos y rebeldes, los frikis, los hípster y mi grupo favorito, ñoños. Prácticamente sería un ñoño, por las buenas notas, el gusto de estudiar y todo eso que aplica una rata de biblioteca o de laboratorio. Pero estos ñoños no visten del mismo modo que los hípster intentan hacer, con sus camisas bajo su pantalón y esas ligas como cinturones, a parte de los lentes y las corbatas de moño. Estos se vestían comunes y corrientes, pero la única diferencia era que aparte de liarse con matemáticas y la ciencia, le liaban a la PSP o a la actual Wii U. Debe ser por su unión con los frikis, quienes pasan el día leyendo mangas, viendo animes o leyendo cómics, sagas, trilogías, lo que sea.

 Cambiando de tema, fui a pedir mi horario. Oh, cielos, historia a primera hora. Nunca puedo mantenerme atento a la clase. Estoy jodido, y eso que recién inicio el año. Me dirigí a la respectiva sala, repasando el horario para después y el del almuerzo, viendo el almuerzo que ofrecían. Hoy, lunes toca guiso. Menos mal que traje mi sándwich. Al llegar a la sala, busqué algún puesto alejado e ignorado por todos. Eso es otra cosa, odio el contacto con la gente, que me acosen con preguntas mientras intento concentrarme en mis pensamientos. Finalmente encontré uno, en el rincón justo al lado de la ventana. Es curioso que esté disponible y alejado, ya que muchos prefieren estar en las ventanas para esconderse tras las cortinas y romper alguna regla. Me acomodé en ese puesto, dejando mis cosas en sima de la mesa y guardando mis cuadernos bajo la rejilla, manteniendo todo limpio y ordenado. Al terminar, miré por la ventana y volví a relajarme, perdiéndome en mis pensamientos.

   Me pregunto cómo estarán mis amigos en mi antigua vida, mis vecinos, los perros callejeros que se acercaban a casa para que le diéramos comida. ¿Qué será de ellos?, ¿nos echarán de menos? Todo eso pensé, hasta que siento un estruendo. Volví al mundo real y me asusté al ver a un chico moreno, de labios gruesos, completamente atractivo. Sus ojos eran de un negro intenso, igual que su pelo, que lo tenía con pequeñas raftas. Pero su ceño estaba fruncido… ¿Qué era lo que quería?

 —Oye, imbécil… Sal de ese maldito puesto si no quieres que te golpee.

 Mierda, primer día y ya tengo problemas.

 —Oh, perdona. Pero he llegado yo primero y no puedes quitármelo. —Me crucé de brazos, mostrando autoridad. Éste individuo soltó una risa, mirando hacia otro lado y luego hacia mí, directamente.

— ¿Estás jugando conmigo? Porque si es así, despídete de tu dulce vida. Además, ¿quién te conoce? ¿Quién eres tú para darme órdenes? —Su voz era potente, tanto que atemorizaba.

—Lo siento, amigo, no me moveré de aquí.

       Diablos, ¿por qué ando tan provocativo hoy? Debería de dejar de tirar leña al fuego. El tipo realmente se enojó y en un acto rápido me agarró del cuello de la camisa, acercándome a él.

 —Escúchame bien, ojos de sapo, puede que seas nuevo en este lugar, pero es hora de que sepas quién manda aquí, ¿de acuerdo? —Veo que lo toman de los hombros. Era un tipo alto, con el pelo negro y grandes orejas.

—Déjalo tranquilo, viejo. No sabe lo que hace. —Lo intentaba tranquilizar, aunque no sé si deba agradecerle, ya que era de los suyos. —Ya aprendió su lección, Kai.

        Kai suspiró y me soltó, como forzándose a hacerlo. Miré al tipo que lo había controlado, intentando agradecerle con la mirada. Él me sonrió. ¿Qué intenté hacer? O ¿qué me ocurrió? Con mi hermano jamás me intimido, ni siquiera con los brabucones de mi colegio anterior. ¿Qué me estará sucediendo?

 —Ya sabes lo que pasará si te metes conmigo… ㅡMe señaló con su índice, mientras se marchabaㅡ Mi nombre es Kai, amigo. Que no se te olvide.

   Y no lo olvidé… 

No me dejes caer. || Kaisoo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora