Capítulo 13

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Alguien me giró y me besó pero rápidamente me separé encontrándome con Eva.

-¿Qué haces? –pregunté al ver lo que acababa de hacer. Ella me miró con los ojos llenos de lágrimas pero yo también los tenía así.

-Besarte. Me apetecía.

-Lleva dos semanas sin apetecerte.

-Llevo dos semanas pensando en si llamarte o no.

-No me lo creo –me crucé de brazos pero ella solo se acercó a mí y me besó. –Con esto no me harás cambiar de opinión.

-Tú seguramente te hayas tirado a todas tus clientas en mi ausencia –dijo agarrándome fuerte de la muñeca dándome a entender que quería una explicación.

-¿¡No entiendes nada, verdad?! –pregunté alterado. –Lo de que estaba malo me lo inventaba para todas las clientas que me llamaban, es más, hoy he decidido que lo dejaba. No quiero más esta vida. Quiero ser feliz, ser una persona normal.

···

-¿Cómo que lo has dejado? –pregunté con miedo. ¿Significaba aquello que no volvería a verlo?

-Lo que escuchas Eva. Ahora, si me permites... –dijo intentando que me hiciera a un lado. Pero no me moví, al contrario, volví a besarle.

-¿¡Quieres parar!? –preguntó cogiéndome de los brazos y separándome de él.

-¡No! –contesté echándome a llorar. –Quiero empezar de nuevo –susurré bajando la cabeza.

-¿De verdad? –preguntó levantándome el mentón.

-Sí. Me gustaría volver a empezar de cero contigo –contesté poniendo mis manos en sus mejillas y acariciándolas suavemente.

-Está bien –dijo separándose de nuevo. –Hola ¿cómo te llamas?

-Soy Eva y ¿me dejas decirte que estás muy bueno? –pregunté mordiéndome el labio inferior mientras lo miraba de arriba abajo. ¿Por qué nunca podía pensar con claridad con él cerca?

-Bueno, si quieres –contestó encogiéndose de hombros.

-¿Tú cómo te llamas?

-Hugo. –contestó guiñándome el ojo y haciendo que me muriera de amor por él.

-¿Quieres ir a tomar una copa conmigo? –pregunté señalándole con la cabeza el bar que teníamos al lado.

-¿Por qué no vamos mejor a mi casa? –me preguntó él sonriéndome de lado. Este hombre, definitivamente, quería matarme.

-¿A tu casa? –pregunté sorprendida. Nunca me había llevado a su casa. –Será un auténtico placer –contesté dándole un beso en la mejilla.

···

Estábamos sentados en el sofá de mi casa con la botella de tequila al lado. Jugábamos a decir cosas curiosas que nos habían pasado y también alguna verdad. Un chupito, una anécdota. Así iba la cosa.

-De pequeña, una vez, mi padre me riñó y del susto se me cayeron las bragas hasta los tobillos –confesaba ella tras beberse el chupito a lo que yo me empecé a reír a carcajada limpia. –No te rías –se quejó ella poniendo morritos.

-Es que es muy bueno –dije sin dejar de reírme cuando reparé en lo cerca que estaban nuestros rostros por lo que puse mis labios encima de los suyos, dándole un pico.

-Te toca –dijo cuando me separé.

-Mmm... déjame pensar... Ah sí, -me bebí mi chupito de tequila –una vez a la perrita de mi madre le dio un infarto y se quedó ahí muerta en el suelo, mi madre cuando la vio empezó a chillar "Bellaaaa, Bellaaa nooo" y a zarandearla y al final la perra resucitó–dije poniendo cara de circunstancia y ella, al escucharlo, se empezó a reír. –Eva, no te rías. Estaba muerta tirada en el suelooo...

Eva no dejaba de reírse por lo que cogí sus manos y las uní con las mías. Sabía que eso la pondría nerviosa ya que no pasaría de eso si yo no me dejaba.

-Hugo, dijimos que nada de cosas raras –dijo ella separándose y soltando mis manos.

Yo me levanté y llené de nuevo los mini vasos de tequila.

-Yo es que he perdido el juego –dije antes de ponerme de pie de nuevo. Noté como ella también se levantaba y pasaba sus manos por mi cintura.

-¿Por qué dices eso? –preguntó dándome un beso en el hombro. Yo me giré, la separé lo justo de mí, cogí mi chupito de tequila y me lo bebí de golpe.

-Estoy enamorado de ti, Eva. Como un tonto –susurré antes de empezar a acercarme a sus labios. Deseaba tanto besarlos... pero ella me frenó.

Cogió su chupito, se lo bebió de un trago y habló.

-Yo también estoy enamorada de ti, Hugo –dijo antes de besarme y fue ahí, en mitad de aquél gran salón, donde nos confesamos que nos queríamos. Fue ahí donde nos dimos cuenta que queríamos nuestra "primera vez" como algo más que ¿amigos?

Cuando nos separamos nos miramos a los ojos. Ambos sabíamos lo que queríamos. Queríamos hacer el amor el uno con el otro. La besé y la llevé en brazos hacia mi cama.

Al llegar ella se bajó y me besó con pasión. La ropa despareció rápidamente y cuando volví a pensar estaba besándola. Estábamos los dos tumbados en mi cama, ella debajo de mí. Nos dejábamos llevar por esa sensación. Disfrutábamos el uno del otro sin importarnos que pudiera llegar mi hermano o alguien. Nos queríamos y queríamos aprovechar todo el tiempo perdido en este estúpido juego en el que no estaba permitido enamorarse ya que nosotros lo habíamos perdido.

Yo, Hugo Cobo, estaba enamorado de ella, Eva Barreiro, y lo mejor de todo era que ella también lo estaba de mí.

No está permitido enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora