Capítulo 14

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Un mes y medio después me enteré que estaba embarazada. Hugo se lo tomó muy bien y no me paró de cuidar hasta el día que di a luz.

Flavio y Sam estaban la mar de felices. El día en el que Hugo se enteró de mi embarazo también se lo dije a ellos dos, ya que eran las personas en las que más confiaba, y ellos al enterarse de la noticia y supongo que de la emoción se dieron un beso. Después no se podían mirar a la cara pero con mi ayuda y la de Hugo hicimos que se confesaran sus sentimientos ya que ellos, sin ser conscientes, nos ayudaron a nosotros.

Lo que yo no sabía era lo que me esperaba hoy. Un año después de que mi hija Aria naciera...

···

Buscaba a Eva por toda la dichosa casa ¿dónde se había metido esta mujer? No podía esperar a esta noche. Era ahora o nunca.

Pasé por el baño y me la encontré envuelta con una corta toalla, que le tapaba lo justo, mientras se ponía crema en sus piernas. Abrí la puerta y me apoyé en el marco de ésta.

-¿Pasa algo? –me preguntó mirándome de reojo.

-Tenemos que hablar –soné muy serio y noté como Eva se tensaba y me miraba.

-¿Qué pasa? –preguntó sentándose en la taza del váter.

Yo me arrodillé como hacen en las películas y pregunté lo que tenía pensado preguntarle esta noche:

-¿qui- quie...? –joder, como cuesta decirlo. Respiré profundamente e intenté no ponerme nervioso pero la cara de pánico que tenía Eva no ayudaba. Va, Hugo, tú puedes machote –Eva Barreiro ¿quieres casarte conmigo? –dije abriendo la pequeña caja donde estaba el anillo de compromiso. Cerré los ojos y recé todo lo que me sabía para que aceptara.

···

-Eva Barreiro ¿quieres casarte conmigo? –escuchar aquella pregunta y encontrarme con ese anillo hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas de la emoción.

¿Cómo era capaz de haber pensado que me iba a dejar cuando lo que me iba a decir era de pasar el resto de su vida conmigo? ¡Ay Dios, que me acaba de pedir que me case con él! Me levanté y lo miré. Tenía los ojos cerrados el pobre. Sonreí al ver que parecía tener miedo de mi rechazo. Cogí el anillo suavemente de la cajita y tiré ésta al suelo haciendo que él abriera los ojos de golpe y me mirara sorprendido.

-Ven, levántate –dije cogiéndole del brazo y haciendo que él se levantara. Yo solo me limité a pasar mis manos alrededor de su cuello mientras mi corazón palpitaba a una fuerza descomunal. –Claro, claro que acepto mi amor –dije besándolo repetidas veces. –Nos vamos a casar –lo miré con ilusión en mis ojos. En los suyos pude ver que reflejaba la misma alegría que yo –¡¡Nos vamos a casar!! –grité saltando de alegría y abrazando a mi prometido. –Te amo, te amo, te amo –dije besando repetidamente sus labios. Me gustaba tanto hacerlo... pero él se rió.

-Mi amor, yo también te amo pero vas a despertar a la pequeña –dijo abrazándome más fuerte para luego besarme pero al separarse la toalla se aflojó y cayó al suelo. –Madre del amor hermoso –dijo mirándome de arriba abajo.

-Hugo no me mires así que me da vergüenza –dije tapándome rápidamente con la toalla haciendo que él sonriera de lado y me muriera de amor por él una vez más.

-No veré nada que no haya visto antes –dijo acercándose a mí. Uy, uy, peligro. Se puso delante de mí y cogió la toalla para luego tirarla al suelo de nuevo y quitarse él su camiseta de tirantes blanca y sus bóxers, quedando desnudo como yo. –Así muchísimo mejor –dijo sonriendo de lado antes de besarme. Rápidamente pasé mis piernas alrededor de su cintura mientras que él nos llevaba a nuestro cuarto.

···

Y ahora aquí me encontraba, seis meses después de pedirle matrimonio a mi prometida, esperando a la mujer de mi vida. A la mujer que había cambiado radicalmente mi vida. Hoy me iba a casar con Eva María Barreiro y estaba más feliz que nunca aunque esto de esperar delante del cura me estaba poniendo de los nervios. De pronto todos mis nervios desaparecieron al verla entrar por la puerta de la iglesia. Estaba preciosa. Iba junto a su padre y, al llegar donde estaba yo esperándola, me sonrió con su preciosa y tierna sonrisa.

El cura empezó a hablar cuando, de pronto, preguntó lo que estaba deseando contestar:

-Hugo Cobo, ¿aceptas a Eva María Barreiro como legítima esposa y prometes amarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida?

-Sí, acepto –contesté con una sonrisa enorme en mis labios.

-Eva María Barreiro, ¿aceptas a Hugo Cobo como legítimo esposo y prometes amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida?

-Sí, acepto –dijo la que ahora era mi esposa mirándome con una preciosa sonrisa en su rostro.

-Yo os declaro marido y mujer –sentenció el cura y todo el mundo se levantó para empezar a aplaudirnos. –Puedes besar a la novia –Al fin. Tomé a Eva por la cintura y la besé con ternura a lo que ella me correspondió sin pensarlo.

Si me dieran a elegir el mejor momento de mi vida, sin duda alguna, escogería todos aquellos en los que estuviera Eva presente.

···

La ceremonia había sido preciosa y Hugo estaba guapísimo con ese traje. Hugo y yo habíamos perdido nuestro juego particular pero no me arrepentía de haberlo perdido ya que ahora teníamos uno más, que no era otro que amarnos eternamente.

FIN

No está permitido enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora