Capítulo 9

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Hugo se fue de mi casa y yo no entendía nada. ¿A qué venía aquella frase? Estaba más confundida que nunca y no podía comprender cómo él, Hugo, se había lanzado a besarme y mucho menos, cómo yo le había seguido el rollo. Bueno, lo último sí, ya que cuando estaba con él parecía perder toda cordura y control de mi cuerpo.

Con miles de pensamientos en mi mente, me tumbé en el sofá cara arriba. Fijé mi mirada en el techo y de pronto ahí apareció su cara, sonriéndome. Me quedé embobada mirando el techo pero cuando reaccioné sacudí rápidamente la cabeza y su imagen se fue.

···

No entendía por qué le había dicho eso a Eva, como tampoco entendía cómo me había lanzado y dejado llevar por mis sentimientos... pero ¿Hugo estás hablando enserio? ¿Qué sentimientos? ¡No, joder! Eva es tu clienta. Nada más pero... yo quería besarla, yo quería tener sexo con ella. Por primera vez en mi vida yo me había lanzado a una de mis clientas y no al revés y eso era rarísimo. Encima no había querido que ella me pagara ya que al fin y al cabo si habíamos acabado como habíamos acabado era por mi culpa.

Llegué a mi casa. Ese día, por suerte, no tenía a ninguna clienta y eso me aliviaba. Hoy no me apetecía follar con nadie más. A mí ahora mismo solo me apetecía besar a Eva. ¡Pero Hugo! ¡Te vas a volver loco tío! Completamente loco...

Me dirigí directamente a mi cuarto, me tumbé en mi cama y cerré los ojos. Estaba cansado y por mi cabeza empezaron a pasar una serie de imágenes que nada tenían que ver con mis recuerdos, al contrario, había dejado volar mi imaginación y sin darme cuenta me estaba imaginando cómo sería mi vida con Eva Barreiro, cómo sería tener hijos con ella y cómo sería nuestro amor si yo no me dedicara a lo que me dedico.

De pronto el ruido de la puerta me sobresaltó. La puerta acababa de ser cerrada y alguien me llamaba desde el salón.

Con pocas ganas me levanté de la cama y me dirigí al salón donde se encontraba mi hermano con una sonrisa de lo más tonta en la cara.

-¿De quién se trata? –pregunté al ver la cara de mi hermano.

-¿Qué? –preguntó él saliendo de sus pensamiento.

-La chica, ¿cómo se llama? –pregunté mirándolo a los ojos.

-No hay ninguna chica –contestó él intentando mentirme pero mi acompañante no había caído en un pequeño detalle y es que era su hermano y lo conocía como la palma de mi mano.

-Flavio... ¿te recuerdo que soy tu hermano y te conozco a la perfección?

Él entrecerró los ojos y me miró.

-Se llama Sam, o eso me ha dicho al menos –contestó él volviendo a sonreír enormemente.

-Así que Sam... ¿Está buena?

-Sí pero no sé, hay algo en esa chica que... -suspiró.

-Vamos, que te has pillado. Qué rapidito –dije soltando una pequeña carcajada.

-No lo sé. ¿Tú qué tal con esa tal Eva? –me preguntó él mirándome con una pícara sonrisa.

-No quiero hablar del tema, Flavio. Me voy a mi cuarto –dije antes de salir de allí.

···

Habían pasado dos semanas desde que había pasado aquello con Hugo. Hacía dos semanas que no lo veía. Ahora vivía de nuevo con mis padres y mi hermana. Ella y yo casi no nos hablábamos pero hasta que papá se curara habíamos hecho una tregua. Había dejado la suite y no había sabido nada de Hugo. Esperaba que me llamara pero no lo había hecho ni nada por el estilo. Seguramente se hubiera olvidado de mí y ya estaría con cualquier otra clienta mientras yo pensaba cada momento en él.

···

Hacía ya dos semanas desde que la había cagado con Eva. Había pensado en llamarla pero cuando me disponía a hacerlo algo me lo acababa impidiendo. O bien no sabía cómo hablar con ella, o el qué decirle o simplemente, me daba demasiada vergüenza.

Durante aquellas semanas no había vuelto a estar con ninguna otra clienta. A todas les había inventado lo mismo. Me encontraba mal y no podía salir de casa así que para que no me pillaran no había salido a la calle.

Mi hermano me había preguntado en varias ocasiones por aquella "clienta especial", por Eva, pero siempre le decía lo mismo: "No quiero hablar del tema, Flavio" mientras que él no paraba de decirme que yo estaba enamorado de ella. Pero eso era imposible ¿no? ¿Cómo me iba a enamorar de mi clienta? A parte, yo no tengo la tontuna que tenía él al hablar de esa tal Sam.

Según mi hermano, entre aquella chica y él no había pasado nada pero habían quedado unas cuantas veces y había algo. Se ve que habían quedado mañana por lo que Flavio no paraba de decirme que nos fuéramos esta noche él y yo a tomar unas cañas y a pasarlo bien.

-Va, Hugo. Vamos. Así sales de una vez de esta casa que no es que no me guste pero tienes que salir hermanito sino te amargarás aquí dentro –me decía Flavio una y otra vez y yo, con tal de que me dejara en paz, acepté.

-Está bien... pero solo esta noche –le advertí. Él asintió con la cabeza feliz y ambos empezamos a comer un plato de espaguetis que había hecho mi hermanito del alma.

Lo que no sabía es que el salir esta noche, se lo agradecería el resto de mi vida.

No está permitido enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora