.- Se los dije, se los advertí, los amenacé y aún así lo hicieron, vendieron por su propia cuenta. No sé si es porque tienen bastantes huevos o son solo unos estúpidos -.
Pedro oía aquellas palabras, más no podía ver quién las emitía, ya que tenía puesto un saco en la cabeza; pero sabía quién era esa persona. Su compañero, quien estaba al lado de él, también lo sabía.
.- Sé lo que nos pasará -. Le dijo Pedro a aquella voz.
.- Vaya, en esto si eres listo Pedro -.
Tanto Pedro como su amigo estaban tranquilos, o al menos eso se veía, pareciera que aceptaban su muerte, como asumiendo su culpa.
.- Adelante, hazlo -. Dice Horacio, la persona que ha estado con él la mayor parte de su vida.
.- Ooh no, no será rápido, eso sería muy aburrido y a parte no sería un castigo para ustedes -. Dicho esto, el patrón hizo un chasquido con los dedos para que les quitaran los sacos de la cabeza.
Al ver a dónde estaba, Pedro se le quitó la tranquilidad que tenía al mismo tiempo que se le empezaba a hacer un nudo en el estómago, poniéndose pálido. Ahí supuso que no moriría ese día.
Horacio se veía casi igual.
Era una sala medio oscura, con un bombillo dando una luz opacada; y lo que le daba terror eran las herramientas que se encontraban en la mesa de la esquina: una motosierra, un martillo, varios cuchillos de distintos tamaños, un cincel, unos ganchos de metal y más objetos peligrosos.
.- ¿Creyeron que se las dejaría fácil? Pues no, ya me conocen, me gusta la tortura, siento que ahí la gente muestra más emociones que en toda su vida; y ustedes no serán la excepción -. Dijo el patrón y mandó a uno de sus hombres a traerle el martillo.
Pedro no aguantaría aquello, tenía que hacer algo urgente o sino sufriría bastante con Horacio, una muerte lenta y dolorosa es lo peor que le puede pasar a alguien y allí todos lo sabían.
Así que cuando el hombre fue a buscar el martillo, Pedro le mete el pie para que se caiga; ya dicho hombre en el suelo él hace un movimiento ágil y le quita el arma que cargaba en el pantalón. Los otros hombres del patrón no pudieron hacer nada al respecto, el deseo de... ¿Morir? De Pedro era muy fuerte y eso hizo que se deslizara de esa manera.
Ya con arma en mano, todos se le quedan apuntando. El patrón se le queda viendo, espectante, como si estuviera en un circo esperando ver la acrobacia del payaso, pero al mismo tiempo furioso y preocupado porque no quería que se muriera su juguete de momento (y mucho menos él mismo).
Pedro, con todas las pistolas mirándolo fijamente, incluidas las personas encontradas en la sala, desea apuntar a su patrón y matarlo, pero sabe que no le daría tiempo a hacer lo que en realidad quiere hacer.
.- No te daré el gusto, m*ldito -.
Horacio lo veía con ojos esperanzadores, sabiendo lo que iba a pasar.
Al igual que todos nosotros ¿No?
El siguiente acto fue Pedro disparándole a Horacio y luego asimismo en la cabeza.
Dos cadáveres en la sala, mucho antes de lo que el patrón tenía planeado.
Este se queda observando la escena, pensante y malhumorado, pero aliviado.
.- Sigo con la intriga de si tenía muchos huevos o solo era un estúpido -. Dijo, siguiendo mirando la escena, para después mandar a limpiarla.
Al final Pedro no tuvo razón porque si murió ese día.
ESTÁS LEYENDO
Cuentos de Miedo que escribo porque sí
Misterio / SuspensoPues...lo que dice el título, Cuentos de misterio/suspenso y/o terror y unos que otros minicuentos también. No hay nada más terrorífico y extraño que la mente humana; la realidad supera a la ficción. Dicho esto, espero que te guste.