No sabía qué maldito impulso le había dado, pero entró en la tienda de música en cuanto hubo salido de la emisora. Era la primera vez que pisaba una desde hacía un siglo, al igual que veía un piano, que se atrevía a echar hacía atrás el anorak largo y negro con capucha para sentarse frente a él y rozaba con sus dedos todas y cada una de las teclas. Como si le hablasen, mientras cerraba los ojos. Como si su interior no hubiese olvidado aquella sensación de conexión entre ambos. La frustración pasada quedó a un lado, para dejar paso a un cosquilleo que subía por su estómago hasta su garganta. Y volvió a tocar el piano, bajo la sorprendida mirada del dependiente y el par de personas que había en la tienda. Pensó en Maka. Sólo en ella, mientras las notas salían solas, sin forzar, formando una nueva melodía. Una de pocos segundos, que llenaron su alma de extraña calidez.
Sería perfecta para ella, pensó, sin poder evitar sonreír. Entonces, paró de tocar y abrió los ojos para darse cuenta que todos le prestaban atención. Que incluso el dependiente de la tienda lo grababa con su teléfono móvil, y sintió que el suelo, que la tierra entera se lo comía. ¿Cómo pudo dejarse llevar tanto como para olvidar dónde estaba? Hela ahí: una de las razones por las que había abandonado la música tiempo atrás, porque odiaba que lo viesen tocar. Enfadado consigo mismo, apretó los puños sobre los vaqueros claros y luego bajó la tapa guardando con celo las teclas, queriendo huir de allí lo más rápido posible. Pero escuchó los aplausos, y dio un respingo en el taburete. Sus ojos rubí rodaron hacia el escaso público, al parecer satisfecho, de la tienda que le ovacionaba con entusiasmo. Tampoco le gustaba el reconocimiento. Sin embargo, aquello reconfortaba un poco su bochorno, así que se limitó a mantener la sonrisa, a ajustarse la camiseta color mostaza, levantarse del taburete y dejar que el dependiente se le acercase para felicitarlo.
—Llevo años en el negocio, y nunca he visto nada parecido —dijo con sinceridad, deteniendo la grabación de su móvil.
Soul se encogió de hombros.
—Lo siento. Me dejé llevar —admitió—. Hacía mucho que no...
—¡¿Estás de broma?! —el hombre mayor, rió con ganas—. Si eso ha sido improvisar, no quiero imaginar lo que harías con partitura y demás.
Cagarla de forma monumental.
No. Lo suyo no era seguir las partituras, le iba más la improvisación, y de ahí, todos sus problemas.
—Gracias.
El dependiente le palmeó la espalda con suavidad, casi como si se conocieran de toda la vida.
—A ti, muchacho. A ti. Por regalarnos esa maravilla. Puedes usar mi piano siempre que quieras.
Soul señaló entonces el móvil del hombre.
—¿Podría tener una copia?
—¡Por supuesto! —intercambiaron los números y le pasó el vídeo—. Y perdona que te haya grabado así de repente, pero no se ve un prodigio como tú todos los días —el hombre volvió a reír—. Mi mujer no me creerá sino, aunque se lo cuente.
—Sin problemas.
Cuando recibió el vídeo, Soul lo convirtió en sólo audio para enviárselo a Maka. Después, se despidió del dependiente, subió a la Harley que había aparcado minutos antes frente a la tienda y que por fin había recuperado, arrancó, y puso rumbo a la cafetería con un único pensamiento en la cabeza: ¿qué diría Maka de lo que acababa de escuchar?
En el centro había un tráfico infernal y le costaba atravesarlo. Suerte que iba aún con tiempo. No le gustaría llegar tarde la primera vez que quedaba con Maka, oficialmente. Detenido en un semáforo, comprobó su reloj de pulsera. Quince minutos para las seis. De sobra. Miró a ambos lados de la carretera, distraído, y algo llamó su atención. Un objeto expuesto en un amplio escaparate, e hizo que sonriera con amplitud de nuevo. Y llevado por otro repentino impulso, se desvió del camino un instante para aparcar la Harley, y entrar decidido en la tienda.
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Just Love
Fanfiction* Universo Alterno. * Posibles Out Of Character. * Fancfic corto. * Los personajes de Soul Eater son propiedad del gran Atsushi Ōkubo. * La historia de "Just Love" me pertenece. * Siempre por y para fans. Sin ánimo de lucro. * El Fanart no es de mi...