Los focos iluminaban con formas geométricas y colores luminosos el centro del escenario, los asientos estaban pintados con pequeños detalles un tanto infantiles y las cortinas que separaban el exterior del interior de aquel mágico lugar estaban coloreadas con estrellas y círculos de colores brillantes.Pasé por un tipo de pasillo estrecho hasta llegar a los asientos cuando unas voces se escucharon rebotar por toda la carpa.
—¡Somos el circo —dijo la primera voz antes de que la segunda le interrumpiera, y sabía perfectamente, con solo escuchar la primera voz, de quiénes se estaba tratando.
—¡el circo- el circo- ¡el circo de los psicópatas! —exclamó burlesco la segunda voz ante mi problema. Un problema que llevaba arrastrando años.
Estos dos estallaron en risa sin poder contener aire. En cuanto pude fui hacia ellos mientras los miraba furioso. Odiaba que se burlaran de mí.
— ¿Vosotros dos no deberíais estar ensayando? ¿O es que queréis dejarnos a todos en ridículo..? —pregunté molesto mientras mis pupilas se dilataban con facilidad.
Los dos jóvenes me miraron con un temor falso hasta que el pelinegro respondió.
— Usted no puede hablarnos así, ¿acaso quiere que el jefe se entere de su comportamiento? —cruzó los brazos y elevó una ceja mientras me miraba desafiante. Fruncí el ceño cuando un leve "uhh uhh" llegó a mis oídos, el compañero del pelinegro sonrió al ver que su mensaje había llegado.
— Te arrancaré ese piercing de la ceja cómo vuelvas a dirigirte así hacia mí —gruñí cuando un hombre alto de cabello despeinado, con lo que parecían ojeras y varios tatuajes por sus brazos abrió la cortina de estrellas y círculos con pereza. El compañero del pelinegro hizo un gesto de cremallera en boca y supuse que era para mí, ante eso apreté los labios con el ceño fruncido.
— ¿Qué día es hoy? —preguntó el nuevo acercándose hacia dónde estábamos. Sus ojos verdes esmeralda se clavaron en los míos.
— ¿Sabe, Matthew? —dijo el pelinegro—. Acabamos de hablar sobre que Adam —fijó la vista en mí con una leve sonrisa malévola mientras sentía que mi rostro se volvía blanquecino, negué con la cabeza mientras suplicaba por mi vida. El pelinegro se tomó unos segundos y luego volvió la vista hacia Matthew—, déjelo, era algo insignificante.
Matthew asintió y se fue hacia las cortinas, mientras tanto, el compañero del pelinegro se acercó a mí con una sonrisa juguetona.
— ¿Tuviste miedo, Adam? Tuviste miedo, Adam —afirmó por último.
Miré con furia a los dos jóvenes y luego acomodé mi chaqueta negra. Me dirigí hacia las cortinas y desaparecí del escenario. El simple hecho de que me manipularan con el primo del pelinegro me hacía enfurecer, ya que Matthew era el encargado de todo el circo y de desplazamiento.
***
Horas después, el circo ya estaba montado, junto a sus butacas, cortinas, y demás cosas.
Pasé un rato por la caravana de Kenia.Miró la caja que tenía en mis manos— ¿Qué es esto, Ad? ¿Puedo abrirlo?
Sonreí— Es para ti, Ken. Ábrelo.
— No me vuelvas a llamar de esa forma, ni que mi novia fuera Barbie —dijo irónica, yo reí levemente mientras la miraba abrir el regalo—. Oh, Ad...cariño, no debías-
— ¿Comprarte tus galletas favoritas? Claro que debía, es nuestra tradición: comprar galletas de avena, favoritas de Ken-Ken para que empiece un nuevo día en el circo.
— ¿Desde cuándo tienes esa tradición? —preguntó mirando las galletas perfectamente ordenadas.
— Desde ahora mismo, Kenia —dije, ella me miró confundida.
— ¿Cómo sabías que me gustan las galletas de avena?
Titubeé antes de responder con una sonrisa— Digamos que me gusta escucharte.
Ella comió una galleta, haciendo que su rostro se volviera más brillante y me mirara como si hiciera años que no las probaba.
Yo reír ante su respuesta, luego me abrazó mientras seguía comiendo algunas.Podríamos ser psicópatas, pero, eh, las cosas que aman los demás las intentamos tener para hacer a nuestra familia feliz.
Por lo que, sí, ella era mi familia. Todos los del circo eran mi familia -siendo que a veces me molestaran por mi tartamudeo-.
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Circo de psicópatas
Horror¡Bienvenidos al gran y espectacular circo de psicópatas! Aquí tenemos desde payasos que hacen reír hasta unas siamesas extremadamente bonitas y delgadas. También tenemos un elegante elefante que baila al ritmo de huesos crujir, hasta un tigre de ben...