Se abren las puertas

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"¡Bienvenidos seáis al circo de los psicópatas!" exclamé.

— No puedes empezar así, Adam. Los niños se asustarán y no vendrán.

Miré de arriba a abajo a Kenia, la pelirosa se balanceaba en una pelota de goma mientras con la mano izquierda sostenía un trozo de vela que poco a poco se derretía en su palma. Yo solo observaba la cera, me parecía mágico y hacía que todo el circo tuviera un espectáculo con objetos de casa cuando podían estar a millas de ella.

— Es lo único que me sale bien sin tener que tartamudear —dije con dificultad. Midiendo mis palabras.

— Prueba algo diferente —intentó sugerir ella—, por ejemplo...

Kenia se quedó pensativa unos minutos y luego extendió los brazos mientras exclamaba una frase. Sus ojos amarillos parecían soltar destellos de pura magia y pasión por el arte de un circo.

— ¡Bienvenidos al gran y espectacular circo de psicópatas!

— Suena bien —intervine, seguidamente puse mi dedo índice en mi mentón para luego apuntar la frase en un papel— . Eres muy buena en esto, Kenia.

Kenia se sostenía en una de las paredes mientras miraba la vela que poco a poco parecía morir en la piel de su mano. Siempre me pregunté cómo es que no le dañaba el quemar su cuerpo, y en verdad quería seguir manteniendo la duda.

— ¿Cómo estás con lo de Nill? —se apresuró a preguntar, se la notaba preocupada—. Desearía que no hubiera sucedido aquello, y lamento si hice que lo recordaras.

Observé a Kenia, no era un tema del que me agradaba hablar. Solté un suspiro mientras sonreía, intentando así calmarla.

— Tranquila, Nill ya es algo del pasado.

Kenia fijaba sus ojos en mi color rojizo, el cuál envolvía a una tintura castaña. Sabía exactamente en lo que estaba pensando: ¿Cómo podía ser que unos ojos pudieran albergar algo melancólico con tonos de recuerdos agradables, y pudiera existir todo aquello en armonía? Le dediqué una sonrisa, como si la abrazara con los ojos, como si ella pudiese sentir mi cálido tacto.

— Necesitarás tiempo para procesarlo y lo respetaré, cuando estés preparado abriremos el circo.

Asentí mientras Kenia salía del camerino con largas pisadas de sus finas piernas.

***

Entonces, unas luces se apagaban de poco a poco mientras se encendían otras de un color verdoso y una voz un tanto ronca pero animada, resuena en un pentágono de líneas verdes y amarillas.

"Bienvenidos al gran y espectacular circo de psicópatas!"

Circo de psicópatasWhere stories live. Discover now