La luna se situaba en el cielo estrellado, se escuchaba una música alegre y risas con canturreos que provenían de una de las caravanas blancas. Circo de Psicópatas había ganado bastante dinero y víctimas.Nos encontrábamos celebrando con vino y embutidos alrededor de una mesa. Levanté mi copa y observé a todos con una sonrisa. Mi estómago parecía rebosar de felicidad y satisfacción, por lo que hablé.
— Hoy hemos triunfado con nuestros métodos de engañar a las visitas así consiguiendo varias víctimas. Hemos vivido grandes tiempos, añadiendo a muchas personas al circo y llegando a niveles inimaginables de forma de tortura. En conclusión, lo estamos haciendo muy bien, lo estáis haciendo muy bien. ¡Salud!
— ¡Salud! —exclamaron los demás al unísono mientras chocaban sus copas las unas con las otras.
Caín se dedicó a hablar con su compañero pelirrojo mientras los demás opinaban los métodos ya mencionados. Se le notaba animado, con una voz juguetona. Cada tanto hacía bromas sobre mí que intentaba ignorar para no terminar golpeándolo. Era una noche buena y cálida, por lo que no lo quería estropear.
— ¡Adam- Adam! —dijo con burla Caín mientras me miraba, yo solo le hice un gesto con la cabeza para que continuara—. ¿Qué haremos con la niña?
Los de allí se quedaron en silencio mientras miraban confundidos a Caín. Revolví el vino de mi copa mientras lo miraba.
— Lo que hacemos con todos, —respondí— ¿por qué?
— ¿Puedo ir a verla? —preguntó lo más rápido que pudo, su rostro parecía de un sádico asesino y eso nos tranquilizó.
Le di permiso mientras volvía la vista a los embutidos. Caín salió felizmente de la caravana y cuando se escuchó la puerta cerrarse Kenia me miró, sabía qué pensaba con solo verla, teníamos ese tipo de conexión. Asentí con cansancio y al segundo la chica se estaba dirigiendo a ver qué haría Caín.
Me acerqué a la ventana, pasando por al lado de varios compañeros, y me fijé en la escena.
El pelinegro llegó hasta su caravana, detrás suyo le seguía con sigilo la pelirosa. Al abrir la puerta, pude observar que la joven de dieciséis se encontraba sentada en un pequeño sofá mientras esperaba a Caín. Éste se quedó veinte minutos allá dentro y luego salió anunciándole algo a la joven. En esto que Caín volvía a la caravana grande, Kenia saltó haciendo que cayera al suelo del susto.
— ¿¡La estás reteniendo!? —preguntó con brusquedad la pelirosa, todos conseguimos oírla, pero varios siguieron comiendo.
— Es lo que hacemos, Kenia. Nuestro trabajo —respondió Caín mientras limpiaba su ropa, luego levantó sus manos en señal de inocencia—. ¿No es así?
— No —dijo enfurecida la mujer mientras se acercaba al joven para al fin señalarlo con enfado— ,nuestro trabajo es hacer que desaparezcan, ¡no retenerlos vivos!
— ¡Es una niña! —reclamó Caín.
— ¡Y ya debería estar muerta! ¡Así que no juegues con esos temas de retención! —rugió con enfado Kenia para luego apartarse de él y dirigirse a su caravana.
La noche siguió con un Caín preocupado entrando a la caravana más grande, allí se sentó y comió en silencio hasta que una voz hizo que se alarmara.
—Debes decirlo, Caín.
— ¿Qué? —Caín levantó la vista y se encontró con el rostro de Kenia, yo los intentaba oír discretamente.
— Admítelo: quieres proteger a esa niña.
— ¡No la estoy protegiendo! —pegó un grito con enfado Caín mientras golpeaba la mesa, varias copas estuvieron cerca de caerse al suelo.
— Di la verdad, Caín. —susurró Kenia mientras miraba a los demás.
— ¡Eso es mentira, Kenia! —rugió Caín cuando me acerqué a él.
— ¿Decir qué, Caín? —pregunté, obviamente había escuchado todo, pero quería que lo dijera. Quería que se explicara él mismo.
Caín intentó hablar, pero cuando iba a dar una explicación -posiblemente poco creíble- Kenia se adelantó señalando a Caín con desapruebo.
— ¡Caín intenta retener a la niña insufrible!
— ¿¡Para qué querría retener a una niña que ha faltado el respeto a mi profesión!? —exclamó Caín.
— Pero nuestro trabajo es retenerlos, Kenia. —me uní.
— ¡No de ese modo! —exclamó Kenia, Caín le miró de reojo con el ceño fruncido.
— ¿¡Y de qué modo, Kenia!? —preguntó enfadado Caín.
— ¡No de ese modo! —repitió.
— ¡Pues a mí no me gusta el jamón serrano! —pegó un golpe en la mesa el compañero de Caín con tono infantil.
— ¡Nadie ha preguntado sobre el jamón serrano! —exclamamos al unísono desde Caín hasta la gemela de Kenia.
Caín se levantó y dirigió a la puerta cuando lo levanté del cuello de la camisa. Cuando intentó mirarme negué con la cabeza. Estaba cansado de estas peleas y de que fueran tan inmaduros, cada uno sabía los traumas y miedos de los otros, ¿por qué se juzgaban de esa forma conociéndose tan bien?
— ¿Qué? —susurró él. Cerré los ojos con agotamiento, abrí la boca.
— ¡Matarán a la niña, Caín! —canturreó interrumpiéndome Jay mientras se iba de la caravana junto a su hermana Kenia.
Caín me miró con preocupación, sabía que tenía miedo de que algo le pasara a la pequeña, se lo notaba en los ojos. Me limité a entrecerrar los ojos, tampoco tenía ganas de consolar a nadie.
— ¡De acuerdo! ¡De acuerdo! Pero no me mires así. —dijo Caín. Lo dejé en el suelo y luego abrí la puerta mientras lo dejaba pasar.
El joven bajó las pequeñas escaleras mientras la luz le daba de espaldas, se tomó unos segundos para bajar el último escalón y en cuanto pudo salió corriendo en busca de la de dieciséis. A esto, le miré con desapruebo y grité hacia los que se encontraban yendo a sus caravanas.
— ¡Atrapadle!
Una multitud de trabajadores del circo corrieron tras el pelinegro hasta que uno pudo sostenerlo. Caín pegó un grito de sufrimiento mientras se derrumbaba en el suelo, observó a Kenia profanar su caravana y cerrar la puerta lentamente. El joven rió por lo bajo mientras lágrimas caían por sus mejillas. Se deshizo del hombre que lo sujetaba y me miró.
— ¡El idiota de Adam ha tenido que buscar ayuda para controlar a un veinteañero! ¡Impresionante!
Lo observé seriamente en la puerta de la caravana más grande. Caín tragó saliva y sonrió.
— ¡Ojalá llegues a pasar por algo así y veas lo que estas haciendo, A-A-A-Adam! —dijo por último con burla, apreté mi mandíbula y fruncí el ceño, por último cerré la puerta con brusquedad. Por otro lado, Caín apretó los puños y se dirigió a su caravana.
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Circo de psicópatas
Horror¡Bienvenidos al gran y espectacular circo de psicópatas! Aquí tenemos desde payasos que hacen reír hasta unas siamesas extremadamente bonitas y delgadas. También tenemos un elegante elefante que baila al ritmo de huesos crujir, hasta un tigre de ben...