Las estrellas.

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- Me gusta tu sonrisa, -dijo Aiden al terminar de comer.- es como si tuviera poderes y lanzara hechizos a las demás personas para dejarlos bobos de un tirón.

- Ya no sabes ni lo que inventarte. -contesté graciosa.

- Son bromas, pero sí que me gusta mucho ver tu sonrisa y verte sonreír. Por cierto, la comida estaba genial, muchas gracias.

- Bueno, más que comida fue como una merienda. - vacilé.- ¿Te apetece algo más?

- No gracias, de verdad.

- Esta bien.

Habíamos hecho un buen trabajo recogiendo juntos. Le enseñé como quedaron las habitaciones de vacías y se sentó al borde de la esquina de la que antiguamente era la cama de la habitación de mi tía.

- ¡Vaya! Pues sí que ha quedado bastante vacía, casi ni me había fijado. ¿Ya sabes lo que harás con las habitaciones?

- Sinceramente no, ni tampoco quiero pensarlo, siento que todavía es pronto para ponerme a ello.

- Lo entiendo.

Sinceramente, no sé a que viene tanto interés, desde que se enteró que lo único que quedaba de mi familia había muerto quiere venir a consolarme. No sé si lo hace con intenciones algunas o de corazón, pero no debo mostrar tanta inclinación hacia su amistad, ha pasado mucho tiempo de la ultima vez que conectamos de la misma manera que ahora, la única diferencia es que hemos madurado, aunque ambos estamos intentando buscar un futuro en nuestras vidas. Cuando esta conmigo siento lo mismo que sintió mi madre al venir a Lakeville, un apoyo, él fue mi apoyo de la infancia, ¿por qué no puede serlo ahora? Sí, claro que puede, es mi amigo, o eso supongo.

- Mañana es lunes, así que supongo que irás a clase, ¿no? -preguntó rompiendo el silencio incómodo que merodeaba por el aire.

- Sí, es lunes, pero no se si vaya a clases. Sinceramente no tengo ganas de estar pensando en estudiar.

- Pero has de hacerlo, no puedes perder clases boba, de verdad que no, no has de cometer el mismo error que yo, por simple vagueza no quise terminar el curso que me correspondía y aquí estoy, intentando encontrar algún trabajo. Y todos rechazados.

- Pero ayer tuviste una entrevista, seguro que te contratan, y bobo tú por cierto. -"boba", ¿es un mote o lo dice de verdad? Por dentro me hace reír, aunque ante él me muestro seria y sólida.

- No te creas Blake, no es el primero.

Estuvimos conversando sobre trabajos, clases, oficios, futuro, etc. Así un par de horas. Me invito a dar un paseo por alrededor y acepté encantada, mientras, continuábamos conversaciones. De repente y sin darnos cuenta estábamos justo frente al parque donde recogimos aquel pequeño pajarito. Al llegar al lugar, impulsivamente nos miramos y fui corriendo a uno de los columpios entusiasmada.

- Hacía tiempo que no me subía a uno de estos. -comenté con ilusión.

Ví como él me miraba sonriente. Su mirada penetraba por cada uno de mis poros hasta hacerlos levantar, un escalofrío me recorrió el cuerpo, y no sé si fue por su mirada o por la brisa fresca que rozaba mi piel. Sin comentar nada, se acercó y empezó a empujar el columpio, cada vez más fuerte que la otra. Sentía como la brisa fresca se convertía en helada, pero me gustaba la sensación, cada vez que estaba en el punto más alto me entraba un cosquilleo en el estómago. Vuelvo a ser una niña, esto me encanta. Dejó de empujarme y se sentó en el columpio de al lado, a penas movía la punta de los pies para columpiarse. Poco a poco fui parando, al levantarme mis piernas me temblaban y al recibir la brisa, esta ya no era helada, era más que eso; congelada. Me volvió al cuerpo la sensación de escalofrío y esta vez por todo el cuerpo, que me causó dar un pequeño salto al encogerme. Acontinuación me reí de lo tonta que había parecido dando el saltito estremecedor. Aiden, al notar mi frío, sin pensárselo se quito su abrigo y me lo puso encima.

- Te veías preciosa ahí, pude notar lo bien que te lo pasabas, pero creo que va siendo hora de volver a casa boba.

Vaya, me gusta este nuevo Aiden respetuoso, educado, simple y detallista. Asentí para marchar de nuevo a casa. Y de camino no podía dejar de oler el aroma a sensualidad que su abrigo me proporcionaba, me aferré a este durante todo el camino. Era de noche, y se podían observar las estrellas, me gustaba ver las estrellas, y cuando llegamos a la puerta de mi casa, subí los primeros escalones que daban a mi porche y me fijé en ellas.

- En alguna de esas están ellas. -dije recordándolas mientras sujetaba el abrigo por encima de mis hombros y los brazos por dentro.

- No lo dudo.

El silencio reinó durante algunos minutos, mientras observábamos el cielo.

- Deberías entrar ya Blake, empieza a hacer frío.

- Esta bien, toma la cha-qu-.. -Aiden me cortó la palabra para responderme que me quedara con ella, que así tenía una excusa para visitarme.

Cuando me dijo eso me sonrojé, la cara me ardía y no dejaba de evitarle la mirada. Él se acercó, subió un peldaño del escalón, me dio un beso en la frente y me miró hasta ver que entraba en casa.
Me gustó su beso, sensible y delicado. Era tarde, así que tenía que preparar la cena e irme a dormir, porque mañana volvía a las clases después de estos días un tanto duros.

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⏰ Última actualización: Sep 26, 2016 ⏰

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