El pajarito.

90 2 0
                                    

Ayer me acosté temprano, es por eso que hoy me levanto temprano también. Me puse a preparar un café, vi la hora. Eran las siete y cuarto, por eso dije para mis adentros que hoy iba a hacer algo productivo. Mientras se hacía el café, puse música; Sweet child'O mine, para ser exactos. Lo puse lo suficientemente alto como para oír nada ni nadie. A la vez que me servía el café iba cantando y danzando.
Me gusta cantar, desde que era pequeña que me aprendía todas las canciones que mi madre escuchaba, incluso hace un par de años escribí algunas letras, pero no toco ningún instrumento, por lo que nunca les llegué a poner ritmo alguno. Además, cuando mi madre me solía dejar sola en casa, hacía lo mismo que hago ahora, ponerme la música bien alta y atormentar a los vecinos con mis voces.
Todo esto y lo de ayer con Aiden, mi vecino, me hizo recordar cuando éramos más jóvenes. Una vez que estábamos en un parque cerca de nuestras casas donde había un pajarito herido, nosotros s migas de galletas que Aiden llevaba en su mochila, intentamos hacer que caminara y este daba saltitos, pero no pudo, ni siquiera aletear , así que decidimos llevarlo a su casa y allí nos atendió su madre. Dijo que estaba bastante segura de que se había hecho algún daño en el ala, por lo que esta cogió una ramita caída en el suelo de los árboles de su casa y le hizo un vendaje al pequeño animal.
Durante los primeros dos días Aiden estuvo cuidando de èl y como vivíamos uno en frente del otro, yo no tenía ningún problema en ir a visitarlo y ver como estaba el pajarito. Como anteriormente habíamos dicho que ambos lo encontramos, quedamos también en que ambos nos encargaríamos de cuidarle, así que contenta y con toda la ilusión del mundo me llevé el pajarito a casa. A la mañana siguiente tendría la actuación del fin de la primavera en el colegio, en la cual cantábamos canciones infantiles y hacíamos varios bailes. Cuando todo terminó y llegué a casa, me puse a jugar, también a ver un poco la televisión,  etc.  Así estuve hasta la hora de comer.  Me fui tan tranquila como siempre a la cama pensando en lo divertido que había sido el día. Por la mañana me fui con mi tía y mi madre a casa de una de sus amigas y ahí nos quedamos hasta la tarde. Cuando por fin llegamos a casa decidió irme a duchar y nada más salir, mi madre empresa a silbar una melodía muy hermosa,  cuando de pronto caigo, ni siquiera me acordaba... El pequeño pajarito...  Pensé para mis adentros. Tenía que haberme encargado de él. Me vestí lo más rápido posible y fui corriendo a la solana a ver al pobre animal, cuando llegué, a penas se movía y no tenía casi fuerzas. Un mal sentimiento inundó mi interior,  mis ojos empezaban a cristalizarse. Corrí hacia mi madre, con él en las manos y llorando se lo mostré. Ella, con toda la sensibilidad posible para no hacerme sentir mal, me dijo que ya era tarde, lo cogió y dijo que se lo iba a llevar para que descansara en un lugar mejor. Pasé aquella noche llorando, y nunca supe dónde llevó mi madre al pajarito. Total que cuando se lo conté a Aiden se enfadó conmigo,  lo bastante como para dejarme de hablar durante un tiempo.

Terminó la música y a la vez me terminaba el café, que ya estaba un poco frío, volviéndome a la realidad.  Era hora de dejar de recordar y empezar a hacer algo productivo para comenzar con buen pie el día.

En soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora