Zoe y Mara son una pareja joven que se aman, pero no todo es perfecto para siempre. Las circunstancias las llevarán a alejarse...
Hasta que un Catorce de Febrero, Mara recibe una canción...
¿Su amor podrá sobrevivir aquella batalla? o de lo contari...
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Ese catorce de febrero Zoe y Mara se disponían a ir a una cita. Se estaban conociendo, pero a sus padres les habían dicho que eran amigas salvo la madre de una de ellas sabían que estaban entrando en una relación.
A las seis de la tarde ambas se encontraban en la puerta de la heladería, una de ellas se acercó más a la otra para robar un beso de sus labios. Este iba a ser su noveno encuentro, como de costumbre preferían que sea en este lugar porque las dos compartían gustos por las galletas y las frutillas.
Zoe al ver como Mara entraba al lugar la imitó. Se sentaron en la misma mesa de siempre, la que estaba frente a la ventana. El mozo, Guillermo, les asintió antes que ellas dijeran lo que pedirían, él las conocía desde hace semanas sabía que tendría traerles: Dos batidos de frutilla con galletas con crema para las dos.
No paso mucho tiempo de que le trajeron su orden y de que se estaban disfrutando de su merienda cuando a Zoe le llegó un mensaje de su padre. Esta al recibirlo se tensó, ¿Cómo le iba a decir a su frutilla aquello?
Mara le pregunto amablemente que le sucedía cuando su novia le dijo por lo que estaba preocupada esta reacciono de una mala manera. La chica dulce dejo de serlo para dedicarle una mirada severa.
── ¡¿Cómo puedes irte?! ── exclamo mientras mascaba con fuerza la galleta entre sus dientes── ¿Me dejaras Zoe?
──No lo sé──dijo pensativa.
No lo podía creer estaba al tanto que el trabajo de su padre corría peligro, pero no esperaba que lo terminaran despidiendo sin razón. Tampoco ella no quería dejar el pueblo de Zalem, pero su familia la terminaría obligándola. Además no podía protestar, si ellos sabían que había algo más que una amistad entre ellas dos las matarían.
Sintió la necesidad de salir a tomar aire cuanto antes. Mara la persiguió fuera del lugar, pero Zoe ya estaba en la esquina. Esta se detuvo allí a descansar, lo que dio oportunidad de alcanzar a su amiga.
── ¿Dónde vas, Galleta? ──La llamo por su apodo. ──Necesito estar tranquila para poder pensar──dijo alejándose de allí corriendo a toda velocidad.
Mara no iba a dejarla andar en ese estado por las calles del pueblo. Así que sin importarle corrió detrás de ella. Zoe llegó a su casa, esta estaba entrando cuando Mara se paró frente a la reja.
Zoe la miro una última vez antes de cerrar la puerta ruidosamente detrás de ella.
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