CAPITULO 13

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Annie.

Me estaban tomando fotos.

De un segundo a otro habíamos casi diez personas en un espacio, la mayoría llegó directo a observarme. Una mujer vestida como enfermera se me acercó al ver que dejaba el vaso de vidrio a un lado.

Me pidió acompañarla, no parecía con la mismo carácter que al anterior. Me hablaba en susurros, casi como si quisiera que sólo yo la oyera.

Quizás para entablar confianza, cosa que no hizo la que había venido hace unas horas.

De igual forma, no sabría decir si como se dirige a mí es con amabilidad o con lastima.

A pesar de no ser mucho más alta que yo, me intimidaba mucho. Sus ojos parecían querer analizar cada centímetro de mi, ella buscaba en mi mirada alguna respuesta a lo que sea que se estuviera preguntando.

No hablaba, no con ella.

No paso mucho desde que vio que no iba a cooperar con palabras, así que me pidió que me colocara en la pared frente a las escaleras.

Totalmente lisa, totalmente blanca y no entendía porqué ahí.

Hasta que sacó la cámara.

Incomodidad era la palabra perfecta que podía describir este momento. Di vueltas, me puse de perfil y extendí los brazos cuando me lo pidió. El lente de esa cámara me recorrió de pies a cabeza, capturando cada marca que me rodeaba el cuerpo.

«No quiero ver esas fotos»

Sabía que no estaba bien, que cada centímetro de mi piel no estaba en su mejor momento. Tampoco es que recordara cuando lo ha estado. Pero el hecho de que quede en una foto me provoca arcadas.

Respiré hondo varias veces, tratando de no llorar. De pensar en cosas bonitas.

No funcionó.

«¿Quien le dijo a esta señora que tenía que hacer esto? ¿Estaba bien?»

Mi mirada vago por todos los rincones, cada extremo que no pude apreciar antes estaba llamando mi atención ahora.

Hasta que ví a Andrew.

Estaba de brazos cruzados viendo a la del traje de hospital apuntarme con el lente, Manuel le hablaba a su costado pero no parecía estar prestándole atención. Su seño estaba fruncido, no parecía contento.

«¿Cuando lo ha estado desde que interrumpí su vida?»

—Listo linda, ahora abre la boca.

La miré de inmediato, sacando mis ojos de su tamaño natural.

—¿Eh?—retrocedí dos pasos—: ¿Para qué?

Regresé la vista hacia Andrew rápidamente, el alivio fué grande cuando se acercó.

Pero no solo.

—¿Que ocurre?—habló Manuel antes que él dijera algo.

La mujer lo miro con media sonrisa, abriendo el maletín que había estado cargando en la espalda.

De este mismo, saco unos hisopos.

—Ya tengo las fotos, ahora necesito muestras de saliva,—se acercó con uno en mano, volví a retroceder. Ella suspiró.

—Linda, por favor colabora.

Parecía cansada, frustrada. Y ahora sí estaba segura de lo que me tenía era lastima.

Me sentí peor.

—¿Duele?—murmuré para todos, ya no quería mirar a nadie.

Sin embargo, que Andrew se aclara la garganta en ese momento llamó la atención de todos.

—No duele—contestó, mirándome más a mi que al resto.

Asentí.

Fué una sensación extraña, el algodón paso por la parte interna de mis mejillas, deteniéndose al final de la boca. Supongo que para tener más saliva. Una vez fuera, lo metió en una bolsa transparente antes de mirar a Manuel y asentir con la cabeza.

Sintiéndome cansada me senté en el suelo, dando un respingo en cuanto el frío del piso me tocó la piel.

Después de tanto, es fácil sentir cuando alguien te está mirando. Cuando vendan tus ojos por tanto tiempo aprendes a aumentar el desarrollo de los otros sentidos.

Los ojos de Andrew no me abandonaron en ningún momento y todavía en el suelo sabía que me estaba viendo. Yo miraba mi reflejo borroso en la baldosa oscura en la que estaba sentada.

Un carraspeo al fondo nos hizo levantar la mirada a los tres.

Era otro sujeto de mayor edad, vestido de igual forma que la señora anterior, ¿Enfermero también?

Era alto, robusto y tenía el cabello canoso. Nos miraba a todos como si quisiera una explicación.

—Oficial Green,—su vista se concentró en Manuel—: Ya tenemos algunas fotografías de la habitación que me había indicado el señor aqui presente,—hizo un ademán con la mano hacia Andrew—: ¿Ella ha tocado alguna otra cosa?

No me gustaba que hubiera tanta gente, menos que estuvieran analizandome de esta forma. No me sentía bien, pero dando un repaso a mi alrededor parecía ser lo correcto.

El brazo de Andrew se elevó y señaló el taburete en el que yo misma había estado sentada hace unos minutos.

«¿Qué harían con todo lo que había tocado? ¿Para que estaban tomando tantas fotos?»

—Annie, ¿Estás bien?

La voz de Andrew me hizo levantar la mirada en sorpresa, pasó de estar a un metro a tenerlo a sólo dos pasos.

Sus ojos verdes chocaron con los míos y negué.

La confusión y la incomodidad me inundaban cada centímetro del cuerpo. Todos me observaban y me analizaban como si fuera algún experimento, como si tuviera respuesta para todo. Cuando no es así.

Me tendió una de sus manos para levantarme.

Negué.

Alejó su brazo de mi y por segundos pensé que me iba a dejar sólo con mi reflejo en su piso.

Pero no fué así, no hasta que sentí ambas manos posarse en la parte interna de mis brazos para alzarme. Por inercia mis piernas rodearon su torso y, dejando caer mi frente en su hombro sentí como sus pasos avanzaban hacia la escalera.

—¿Qué se supone que crees que haces?—ladró Manuel con los dientes apretados, me encogí en mi sitio.

Andrew ejerció una ligera presión más en sus brazos a mi alrededor, deteniéndose en seco en el tercer escalón para mirarlo.

—La llevaré arriba—contestó sin más, ignorando las quejas que murmuraba su amigo a sus espaldas.

Una vez en el pasillo principal noté como me acomodaba mejor en un brazo para poder abrir la puerta.

Por los colores grises, era su habitación.

Ignorando los plásticos, cintas amarillas y alguno que otro cartel con un número en el suelo, me dejó sentada en la orilla de la cama.

Se agachó para quedar en cunclillas frente a mi.

—Entiendo que puede ser abrumador,—dijo mirando a su alrededor—: Olvídate del desastre ese,—con un dedo señaló lo que ya había visto—: Descansa, creo que ya tienen lo suficiente. 

Asentí apretando los labios, él era la única persona que no parecía querer regañarme en este lugar.

Suspiro antes de levantarse e irse hacia la puerta, me miró una última vez antes de salir. 

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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤️

ANNIE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora