CAPITULO 45

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Annie.

Jugaba con el roce de mis pies, la habitación solo contaba con un espejo frente a mi que ocupaba casi toda la pared. Una mesa plateada con dos sillas estaba en todo el centro, yo sentada en una.

No paso mucho tiempo antes que una oficial entrara con una bandeja en ella. No pasé por alto la carpeta que sujetaba bajo su brazo.

—Hola, linda—saludó sentandose en la silla frente a mi, se veía amable—: ¿Tienes hambre?

—Mas o menos.

La verdad era que después de lo que había pasado con Andrew en su sala, el estómago se me cerró por completo. La oficial, dejó la bandeja a un costado de la mesa.

—¿Qué es eso?—pregunté señalando unas bolitas cubiertas con un papel naranja.

Ella, estiró la mano y tomó uno para abrirlo.

—Son chocolates con temática de Halloween,—sonrió apoyando ambos codos en la mesa—: Unas te pueden venir con relleno de caramelo o menta, no son muy creativos con los sabores.

Fruncí el seño.

—¿Halloween?, ¿Tan pronto?

Ella alzó una ceja.

—Hoy estamos a 25 de Octubre, hace semanas la cuidad empezó a decorar con puras calabazas, brujas y demás.—sonrió de nuevo, estirándose para pasarme una bolita de esas—: Pruebalos, son ricos. A mis hijos les encantan.

Asentí quitándole el envoltorio, me la llevé a la boca y el sabor a menta con chocolate me invadió. Sonreí todavía masticando.

—¿Qué sabor te tocó?—preguntó acercándome la bandeja.

—Menta.—y la verdad me gustó.

—A mi hijo mayor le encanta ese, pelea con el hermano cuando a él le roba de los suyos,—rió levemente—: El mayor es rubio como yo, pero el menor es casi del color de tu cabello como su padre, bien oscuro.

Asentí, saboreando lo que me quedaba en la boca del chocolate.

—¿Puedo preguntar cómo se llaman?—no quería molestarla.

—Claro,—esa mujer no dejaba de sonreír, haciendo que las leves arrugas en sus ojos se notarán un poco más—: El mayor es Caleb, el menor se llama Christian.

—¿Y usted?

—Christina,—rio de nuevo—: El nombre del padre de ellos también es con la misma inicial. Es algo de familia.

Asentí, tomando otra bolita.

La oficial ahora con nombre, me dejó comer tranquila mientras abría la carpeta que había en sus manos. Podía notar la duda en sus ojos con respecto a lo que veía en aquellos papeles.

—Annie, escucha—mantuve mi vista en la carpeta—: Hemos encontrado ciertos datos de ti que es bueno que lo sepas, o muy quizás ya los sabes pero tienes el subconsciente tan opacado que una gran cantidad de datos son omitidos.

No es la primera vez que me lo decían, la dejé continuar mientras arrugaba el papel de la tercera bolita que abría. 

—¿Quieres que continúe?—murmuró inclinandose en la mesa para buscarme los ojos.

«No sin Andrew aquí»

—Si.

Hizo de su boca una línea mientras dejaba caer la carpeta abierta en la mesa, con sus manos juntas sobre las hojas.

ANNIE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora