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— Que raro eres, niño—. El pelinegro dijo con un suave hilo de voz  y sentí una de sus manos en mí cintura. Alcé la cabeza para mirarle a los ojos y con un movimiento rápido, él me acercó a su cuerpo, causando que mi respiración se volviera irregular.

Me di el placer de poder disfrutar de aquel aroma que tanto me gustaba. Rodeé su cuello con mis manos bajo su atenta mirada. Como si se conociera cada milímetro de la celda, retrocedió a tientas y se sentó sobre la litera de abajo y palmeó sus piernas para que me sentara sobre él. Hice caso a sus indicaciones y no tardé en volver a tener sus manos sobre mis caderas y poco a poco inclinó su cabeza, quedando a pocos centímetros de mis labios —tan cerca de volver a sentir sus suaves labios sobre los míos, esa calidez...—

— ¡Dowoon, ayudame! ¡Es Jae!— Exclamó, se trataba de Sungjin, quien no tardó en  abrir la puerta de par en par y apoyarse esta para recuperar el aliento.

Al oír el nombre del rubio di un bote, golpeando mi cabeza con la otra litera y sacándole un gemido ahogado al pelinegro, pero poco me importó en ese momento. Rápidamente me levanté y entonces pude ver la cara de preocupación de Sungjin.

— ¿Qué ha pasado?— pregunté inquieto, pues debía tratarse de algo muy grabe y no me perdonaría el no volver a ver al rubio, aúnque bueno, si era porque había cumplido condena preferiría no volver a verlo..

— ¡No lo sé!— Gritó con las manos en la cabeza. — Simplemente se desplomó, se cayó al suelo, se desmayó.

Sentí unos pasos detrás de mí y después unos brazos me envolvieron por la espalda y Sungjin dió un paso atrás, era como si Young K quisiera dejar en claro que le pertenezco de alguna manera a pesar de que estaba claro que Sungjin no venía con intención de arrebatarle la puta a nadie.

Aún así, seguía inquieto y no podía evitar el impulso de querer liberarme para correr hasta donde quisiera que estuviera mi amigo. Aclaré mi garganta antes de hablar.

— ¿Por qué? ¿Ha comido algo que le sentara mal?— miraba a Sungjin de una forma casi intimidante  y atendía a sus palabras con antenas y señales y eso, al parecer molestaba a mi compañero de celda.

— No que yo sepa—. Contestó dando vueltas a nuestro alrededor.

— ¿Entonces?— dije con el ceño fruncido.

Sungjin se quedó quieto unos instantes y mordió su labio inferior, su cara parecía decirlo todo —la he cagado—.

— Bueno, ya sabes... Él es muy sensible y emocional, bueno... Di-digamos que me encontró follando con uno de sus amigos...

— Así se hace—. Dijo una voz detrás de mí y por el tono que había usado, no era sarcasmo. Fruncí el ceño y gire la cabeza para mirar al pelinegro, quién se rió como si le hubieran contado el mejor chiste de su vida.

— ¿¡Y porque cojones lo has hecho si ya sabes como es Jae!? — Me volví al contrario gruñiendo, pues ya se me estaba empezando a acabar la paciencia por la actitud de ambos.

— Creí que estaría haciendo alguna de las actividades esas a las que está apuntado—. volví a escuchar esa risa que me ponía de los nervios, me volví a girar y esta vez, Young K paró, volviendo su expresión neutra.

— Mira, solo ponle un algodón con alcohol cerca de la nariz y si eso no funciona, llevale a enfermería cagando leches. Como me entere de que le ha pasado algo más, preparate ¿si?— le di una mirada fuminante, nadie juega con la salud de mi amigo.

— Sí...  gracias Dowoon—. Ya más calmado y esperaba que arrepentido, Sungjin se fue, dejándonos a Young Hyung y a mí solos otra vez. 

Suspiré ondo y me di la vuelta, encontrándome con aquellos ojos cafés que me estaban fijos en mí. Cerré los mios y me imaginé como sería poder admirarlos a todas horas, fuera de estas cuatro paredes...

— Tengo una pregunta—. Le dije y el respondió con un murmullo. —¿Por qué Changbin si puede estar con otras personas, pero Jae no puede estar con otro más que con Sungjin?— El pelinegro frunció el ceño, pero poco después  habló.

— Porque Jae le pertenece a Sungjin, pero Sungjin no le pertenece a Jae—. Dijo seco, como si fuera lo más obvio y no fuera un tema que requiera su valiosa atención.

—Pero eso es injusto—. Dije algo molesto por su respuesta.

— Si crees que en la carcel algo es justo, quiere decir que no sobrevivirías si estuvieras completamente solo.

— Si... pero... ¿Qué pasaría si..
por ejemplo, yo estoy con otra persona que no fueras tú?

Young Hyung esbozó una pequeña sonrisa que desapareció tan rápido como la había formado. Me miró desafiante y comenzó a caminar a mi alrededor, ahí fue cuando una oleada de arrepentido me recorrió por haber formulado la pregunta.

— Pues... en primer lugar— comenzó a hablar. Puso su cabeza en mi hombro y comenzó a enumerar con sus dedos. — Mato a el imbécil con la que te acostaste. Después, me encargaría de que nadie más se atreviera a tocarte, volvería a reclamarte. Por último pero no menos importante, tendrías unas reglas muy estrictas que tendrías que cumplir a rajatabla para mantenerte con vida por haber dañado mi imagen.

Dejó un tierno beso en mi mejilla y se alejó un poco de mí. Yo le miré confundido y con nervios —¿sería capaz de hacer eso?— una parte de mí me decía que sí y que era mejor no tentar a la suerte, pero la curiosidad era más fuerte que mi miedo, él para mí no es un rey al quien debía respeto.

— ¿Y por qué no me matas directamente en vez de mandarme advertencias para conservar mi vida?

El pelinegro se quedó quieto y poco después retrocedió sobre sus pasos, puso sus manos sobre mia caderas y juntó nuestras frentes.

— Porqué si tú mueres niño, yo también moriré.

El convicto; BriWonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora