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— Okey - Se ríe - ¿No deberías estar con Ruggero?

— Si, pero quería recorrer por mi cuenta. Además, esta arreglando el problema de contabilidad.

— Si quieres, puedo hacerte el recorrido yo mismo.

— Me encantaría mucho que..... - Alguien me interrumpe -

— No hace falta, ya resolví el problema. No fue gran cosa. ¿Seguimos con el recorrido? - Mirandome -

Acenti con la cabeza y ambos nos fuimos al elevador. En toda la tarde, Ruggero no dejaba de tocarme: Me tomaba por la cintura, de vez en cuando bajaba la mano hacia mis culo y cundo nos sentábamos, me tomaba de la pierna. Sentia que me derretía cada vez que me tocaba. Era un hielo bajo el sol.

Luego de recorrer toda la empres, me llevó hasta su oficina. Era muy grande y lujosa. Había ventanales por todas partes, haciendo que entrara una luz natural. Era precioso.

— Me gusta mucho tu oficina. ¿Tu la diseñaste? - Viendo para todas partes -

— Si, soy muy estricto con las decoraciones de interiores - Acercandose hacia mi -

— Que lindo - Tragando pesado - ¿Y hoy no tienes que trabajar?

— Soy el jefe de todo esto. Si quiero trabajo y si no quiero no lo hago.

De apoco el se acercaba a mi, como un carnívoro acecha a su presa. El caminaba hacia delante y yo caminaba hacia tras, tratando de no chocar con la pared como la última vez. Estábamos caminando en círculos y ambos estábamos atentos a eso. De repente chocó con su escritorio, haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo.

— ¿Otra vez estas nerviosa, señorita Sevilla? - Poniendo sus manos al rededor de mi cintura -

— N... no - Evitando su mirada -

— Entonces mírame a los ojos cuando te hablo.

Tomo mi barbilla y me obligó a verlo a los ojos. Sus ojos, a la luz del sol, parecen ser más claros de lo normal, pero había algo en ellos que me traían loca y no sabía que era. De apoco, sus labios fueron rozando con los míos, hasta que me besó feroz mente, haciendo que perdiera el control de mi cuerpo.

Me sentó arriba de su escritorio, acariciando cada sentimetro de mi cuerpo. Se separo unos instantes para desabrochar se la camisa, dejándola caer al suelo. Se acercó nuevamente a mi y me besó con más cuidado.

— ¿Ya lo habías echo alguna vez? - Negué con la cabeza - ¿Esta es tu primera vez? - Acenti con la cabeza - Será mejor que vengas a mi casa - Poniendose la camisa -

— ¿¡¡QUÉ!!?

— Si, no querrás que tu primera vez sea en una oficina.

Me tomo de la mano y nos fuimos del edificio. Estaba nerviosa y tenía miedo de lo que llegara a pasar. Esta era mi primera vez. Nunca me había tocado o masturbado, siempre fui muy íntima con todos, y que ahora llegué un hombre a quitarmela me asusta. Sin darme cuenta, ya habíamos llegado a su casa. Nos bajamos de su auto y entramos a su casa.

— Rugge, creo que esto es una mala idea

— Nadie lo sabrá - Poniendo sus manos en mi cintura -

— Pero yo si

Me suelto rápidamente de su agarré y corro hacia la puerta. No me sorprendió mucho que no me siguiera, ya que cuando intenté abrir la puerta, esta estaba bloqueada. Voltee para verlo y el, solamente reia, con ambas manos en los bolsillos de su pantalón.

— ¿A dónde quieres ir entonces? - Caminando hacia mi -

— A mi casa... para estar sola.... lejos de ti

🍼𝗠𝘆 𝗦𝘂𝗴𝗮𝗿 𝗗𝗮𝗱𝗱𝘆🍼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora