"La casita del horror"

549 22 4
                                    

MUCHAS GRACIAS POR LOS 3K DE LEÍDOS, LOS/AS AMAMOS.

Luke se volteó dirigiéndose hacia mí con una gran sonrisa en su rostro.

-Pero tú duermes en el sofá.- Señalé el pequeño sofá que se encontraba frente la ventana.

-Vamos Sam, no porque compartamos una cama significa que suceda algo.-Hizo un puchero y juntó sus palmas en forma de súplica.

-Lo dicho, hecho está. -Tomé mi pijama y me dirigí a cambiarme al
baño.

Cuando salí -con mi pijama de polar de ositos cariñositos- Luke se encontraba sin camisa riéndose de mí al pie de la cama. -¿Qué? ¿De qué te ríes?

-Nada, nada. -¿Que creían? ¿Que saldría de ese baño con sólo una remera y unos shorts muy cortos? No señoras y señores, no con ese pervertido en mi habitación. -Pero, hay unos 30ºC por aquí.

-Antes muerta. -Cogí mi cabello.

-Sudada, querrás decir. -Me señaló de pies a cabeza. Quizá tenía razón. Había una sensación térmica de 30°C, pero no le daría en el gusto, no, Samantha Higgins no es una cualquiera.

-Buenas noches, Miller.- Apagué las luces y me dirigí a mi cama mientras que escuchaba a Luke como intentaba acomodarse en ese pequeño sillón. Reí por lo bajo mientras él sólo gruñía.

Pasó alrededor de una hora y media desde entonces y no podía quedarme dormida, sólo pensaba en lo que ha pasado: Si Luke me utilizaba, cual era su pasado y qué ocultaba.

Mientras observaba la pared, escuché los pasos de Luke que se dirigían hacia mi cama. Apreté mis ojos para que creyera que estaba dormida, pero ni siquiera me miró. Se metió en la cama y me tomó de la cintura para apegarme a su cuerpo y enredar nuestras piernas quedando muy juntos.

-Buenas noches, preciosa. -Me apretó aún más y no hice ningún gesto. Sólo me dejé llevar, al parecer me agradaba.

Samantha Higgins, eres una cualquiera.

Dios, no dormí en toda la puta noche por el sudor que emanaba de mi cuerpo, parecía un cerdo, rezaba porque Luke no lo notara.

{...}

-Luke, despierta, hay que ir al instituto. -Lo moví mientras se quejaba intentando despertarlo pero ni se inmutaba.- ¡Levántate, idiota! -Lo empujé y calló de cara al suelo.

-¡TERREMOTO, TERREMOTO! ¡JUNTEN AGUA, JUNTEN AGUA! -Se levantó rápidamente de ahí gritando como un maniaco.

-¡Cállate, estúpido! ¡Te escucharán! -Me lancé como un koala a taparle la puta boca.

-¿Sam? -Asentí con mi cabeza. -¿Qué hora es? -Observó el reloj a su lado en mi mesita de noche. Las 7:30.- Es muy temprano ¿Qué haces despierta? -Frotó sus ojos con las manos.

-Lunes, instituto. -Le dije con un tono de "¿Eres idiota o te cayó un rayo?".

-¿Y? Podemos faltar un día, ¿Qué mas da? - Se tiró de boca a la cama. -Nadie irá, tampoco Julie, de seguro tiene resaca. -Me senté junto a él. Quizá tenía razón, era sólo un día. -Además, me debes una cita. -Se acomodó junto a mí.

-¿Una cita? -Alcé una ceja y me crucé de piernas.

-¿Acaso ya lo olvidaste? Tengo un lugar perfecto al donde te quiero llevar.

-Adivino. -Me crucé de brazos. -La estación de trenes.

-No... -Dijo boca abajo y luego de unos segundos, se levantó quedando sentado en frente de mi. -¡Bueno, ya! Quizás era la estación de trenes. -Reí. -Pero tengo una segunda opción.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora