"Pérdida"

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-Ya pagaron su fianza, señorita. -Pasé dos horas esperando en ese oscuro lugar, pensé seriamente en pedir una taza metálica para entretenerme golpeándola contra los barrotes. Mis padres me matarían, este era mi fin.

-¡ESO FUE INCREÍBLE! ¡CORRISTE COMO UN RAYO! –Exclamó emocionado Luke saliendo de la nada.

-¿¡Qué mierda haces aquí!? -Había llamado a Julie para que pagara mi fianza y llega este puto. -No quiero más problemas, así que si no te molesta, volveré a mi jaula.

-Vamos bonita, ¿No me agradecerás que te saqué de esta cárcel? - Me dijo abriendo sus brazos esperando un abrazo.

 -¡¿AGRADECERTE?! POR TU CULPA TERMINÉ EN PRISIÓN. -Le grité.

-Vamos, admite que fue divertido. -Dijo con una gran sonrisa.

-Púdrete, si mis padres se enteran, volveré a este lugar.

-No es para tanto linda.- comenzó a reír.

-¡YA DEJA DE LLAMARME LINDA, BONITA Y TODA ESA MIERDA! Ahora, si no te molesta. -Me aparté de él. -Volveré a mi propia prisión, antes de que me castiguen más de lo que probablemente estoy ahora por escaparme de clases y llegar tarde.

{…}

Llegué a mi casa y mi madre estaba sentada esperándome en el sillón.

-¿¡Dónde rayos andabas Samantha!? Me llamó tu profesora de Biología informándome de tus malos comportamientos en clases y, además, que jamás volviste de la oficina del director, ¿Hay algo que quieras decirme al respecto? -No sabía qué excusa inventar así que lo más barato vino a mi mente.

-Tenía...dolor de estómago...-Inventé.- ¡Sí! ¡Un muy fuerte dolor de estómago! Así que comencé a quejarme y me enviaron a la oficina del director, pero antes pasé al baño y estuve toda la tarde ahí. -Mis manos comenzaron a sudar, esa no me la creía ni yo.

-Está bien... ¿Ya te sientes mejor? -No podía creerlo, se la creyó por completo.

 -Sí, sólo que aún me siento algo a dolorida, iré a dormir.

-¡Espera! Vamos a la farmacia por algo para ese dolor. -Mierda.

-No mamá, en serio estoy bien.

-No, no quiero que faltes a clases mañana, tomarás algo para el dolor y mañana por la mañana estarás mejor.

-Está bien.- Qué más da, sólo tomaría un jarabe que no me haría daño absoluto, además, debía seguir el juego para que me creyera.

{…}

Llegamos a la farmacia, sacamos un turno y nos sentamos a esperar. A nuestro lado había tres chicos de pelo castaño muy sexys que nos observaban y coqueteaban, estaban bien buenos.

-¿45? -Preguntó la farmacéutica, ese era nuestro número así que nos dirigimos de inmediato hacia ella.

-Hola, quería algo para el dolor de estómago. -Dijo mi madre.

-¿Tienen receta médica?

-No, pero necesito algo simple como un jarabe.

-¿Síntomas? -Preguntó la farmacéutica.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora