RELATO 1 | La puta

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Capítulo 1. Candy / Punk City

Para todos los pervertidos (me incluyo)

La risita de la puta resonó despertando ecos en la estancia

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La risita de la puta resonó despertando ecos en la estancia. El Club había abierto horas antes, sin embargo, sólo Jason y Blue eran los únicos clientes. Las putas iban y venían en su desfile sensual, exhibiendo sus cuerpos esbeltos. Candy contaba buenas historias por lo que llevaban dos horas oyéndola.

—Una vez me cogí a un hombre que parecía que tenía elefantiasis en el pene, de verdad —Candy lanzó otra carcajada que contagió a los demás—. Tenía este tamaño —les enseñó su delgado brazo tatuado—. Primero se lo Chupé, al principio no me entraba en la boca y sentí miedito de que me la quisiera meter en el culo, es decir, siempre me ha gustado que me rompan el culo, pero aquel la tenía muy grande. En fin, se la chupé con tanta pasión con la vaga esperanza de que se viniera antes de que reclamara mi orificio.

—Así que te gusta el sexo anal —se río Blue, la chica de cabello azul y ojos verde esmeraldas.

—¿Y a ti no? —quiso saber Candy al sentirse interrumpida.

Blue carraspeó y confesó.

—La verdad si me gusta pero a ti no te da pena hablarlo —señaló a Candy con los ojos insinuantes—. A mi ex le gustaba metermela todo los días por el culo y no tenía compasión el maldito —se encogió de hombros—. Quiero decir, el sexo anal es estupendo, sigue con tu historia.

—Vale —asintió Candy. En sus ojos se veía el destello incandescente de la lujuria. Jason ya estaba duro como una roca de sólo oírlas hablar. 

—¿Que decía? —prosiguió Candy—, ha si, el tipo de la verga de treinta centímetro. Era viernes por la tarde y debía de ir a un sintió acordado, yo no sabía quién era el cliente así que acudí alegre porque hacía meses que no me ofrecían tanto dinero.

»El tipo tenía una casa enorme como su verga, quise robarme una estatuilla de plata pero no podía esconderla en mi ropa, de hecho, casi ni llevaba ropa.

Calzaba aquellos zapatos escarlatas altos, mi vestido traslúcido que dejaba a la vista mi cuerpo, incluso, un ejecutivo mirándome desde un edificio podría notar mis pezones. No traía nada debajo de eso.

Me había arreglado el cabello, no quería usar peluca por lo que tube que teñirme el pelo de blanco, el cabello blanco era siempre para ir a ver a los más ricos.

Estando en su deslumbrante casa, allí predominaban los colores neón. Después de chuparla por casi media hora, me había comenzado a arder los pliegues de mi boca. Era rudo y muy grande, yo, una flacucha con buen trasero.

—Pero si te la metió al culo —la interrumpió Jason con sarcasmo.

»Paciencia idiota —siguió Candy—. Me acometió violentamente por la vagina, me doblaba como si fuese de goma, podía sentir sus manos estrangularme, y cuando me dejaba respirar me lamia el culo. Si, remolineó su lengua en mi ano como si emanara miel. Cuando parecía que se iba a correr se detenía y seguía lamiendo mi cuerpo por todas partes, le faltó meterme la lengua en la nariz.

Muñecas De Neón (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora