C A P I T U L O II

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"El callejón Diagon"

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Harry se despertó temprano aquella mañana. Aunque sabía que ya era de día, mantenía los ojos muy cerrados.
«Ha sido un sueño -se dijo con firmeza-. Soñé que un gigante llamado Hagrid y una niña llamada Nix vinieron a decirme que voy a ir a un colegio de magos. Cuando abra los ojos estaré en casa, en mi alacena.»
Se produjo un súbito golpeteo.
«Y ésa es tía Petunia llamando a la puerta», pensó Harry con el corazón
abrumado. Pero todavía no abrió los ojos. Había sido un sueño tan bonito..

Toc. Toc. Toc.
-Está bien -rezongó Harry-. Ya me levanto.
Se incorporó y se le cayó el pesado abrigo negro de Hagrid, seguía dentro del saco de dormir, ahora que lo pensaba bien a pesar de dormir en el suelo y del clima, había podido dormir mucho mejor que en su alacena o su nueva habitación. Como si alguien cuidara su sueño.

La cabaña estaba iluminada por el sol, la tormenta había pasado, Hagrid estaba dormido en el sofá y había una lechuza golpeando con su pata en la ventana, con un periódico en el pico.
Harry se puso de pie, tan feliz como si un gran globo se expandiera en su
interior. Fue directamente a la ventana y la abrió. La lechuza bajó en picado y dejó el periódico sobre Hagrid, que no se despertó. Entonces la lechuza se posó en el suelo y comenzó a atacar el abrigo de Hagrid.

-No hagas eso.
Harry trató de apartar a la lechuza, pero ésta cerró el pico amenazadoramente y continuó atacando el abrigo.
-¡Hagrid! -dijo Harry en voz alta-. Aquí hay una lechuza...
-No te preocupes solo quiere que le paguen- dijo una voz desde una esquina de la cabaña, era la niña llamada Nix, se sobresaltó, pues no había notado su presencia pues se encontraba entre las sombras y con la capa puesta se camuflaba.

-¿Qué?
-Quiere que le pagues por traer el periódico. Solo debemos buscar en los bolsillos.

El abrigo de Hagrid parecía hecho de bolsillos, con contenidos de todo tipo: manojos de llaves, proyectiles de metal, bombones de menta, saquitos de té...

Finalmente fue Harry quien sacó un puñado de monedas de aspecto extraño.
-Dale cinco knuts -dijo Nix mientras acariciaba a la lechuza.
-¿Knuts?
-Esas pequeñas de bronce.
Harry contó las cinco monedas y la lechuza extendió la pata, para que Harry pudiera meter las monedas en una bolsita de cuero que llevaba atada. Y salió volando por la ventana abierta.

Hagrid bostezó con fuerza, se sentó y se desperezó.
-Buenos días- le saludó Nix.
-Buenos días, es mejor que nos demos prisa, Harry. Tenemos muchas cosas que hacer hoy. Debemos ir a Londres a comprar todas las cosas del colegio.

Harry estaba dando la vuelta a las monedas mágicas y observándolas.
Acababa de pensar en algo que le hizo sentir que el globo de felicidad en su interior acababa de pincharse.

-Mm... ¿Hagrid?
-¿Sí? -dijo Hagrid, que se estaba calzando sus colosales botas.
-Yo no tengo dinero y ya oíste a tío Vernon anoche, no va a pagar para que vaya a aprender magia.
-No te preocupes por eso -dijo Hagrid, poniéndose de pie y golpeándose la cabeza-. ¿No creerás que tus padres no te dejaron nada?
-Pero si su casa fue destruida...
-¡Ellos no guardaban el oro en la casa, muchacho! No, la primera parada para nosotros es Gringotts. El banco de los magos. Come una salchicha, frías no están mal, y no me negaré a un pedacito de tu pastel de cumpleaños.
-Déjenme, yo me encargo- dijo Nix y a continuación de un movimiento de su mano apareció un desayuno bien hecho y que desprendía un olor agradable, se sorprendió por ver magia de nuevo- Harry aún está en crecimiento no puede comer solo salchichas de desayuno.

D E S T I N Y [P.J., H.P., T.W.] EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora