C A P I T U L O VII

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Comenzando con la historia~

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Dumbledore siempre estaba anticipando las cosas, sus planes y manipulaciones siempre funcionaban a la perfección, aunque bien es cierto que el hecho de que una chica muy furiosa lo arrojara a un muro por su hermano que había salido herido en unos de sus planes, no era parte de sus planes, sabía que Nix siempre estaba tranquila hasta que su hermano o alguien cercano a ella estuviera involucrado.

No esperaba ese recibimiento, planeaba suavizar las cosas y charlar tranquilamente con ella, sus planes nunca salían mal. Pero siempre hay una primera vez para todo.

Su espalda golpeó el muro y la gravedad hizo su trabajo dejándolo caer con un fuerte golpe. Se recuperó en unos segundos, tiempo en el que un muchacho se acercó a él. Si bien la cara del chico estaba en blanco, la manera en que zarcillos de niebla negra y la magia saliendo en oleadas de él confirmaban su estado de animo.

Albus se paró y sacó su varita mirándolo con cautela, en momentos como esos deseaba poder leer su mente como con los demás pero sus escudos mentales eran muy fuertes.

-Una cosa-dijo Nix en un susurro con suavidad-Una sola cosa te dije que hicieras, Albus y no puedes cumplirla. Te advertí que traer la piedra aquí era innecesario y que pondrías en peligro a los demás con tus estúpidas pruebas. Te dije que si mi hermano salía herido o cualquier otro niño lo hacía, pagarías las consecuencias.- su voz solo se elevó lo suficiente pero el desagrado y la furia se podían apreciar en su tono, por un momento su rostro pareció desfigurarse un poco.

-Querido muchacho, no tenías por que reaccionar de esa forma, me heriste y además los chicos están bien, tienes que entender que todo esto era por...

-Por tu grandioso bien mayor, ¿no es así?, ¿En serio piensas comprarme con eso? Suenas como mi bisabuelo Albus. Aclaremos algo, tú y tu bien mayor se pueden pudrir en el tártaro*.
No espero que entiendas eso pero lo que si quiero que sepas es que si vuelves a tratar de volver a poner a prueba o manipular a esos niños, me aseguraré de que no sea mi padre quien te recoja si no su contrario**.

Después de eso se dio la vuelta con su capa ondeando al estilo Severus Snape directo a la enfermería tenía a dos niños que regañar.

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-Y Jamie recuerda puedes quedarte con mi nimbus aunque ya tengas una y dile a Mione que le doy la colección de libros que me pidió prestados en Navidad y a Ron le doy los dulces que los gemelos me trajeron de Hogsmade y...-decía en un tono nervioso y apresurado Alec.

-No te matará Alec, es tu hermana, solo te regañará y se molestará contigo por lo que hicimos. Además admite que es en gran parte tu culpa porque yo te dije que le avisaras.-le dijo un Harry muy divertido.

Alec llevaba diciendo su testamento a Harry desde que escuchó caer los rayos, debió haberlo escrito antes. Él estaba seguro de que su hermana lo mataría, y lo peor de todo es que Harry tenía razón era su culpa por no decirle a su hermana, pero tampoco quería depender tanto de ella después de todo él era el mayor.

Mientras su mente se volvía un caos por pensar en las infinidades de posibles maneras en las que su hermana lo podría matar, Nix llegó hasta la entrada de la enfermería, en el camino había logrado volver a calmar su magia, sería malo si se transformara en medio de los alumnos.

D E S T I N Y [P.J., H.P., T.W.] EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora