Capítulo 2: Pozoña

58 4 0
                                    

- No hay duda -

Sesshomaru agonizaba. Sus jadeos en busca del aire que no ingresaba a sus pulmones y la sudoración que cubría su cuerpo indicaban de sobremanera que no estaba bien. Incluso sus pálidas mejillas, su piel más pálida que de costumbre, habían adquirido un leve sonrojo que, ante su blanca piel era más que notorio. El grupo de amigos miraba con gran preocupación al poderoso demonio, sobretodo la pequeña niña que no paraba de llorar, una pequeña niña de sólo 11 años que, desconsolada, no sabía cómo ayudar a quien le había salvado la vida en tantas ocasiones...

- Es pozoña -

Kaede parecía ser la encargada de comunicar las malas noticias al grupo, mismos que, atónitos y confundidos observaron a la anciana.

- ¿Pozoña? ¿Qué es eso? -Murmuró por lo bajo Sango. Minutos después, el rostro confundido y pensativo de Miroku, empalideció mostrando un pánico atroz.

- ¿¡Pozoña!? -

Si Rin ya tenía miedo, aún más al ver que todos parecían aterrados ante aquel nombre.

- ¿Q-qué es "Pozoña" señora Kaede? -

Preguntó con inocente miedo. La mayor parecía mirarla de forma compasiva, teniendo lástima por la pequeña... Negó con la cabeza mientras cambiaba el paño húmedo de la frente del demonio.

- Pozoña es un antiguo veneno. Uno tan antiguo y poderoso que incluso los demonios más fuertes le temían a él... Algunos se referían a él como "el camino a la muerte". Jamás lo había visto en persona, pero... quienes estudiamos y trabajamos con la medicina hemos oído hablar de él -

La anciana detuvo sus acciones para suspirar y mirar con una triste y compasiva sonrisa a Sesshomaru, dirigiéndola luego a la pequeña.

- No hay nada que hacer por él. La muerte ya está acechándolo... No hay cura para Pozoña. Ni los muertos podrían ayudarlo en este momento. Tal vez sólo un milagro... Aunque no creo que tenga mas que algunas horas de vida. El veneno se expande rápido por su cuerpo. -

El silencio reinó en la habitación. Sólo el llanto de la menor podía oírse, o al menos sólo hasta que pudo soportar el dolor y acabó saliendo corriendo de la pequeña cabaña sin rumbo alguno.Creyó haber escuchado a sus amigos llamarla, pero sus oídos producían un pitido molesto que la ensordecían, escuchando las voces y los sonidos a su alrededor como si estuviera bajo el agua. De igual forma su vista se fue distorsionando, veía el camino por el que pisaba borroso. ¿Hacia dónde iba? No tenía idea. Su cuerpo parecía moverse con voluntad propia mientras un dolor oprimía su pecho y el aire se contenía en sus pulmones.

Se sentía tensa. ¿O tal vez era dolor? Su cabeza daba vueltas, y no fue hasta que sus pies tropezaron y la mandaron al suelo que por fin su mente se tranquilizó dejando que un vacío inundara su cuerpo.Temblorosa, apenas con fuerzas, se incorporó lo suficiente para poder sentarse sobre sus talones y entonces expulsó; expulsó todo aquello que contenía su dolor, su pesar, un grito que jamás creyó que daría.Su mente viajó al pasado; recordando los ladridos, los gruñidos de los lobos que se le abalanzaban antes de oír el mismo pitido que la había ensordecido pocos minutos antes y que habían vuelto su mirada oscura. Incluso en ese entonces, aún cuando la muerte la arrebataba de su cuerpo, no había soltado ni un sonido. Ni un grito como el que ahora salía de sus labios expulsando el aire contenido mientras las lágrimas caían sin cesar de sus ojos.

En su mente, sólo un nombre aparecía, sólo un rostro...

- ¡Señor Sesshomaru! -

Gritó una vez más. Un sonido agudo, doloroso, que se perdía en la inmensidad del aire.

[...]

¿Cuánto tiempo había pasado? Aún era de día, pero Rin podía asegurar que tal vez habían pasado algunas horas.Vacía, podía describir que sin vida. Sin el brillo alegre en su mirada solo se lamentaba por no poder hacer nada por el demonio cuando el mismo había hecho mucho por ella.

Sentada, abrazando sus rodillas y escondiendo su rostro en ellas, por fin se dignó a levantar la mirada.

¿Dónde estaba?

Un río frente a ella, a un costado un puente de madera.

- El río de la aldea... -

Pensó para sus adentros. Se sentía tan inútil; ni siquiera había podido huir más allá del pueblo.

- ¿Huir? -

Se preguntó a sí misma.

- ¿A dónde iría?... Incluso si hiciera eso... Estaría abandonando al señor Sesshomaru... -

Parecía regañarse a sí misma, sintiéndose tan miserable.Creía ya no tener lágrimas; ni siquiera tenía fuerzas para seguir llorando, pero le sorprendió sentir aún más humedad en sus mejillas. ¿Otra vez estaba llorando?

- El señor Jaken... no mentía... Soy una niña inútil -

Volvía a lamentarse, ignorando el paisaje a su alrededor o quién pudiera verla al esconder nuevamente su rostro, abrazándose a sí misma.

- ¿Lo has oído? -

La voz de un hombre. ¿Y a quién le importaba? Pero... por alguna razón, Rin prestó atención.

- ¿Hablas de la bruja? -

- Así es. Dicen que es milagrosa -

Milagro. Aquella palabra hizo que Rin levantara su mirada, prestando aún más atención a la conversación de aquellos dos aldeanos que pasaban sin notar su presencia a la orilla del río.

- ¿Milagrosa? Imposible, seguro es una impostora... O un demonio que busca nuevas víctimas -

- ¡No es cierto! Muchos dicen que puede hacer milagros, siempre que le des algo a cambio. Oí que está en la parte más oscura del bosque. Dicen que es una cueva oculta bajo un risco. -

Rin guardó cuidadosamente aquella información en su mente.Una vez los hombres siguieron su rumbo ella se levantó con fuerza renovada alejándose del río, observando a los hombres a lo lejos caminar, seguramente a sus hogares o a continuar su labor. Después dirigió su mirada al bosque con escalofriante determinación.

Esto No Ha TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora