Capítulo 3: Heridas van, Cicatrices quedan

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- ¿¡P-pa-pa-pa padre!? -

Jaken no era el único atónito; los demás integrantes del grupo que jamás habían visto a los padres de los hermanos perro, también acabaron por sorprenderse por sus palabras y, pese a que todos creyeron que Sesshomaru se acercaría a sus supuestos padres acabó adoptando una pose defensiva, confundiendo aún más a los demás.
Los demonios más grandes apenas si parecían notarlos, y tal vez así fuera mejor después de todo, si Naraku o Sesshomaru les parecían de desbordante poder, no había palabras para definir el poder demoníaco que aquellos dos irradiaban.

- Irasue -
Habló con voz grave el hombre del cual todos desconocían su nombre, a excepción de uno que, como un oso a la miel, apareció repentinamente.

- ¡Ooh! ¡No puedo creer lo que mis ojitos ven! ¡Pero si es el amo Inu No Taisho! -

Exclamaba la pulga Myoga que entre brinco y brinco ahora estaba en la cabeza de Kirara. Todos voltearon a verle, a excepción de Sesshomaru que no le quitaba la vista de encima a esos dos demonios, principalmente al que ahora conocían con el nombre de Inu No Taisho, siguiendo en esa postura defensiva.

- ¿Entonces... Ese es el padre de InuYasha y Sesshomaru? Pero... ¿No había muerto? -

Habló Sango, quien sólo desvió la mirada de los youkai unos pocos segundos para hablarle a la pulga antes de devolver su atención a ellos.Myoga asintió a la pregunta con gran seriedad, incluso algo de miedo.

- En un incendio, el mismo día que nació el amo InuYasha... El amo Inu No Taisho estaba gravemente herido de una batalla anterior, pero aún así corrió al palacio de la señora Izayoi para salvarla a ella y al amo InuYasha -

- Inu No Taisho, querido esposo; no sabes cuánto me alegra volver a verte, ahora puedo darte lo que te mereces por haberte ido con una humana -

Las palabras, tranquilas, frías y sin sentimientos de la señora Irasue, causaban escalofríos en cualquiera que la oyera decir tales palabras pues, aún sin expresar sentimiento alguno (recordando mucho a Sesshomaru) en su forma de hablar podía notarse el enojo y traición que sentía en su interior.
El aire se volvía más pesado a cada segundo, el grupo había retrocedido varios pasos, sobre todo después de que Sesshomaru se dirigiera a Rin indicándole que se apartara. La seriedad del lord era admirable. Pese a la sutil y aterradora amenaza de la señora él se había mantenido firme en su lugar, con la misma seriedad y porte.

- Irasue, escúchame... -

- No me interesa escucharte -

Era claro que la poderosa mujer no tenía intenciones de escuchar las explicaciones que su esposo (¿o ex?) quería darle.Estaba furiosa aunque sus gestos no lo demostraran y no demoró mucho en atacar al gran perro que no parecía interesado en seguirle la corriente, esquivando sus ataques.La mujer sólo se detuvo un momento, cansada de que su contrincante sólo se defendiera. En su mirada, entonces, pudo verse un destello de molestia.

- ¿Qué ocurre querido esposo? ¿Es que acaso temes enfrentar a tu querida esposa? -

Preguntó con un dejo de burla en su voz.Inu No Taisho continuaba con la misma seriedad, dejando de moverse y quedándose a una distancia relativamente segura.

- No tengo intenciones de pelear contigo, Irasue, menos en este lugar. Esto es una tontería; detente. -

De repente, un aroma en el aire, conocido para los demonios perro, pero para los otros que también poseían un olfato agudo completamente desconocido.Desde la profundidad del bosque, hacia la entrada del pueblo, una hermosa mujer humana de prendas costosas se asomaba, acercándose, deteniendo su paso cuando su mirada se encontró con la de la otra mujer.

- ¡Pe-pero si es la señora Izayoi! ¡La madre del amo InuYasha! -

Exclamó con sorpresa a nadie en particular Myoga, sorprendiendo a aquellos que no conocían más que vagas palabras acerca de aquella mujer.

Esto No Ha TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora