Capítulo 5: Presagio

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Yoru retrocedió asustada. ¿Sus ojos acaso la engañaban?
Aquel cuerpo inmóvil se mantenía recostado en el césped, sin abrir sus ojos... Mismas prendas, mismo cabello y mismo rostro. No había duda que se trataba de la verdadera Kagome.
Ni siquiera tuvo la idea de fijarse si la muchacha estaba viva o muerta. Sin decir palabra, y aún sorprendida, se levantó del piso y empezó a correr adentrándose en el bosque y perdiéndose en su espesura dejando aquel cuerpo atrás.

[...]

InuYasha, mientras tanto, luchaba sin parar contra aquellos demonios que parecían multiplicarse al cortarse.

- ¡Kaze no kizu! -

- ¡Kongosoha! -

- ¡Meidou Kangetsuha! -

Podían escucharse los ataques del hanyou cada vez que blandía su espada pero la pelea no parecía tener fin. Había perdido el rastro de Kagome, ni siquiera había visto por dónde se había ido.
Ahora se hallaba rodeado de docenas de demonios inferiores pero que, juntos, conformaban un gran reto.

- ¡Keh! ¡Maldición! ¡No crean que podrán derrotarme! -

Protestaba y advertía aunque sabía que, al menos, de aquella pelea saldría aún más herido, solo que su orgullo no le permitiría decirlo en voz alta.
Justo cuando todos los demonios se lanzaron hacia él un ataque, que no pudo distinguir, acabó con la mayoría en un parpadeo haciendo huir al restante.

Con una mirada llena de confusión volteando al general perro dejándose ver de entre los árboles.

- ¡Keh! ¡No es como si no hubiera podido solo! ¡No necesitaba de tu ayuda! -

Le gritó guardando a colmillo de acero nuevamente en su funda. Intentó olfatear el aire en un nulo intento de encontrar nuevamente el rastro de Kagome. Al final se rindió con un suspiro sabiendo que lo mejor que podría hacer entonces era volver a la aldea y esperar oír algún rumor o noticia sobre su aparición.
Resignado, InuYasha pasó por al lado de su padre sin darle mayor importancia mientras caminaba de vuelta hacia la aldea. El general sólo lo observó retirarse en silencio antes de volver su vista hacia la profundidad del bosque. Un brillo era notorio en su mirada entonces.

- Oye, ¿Acaso no piensas ve-.... -

Al no oír los pasos del demonio volteó a ver qué ocurría encontrándose que estaba hablando solo al no ver o sentir la presencia de su padre allí.

- Tsk... entonces vete al demonio -

Murmuró molesto retomando su rumbo.

[...]

Mucho más lejos de allí, Yoru volvía agitada, con el corazón acelerado, a la guarida donde su líder se escondía.

- Eien no Yoru -

Rebotó en un eco grave el nombre de la mujer cuando el demonio pronunció su nombre estando escondido en alguna cueva oculta por algún lado que funcionaba como su guarida siendo una barrera protectora la que impedía que terceros sintieran su presencia.

- ¿Qué te ocurrió? ¿Dónde está la sacerdotisa? -

Era fácil sentir entonces la ausencia de ese aroma humano en la, actual, demonesa. Ya no emanaba aquel aura que mezclaba el poder espiritual y el demoníaco sintiéndose, entonces, solo una sencilla presencia demoníaca.

- Y-yo... No estoy segura, señor Magatsuhi -

No sabía entonces qué era más aterrador, si la escena que acababa de presenciar o enfrentarse a la furia de aquel poderoso demonio. Aunque tal vez la respuesta fuera más la segunda opción que la primera, en la primera al menos aseguraba su vida.

Esto No Ha TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora