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Nene Yashiro; 15 años de edad, cabello claro con puntas color turquesa, ojos carmesí y piel pálida. Una chica promedio en una escuela bastante normal, ¿no? Al menos esa era la primera impresión que todos se llevaban al conocerla, hasta que dirigían la mirada a sus piernas que, si bien no eran extrañas, llamaban bastante la atención pues eran algo... ¿Cómo decirlo? ¿Rechonchas?

La estudiante de primer año de preparatoria en Kamome estaba destinada a nunca encontrar a su príncipe encantador y a morir sola sin conocer lo que era el amor verdadero... O eso pensaba mientras lloraba en el baño de mujeres del tercer piso del antiguo edificio de su escuela.

¿Cómo pudo haber fallado?

¿Qué era lo que había hecho mal?

Todos esos años puliendo sus habilidades femeninas; los pinchazos sufridos tratando de dominar el arte de la costura, y esos días que parecían eternos en el club de jardinería donde se esmeraba en mejorar sus habilidades para plantar y hacer crecer las más bellas flores y los más ricos vegetales, las leves marcas de quemaduras en sus manos y brazos así como el recuerdo de los cortes con el cuchillo cada que intentaba dominar una receta nueva... Todo eso fue reducido a nada en el momento en que su príncipe encantador la rechazó.

Era ya la hora de salida y ahí estaba ella en medio del patio principal esperando a verlo para por fin declararle sus sentimientos más profundos. Durante años había estado esperando este momento, el día en que por fin Fuji-senpai conociera sobre su sentir y la aceptara. Ya podía imaginar su vida juntos; ambos yendo a la misma universidad, el momento en que sus padres lo conocieran, las citas, las llamadas telefónicas hasta la madrugada mientras se profesaban amor eterno, el gran momento de la proposición de matrimonio, el día de su boda, la llegada de su primer hijo, si era niña se llamaría Ai, si era niño Toshio, cómo ambos envejecerían juntos y morirían abrazados. Nene no podía hacer más que suspirar y seguir imaginando su existencia al lado de su único y verdadero amor; esto claro, basándose en las novelas, mangas y programas románticos que siempre la cautivaban, mientras esperaba.

De repente, el mundo detuvo su movimiento por unos segundos y lo vio. Tan guapo y con una sonrisa en su rostro que derretiría a cualquier adolescente atolondrada como ella.

—¿Fuji-senpai?

—¿Si? —contestó mientras se detenía y sus amigos avanzaban para darles un poco de privacidad.

—Mi nombre es Nene Yashiro, soy de primer año de preparatoria de la clase 1A y... ¡M-me gustas desde primer año de secundaria y estaría encantada de que correspondieras a mis sentimientos! —exclamó, apretando fuertemente la bolsa de regalo que planeaba darle en caso de ser aceptada.

—¿Huh? Disculpa pero ni siquiera te conozco. Eres linda de cara y todo... A lo mejor si tus piernas fueran más delgadas no te rechazaría, pero la verdad es que me dan asco. Por no mencionar que me da escalofrío pensar que durante tanto tiempo has estado obsesionada conmigo sin que yo supiera de tu existencia... En fin, es mejor que te pierdas y te olvides de mí. No quiero nada que ver con una acosadora con piernas de rábano como tú —contestó el chico, dándole la espalda para reencontrarse con sus amigos.

Fue ahí cuando se dio cuenta de todo.

De lo estúpido que había sido el ilusionarse con alguien a quien efectivamente no conocía de nada. Una persona a quien había idolatrado durante tanto tiempo sin siquiera saber su nombre completo.

Caminó con paso lento y mirada ensombrecida hacia el bote de basura más cercano para tirar todos los regalos que había preparado para su confesión de amor; una bufanda tejida a mano que hacía juego con el suéter que normalmente le veía puesto, un pequeño pastel de chocolate que había horneado la noche anterior y un ramo hecho con algunas de las flores que él mismo había elogiado mientras pasaba por el club de jardinería. Todo eso ahora no podía sino simbolizar y servir como prueba de su ingenuidad.

Lo que pudo y no fueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora