𝐗. 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐢𝐞𝐳.

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—Argentina, no puedes hacerme esto

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—Argentina, no puedes hacerme esto. Dime que es mentira.

—Oh, tranquilo mi querido amigo Chile, claro que es mentira. No sabes lo divertido que es bromear sobre eso —dijo con obvia ironía.

—Ay, menos mal, casi me la cre-

—CHILE —le interrumpió—, no era broma que no podré. Vos sabes lo mucho que deseaba ir, también me duele, pero he movido mucho mi cita con el doctor y no puedo seguir así.

El joven asintió con tristeza en sus ojos. Entendía perfectamente la situación de su amiga, sin embargo, no podía evitar sentirse mal pues habían planeado esta salida desde hace mucho.

¿Pero qué lugar era tan importante que los ponía en una situación así de complicada?

Era simple, un acuario.

Este fin de semana se abriría por primera vez el nuevo acuario público en la ciudad. Y es que, cuando apenas se dio a conocer la noticia de que estaban construyendo este lugar, Chile y Argentina no tardaron en hacer planes.

Estuvieron meses ahorrando dinero para sus entradas, y apenas salieron a la venta, ahí estaban ellos para ser unos de los primeros en comprarlas. Lo lograron, estaban apunto de cumplir el deseo de ir al museo juntos. Pero, como siempre, algo tenía que salir mal.

—¿Lo vas a vender? —preguntó refiriéndose al boleto de entrada.

La sureña miró detenidamente hacia arriba mientras pensaba. Venderla no sonaba mal pues podría recuperar su dinero perdido, pero no deseaba dejar a su amigo caminando por aquel lugar solito.

Y ahí fue que se le ocurrió.

Con cuidado se acercó a su mochila para sacar ese pequeño papel el cual permitía la entrada al sitio. Al tenerlo en su mano, se la mostró al chileno.

—Te la regalo para que invites alguien más.

—...¿Segura? Si la vendes podrías tener tu plata de vuelta.

—¡Segura!

El tricolor algo dudoso recibió el boleto. Se sentía algo mal que su amiga haya gastado tanto dinero en algo que no iba a usar. Pero a fin de cuentas ella decide qué hacer con la entrada, si quería regalarlo, era cosa de ella.

—Creo que voy invitar a Colo-

—Chile —le interrumpió de nuevo—. Ay, Chile. Está bien que quieras invitar a esa piba, pero yo tenía en mente.. Ya sabes..

—No..

—Oh, por supuesto que sí.

El tricolor entendió de inmediato que se estaba refiriendo a la mexicana. No podía invitarla, de sólo imaginar una salida con ella le daban unas ganas de vomitar por los nervios. Simplemente no podía.

𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐎 𝐓𝐄 𝐏𝐔𝐄𝐃𝐎 𝐃𝐄𝐂𝐈𝐑 (PAUSADO) ── mexchi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora