CAPÍTULO 2

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Los dos no volvieron a encontrarse hasta la tarde del mismo día. Yoongi creyó que sería bueno darle su propio espacio al chico para que se adaptará y terminará de asimilar lo que estaba pasando, aunque esto no parecía ser el caso.

Cuando se encontraron en el comedor Jimin se mostraba tan tranquilo como había llegado, incluso se atrevía a decir que estaba feliz. Aunque no quiso pensar mucho, quizá se contenía de mostrar sus verdaderas emociones ante un extraño.

La mayor parte del tiempo mientras comían Yoongi pudo sentir una mirada sobre él, siguiendo cada movimiento que hacía, como si estuviera siendo analizado en todos los aspectos. Y aunque dotaba de una gran paciencia, le fue imposible no sentirse coibido preguntándose si había hecho algo malo o fuera de lugar.

Se tranquilizó a sí mismo y logro soportarlo hasta que ambos terminaron. Hasta ese momento todo había sido silencio total, el rubio parecía no molestarle pero el pelinegro ya no podía seguir de ese modo.

—¿Hay algo mal? —se atrevió a preguntar conectando su mirada con la del otro.

Creyó que haciéndole esa pregunta Jimin por fin quitaría su mirada de él pero obtuvo el resultado contrario cuando esté sólo le sonrió alegremente acomodándose en su lugar, como si hubiera estado esperando que me dirigiera la palabra.

—No, ¿Por qué habría algo malo? —respondio sin borrar aquella sonrisa.

—Has estado mirándome —dijo directamente —Si tienes algo que decir solo dilo.

Jimin solo hizo su sonrisa aún más grande, convirtiendo sus ojos en dos medias lunas.

—¿Hice eso? —dijo inocentemente provocando que el pelinegro bufara con molestia.

—Bien, lo dejaré pasar esta vez —dijo más para si si mismo. Era el primer día y no podía perder la cordura tan rápido.

El mayor se levantó con la intención de irse a su habitación, pero la voz del rubio lo detuvo en el acto.

—¿No vas a enseñarme el resto de la casa?

La casa solo contaba con dos pisos, cinco habitaciones sin contar el baño en la segunda planta. Tres de ellas ya estaban ocupadas y las otras dos solo eran pequeños estudios que ya nadie ocupaba. En la planta baja, sin contar la cocina y el comedor solo estaba el estudio donde Yoongi solía atender a quienes buscaban hacer contratos con él y el pequeño cuarto que solía usar para pintar los retratos.

Y dado que la casa estaba alejada de la ciudad, solo había un considerablemente grande patio delantero y un descuidado invernadero en la parte de atras. Por lo que en realidad no había mucho que ver.

—Ya te había dicho que puedes ir a donde quieras, para eso no me necesitas —Y continúo su camino.

Para él la conversación ya estaba terminada, pero para el rubio pareció ser que no, pues solo unos cuantos pasos después y ya se encontraba siguiendo al mayor.

Yoongi quiso creer que se debía a que esté también iba a su habitación, pero se dió cuenta de que no era así cuando el chico en verdad lo siguió de cerca hasta la puerta de su propio cuarto. Se dió la vuelta dispuesto a encararlo pero al hacerlo se dió cuenta de que la distancia que los separaba era mínima. Sus narices casi podían rozarse y por un momento Yoongi logro sentir el intercambio de respiraciones.

𝑬𝒍 𝑫𝒐𝒏 𝑫𝒆𝒍 Á𝒏𝒈𝒆𝒍 𝑪𝒂í𝒅𝒐 [ ᴶⁱᵐˢᵘ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora