El final de casi todo

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Al final, resultó que llevar una relación a distancia no es tan fácil, y menos con hugo, porque necesitábamos tener contacto físico siempre. Él estaba en Córdoba y yo en Galicia, cada uno en una punta del país. Al principio nos turnabamos para visitarnos, él venía una semana al mes y yo iba una semana al mes. Era lo que nos podíamos permitir para vernos. Lo he echado tanto de menos, al principio lo lleve fatal. Lloraba constantemente porque lo necesitaba conmigo. Primero estuve en la etapa de negación, no quería aceptar que hugo se había tenido que marchar de nuevo a su ciudad natal a causa de otro cambio  laboral de su madre y que lo más probable era que no volviera y yo no podía irme a vivir a Córdoba. Los primeros 2 meses fueron los peores y los más intensos, llenos de videollamadas, llamadas de 4 horas, mensajes hasta las 5 de la madrugada... Cada vez nos llamábamos menos, o yo tenía que estudiar o estaba en la universidad y viceversa porque nuestros horarios no coincidían. Luego, más tarde llegó la etapa de celos, no soportaba la idea de que hugo pudiera estar con otras chicas o incluso que había conocido a alguien mucho mejor que yo. A raíz de eso nos peleábamos mucho, discutíamos demasiado al teléfono, él me aseguraba que yo siempre iba a ser la única, y yo le creía, de hecho, le sigo creyendo. Y por último llegó la etapa de aceptación, llegó un punto en el que ya me di cuenta que no iba a volver. Que se había marchado y no iba a volver a pasar las noches con él haciéndonos cosquillas hasta que nos doliera la tripa de la risa, que no íbamos a poder hacer guerras de comida, ni que íbamos a volver a dormir abrazados. Me di cuenta que lo más probable era que no lo iba a volver a abrazar o besar, que nuestros momentos íntimos se quedaron archivados como un recuerdo lejano, que lo nuestro cada vez se iba convirtiendo en un recuerdo lejano. Intentamos mantener la llama de nuestra relación encencendida, pero poco a poco se apagaba sin darnos cuenta. Al tiempo, decidimos cortar por lo sano, no nos estaba haciendo ningún bien intentar llevar nuestra relación casi muerta hasta el final, nos necesitábamos, necesitábamos contacto, nuestros besos y caricias, no bastaba con llamadas y mensajes. Nuestra ruptura me dolió como un puñal en el pecho. No lo dejé de querer, es más, nunca he dejado de quererlo, lo sigo queriendo con toda mi alma y corazón.
Han pasado dos años y medio aproximadamente desde nuestra ruptura telefónica, ya no hablamos apenas, nos felicitamos cumpleaños y hablamos para cosas puntuales. Yo estoy trabajando en una clínica de psicología muy buena, me pagan muy bien la verdad, me da para vivir sola y me sobra, me puedo mantener bastante bien, y por lo que tengo entendido, hugo es jefe de una empresa de arquitectura y le va muy bien en la vida, tanto económicamente como personalmente. Creo que hace un tiempo conoció a alguien, pero no estoy muy segura, me alegro profundamente por él por que le vaya bien, de verdad, se lo merece mucho. Yo actualmente vivo sola en Madrid, en un piso no muy lejos del centro y muy feliz con mi trabajo, estoy realmente agradecida. Me mudé aquí porque me ofrecieron una muy buena oferta de trabajo y aquí estoy, en pleno Madrid sola y feliz.

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