Normani | Iván A. Guzmán.

Capítulo II ✓

Capítulo 2 ✓

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Normani Zaé

— ¿Pero qué, cogieron o no?

— ¡Ramar! —tapé mi cara colorada con vergüenza.

Íbamos en el ascensor con mi equipo de trabajo y él comenzó a preguntarme sobre la noche de la gala.

—Si eres tonta Normani, ¿qué tiene de malo coger? es algo común y corriente.

—Primero: me da cringe ésa palabra y segundo: eso no es problema tuyo.

— ¿Ven su actitud? es una señal de que no cogió. —el elevador se inundó en risas.

— ¡Ya déjala amor, su cara va a explotar en cualquier momento! —señaló Karan.

—Maldición, no puedo con ustedes —Sofía limpió una lágrima que corría por su mejilla.

— ¿Saben si Kiara llegó? necesito hablar con ella —dije mientras esperábamos que Karan abriera el estudio.

—Creo que sí, no lo sé —por fin logró abrir la cerradura. — ¡Santo Dios!

— ¿Qué e—me vi interrumpida por mí mismo chillido— ¡Qué lindo ¿para quién es?!

Ni bien había entrado a la habitación y noté el enorme ramo de rosas sobre la mesa del maquillaje, bajo las bombillas que le daban un toque celestial a las rosas rojas.

Me acerqué y toqué el pétalo de una sintiendo la delicadeza de ésta bajo mis dedos.

—Es para ti Nor pero, a menos que sea un apodo que le tienes, no es de Filippo. —Natalia me pasó la tarjeta.

Y tenía razón, no era de Filippo.

«Ni todos los diamantes brillan tanto como su sonrisa, mi reina. IAG»

¿IAG? repito en mi mente, pero nada se me viene a la mente, además ¿“Mi reina”?

— ¡Ábrelo! —exclamó Karan, sacándome de mis pensamientos y entregándome la caja color vino que venía con el arreglo.

Obedecí y la dejé sobre la mesa, a un lado de las flores, para poder quitarle la tapa.

—Vergación —jadeé, viendo el precioso y delicado brazalete de pequeños diamantes que había dentro.

—Ave. María. Purísima.

— ¿Sabes quién lo envió? —Rami comenzó a detallar la caja. —es original oíste, nada de falsificaciones.

—Un tal IAG —respondió Natti por mí.

— ¿Tienen algo dónde anotar? necesito revisar algo. —Me pasaron una agenda junto a un bolígrafo —Gracias.

Abrí en una página en blanco y anoté las tres letras.

Luego de unos minutos dándole vueltas en mi cabeza recordé al hombre de la noche del evento.

“—Iván Guzmán, mi reina.”

¡Claro! Aún no sabía qué era la “A” pero todo lo demás estaba clarísimo.

Sólo para rectificar, pregunté:

— ¿La tarjeta dice mi reina verdad?

—Así es.

Por supuesto que era él.

Ahora sólo falta descubrir el por qué.

— ¡Bueno ya hemos perdido mucho tiempo, comencemos a trabajar!