uno

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Mi vida solía ser lo suficientemente aburrida como para seguir desperdiciando mi tiempo. A mis casi veintidós años no había hecho más que estudiar y de vez en cuando hacer trabajos extras para satisfacer mis caprichos, nada serio.

Odiaba admitir que siendo mayor de edad mis padres continuaban manteniéndome. ¿A quién no le gustaría eso? Mi padre siempre quiso que fuera ingeniero, médico o aunque sea me uniera a una de las tantas empresas que administraba.

Pero yo no quería eso, mi sueño siempre fue ser fotógrafo. Durante tres años estuve en cursos de capacitación para convertirme en un profesional, claro, a espaldas de mi padre. Mamá era la única que estaba al tanto de la situación, al menos contaba con su apoyo, sin embargo siempre admitió tener miedo por el momento en el que "él" se enterara.

Haciendo caso omiso a sus palabras seguí estudiando, hasta que creí estar lo suficientemente preparado como para dar el siguiente paso. Pero ¿cómo me iba a convertir en un profesional sin siquiera haber trabajado en ello?

En mi mente rondaba la idea de conseguir un trabajo, pero se me dificultaba con el hecho de no tener experiencia o al menos una recomendación de alguien nacionalmente reconocido.

Un día, se me ocurrió comentárselo a mi padre. Él estuvo de acuerdo en que pusiera en práctica "lo que sea que estuve estudiando en los últimos años", no tenía la menor idea de lo que sucedía conmigo. Esa misma tarde, me armé de valor y se lo expliqué de la forma más calmada y detallada posible. Como era de esperarse, no reaccionó bien.

Y en medio de gritos, comida volando por los aires y los cristales de copas en el suelo, abandoné el hogar que me había visto crecer. No cabía duda que era una decepción para cualquier integrante de la familia. A partir de ese momento me prometí a mí mismo que saldría adelante y lucharía por mi sueño.

Tiempo después y gracias a un "fondo escolar" que por derecho me pertenecía, pude alquilar un pequeño departamento en el centro de la ciudad. Necesitaba libertad, independencia. Estaba conforme por tener aunque sea un techo para vivir, pero en el fondo sabía que eso no duraría mucho.

Al retomar el contacto con mi madre, ella se ofreció a pagarme unos meses del alquiler por adelantado. A regañadientes acepté, pero a los pocos días mi padre canceló todas mis tarjetas de crédito con el propósito de que no recibiera ayuda alguna. Por primera vez entendí lo que era enfrentarme a un problema real y con la desesperación a flor de piel conseguí unos cuantos periódicos que pudieran salvarme la vida. Y en la sección se servicios y empleos, la solución estaba visiblemente marcada con un rotulador rojo.

La oferta de ser fotógrafo en una distinguida academia lucía más que tentativa. Y cuando decidí presentarme, el obstáculo de no haber demostrado mi habilidad en ese ámbito reaparecía; para ello tuve que pedir ayuda a uno de los profesores que habían estado asesorándome desde hace ya un tiempo, una imprevista sesión de fotos iba a cambiar mi futuro.

Y luego de un par de días en los que no podía engullir la comida normalmente a causa de los nervios, me dieron el esperado sí.

Era un desafío y estaba dispuesto a dar lo mejor de mí para que funcionara.

(...)

Los minutos avanzaban con rápidez mientras mi pie se movía frenéticamente contra la cerámica. Eran cerca de las siete de la tarde y aún no conseguía acabar con la sesión de fotos.

 —¿Dónde están las demás? —pregunté alejando el trípode y pasando la mano por mi cara intentando no perder la paciencia.

—Erin está en camino —murmuró Vera encogiéndose de hombros.

—¿Sabes algo de la chica nueva? —pregunté y la morena negó con la cabeza.

Asentí en repetidas veces mientras rezaba en mi interior porque se presentaran en el salón lo más pronto posible.

¿Qué le sucedía a todo el mundo? No había rastro de las modelos, el diseñador o aunque sea las maquilladoras en caso de que hubieran inconvenientes.

Suspiré pesadamente antes de dirigirme hacia los camarines, tenía claro que no me competía escabullirme en un lugar tan privado y sin el permiso de mi jefa de turno, pero no había otra opción.

Tardé dos horas en fotografíar a diez chicas, aún faltaban dos y el tiempo corría en cuenta regresiva, ya que en menos de una hora debía de revisar y cargar las mejores fotos de la sesión a una galería en línea exclusivamente de la agencia. Descubrí que atrasarme en mi trabajo me ponía de mal humor y cegaba completamente mis pensamientos coherentes.

Sin siquiera dar unos golpes en la puerta, me adentré en la considerable habitación y todos los ojos se posaron en mí. Erin continuaba poniendo base en su rostro, mientras que su compañera ajustaba los últimos detalles de su bikini, tal vez si hubiera llegado unos minutos antes la hubiera sorprendido desvestida.

Me encontraba lo bastante cerca como para percibir la sangre que yacía seca en sus nudillos y uno que otro moretón a lo largo de sus sobresalientes costillas. Sus ojos se abrieron como platos e inmediatamente cubrió su cuerpo semi-desnudo para evitar que mi mirada prosiguiera recorriendo lo que estaba a la vista de su anatomía.

Suponía que se trataba de Aspyn.

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ay, primer capítulo. estuve muchos días pensando en como introducirme en la historia y también de qué forma narrarla, tenía dos opciones; algo simple como lo fue cereal, que los díalogos eran "naturales" por decirlo de alguna manera. o más "elaborada" como me pasa en theater, que en verdad tengo que darme el tiempo de pensar, cambiar palabras, editar y volver a editar porque no me gusta como quedó y blahblahblah, siento que soy demasiado quisquillosa en ese sentido. preferí la primera opción porque se me hacía más sencillo y bueno, comenten por favor para saber que les parece hasta el momento:-)

para las que leían train line, sí, es el mismo nombre que usé en una chica de esa historia. pero ahora no importa mucho porque esa novela ya está eliminada(?) jaja

dedicado a ali, porque me había echo una portada y no la pude usar porque cambié el nombre

¿a qué se deberán esos moretones en el cuerpo de aspyn?


boga ➳ m.c [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora