Capítulo 25 - Té y Muñecas.

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Los días pasaron, se convirtieron en semanas, y a su vez, en meses

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Los días pasaron, se convirtieron en semanas, y a su vez, en meses.

Las cosas mejoraron considerablemente.
Para Catrina, justo como Torn dijo, dejar de castigar humanos le ayudó. Seguía teniendo ese tipo de víctimas, asesinos a sangre fría, pero ya se prohibía pensarlo. Al sacarlos del mundo, ya no dañarían y eso cumplía su propósito. Eran comida, no merecían ser nada más para nadie.

Ya no se sentía tan devastada sobre Israel, aunque la melancolía pegaba de vez en cuando trayéndole días en los que era difícil salir de la cama.

La incertidumbre de cuándo Cirse pudiera atacar de nuevo les modificó cada aspecto de sus vidas, pues debían estar preparados.

La banda ya no dormía tras el escenario en el bar, sino que también se mudaron a la casa, todos excepto Rinun, a quien se mandó de vuelta después del primer día.
Según las palabras de Torn, quienquiera que dejara pelos en el jabón de la forma en la que Rinun hizo, merecía morir en las garras de Cirse.
Pero aunque Torn tuviera una casa enorme, el vivir juntos, todos los días, a veces llegaba a ser un reto.

Aun tras ciertos desacuerdos, Catrina sentía que aquello era un hogar bizarro, pero un hogar, aun así.

Tuvo mucho tiempo para realizar pequeños proyectos personales.
Fuera de sus libreros ordenados, descubrió que Torn poseía un sótano atascado de libros. Fue casi mágico. Ahora que podía leer, lo hacía constantemente y eso era una mina de oro.

—Soy adicto a comprarlos, pero a veces se me olvida que existen —le dijo Torn al preguntarle sobre ello.

Catrina pasó unos días dándoles una limpieza, pidiendo muebles por catálogo para acomodarlos y así organizar lo que, según el vampiro, era una acumulación de más de diez años de libros.
Había de todo, pero un género sobresalía POR MUCHO y ahora entendía por qué los mantenía ahí ocultos. Los libros de este tipo abarcaban toda una pared del sótano y no era un sótano pequeño.
Catrina clasificó aquello como una sección (ENORME) de erótica y pornografía que incluía una subsección de "libros vaqueros".
Cuando terminó y el lugar lució impecable, tomó uno de los libros del primer estante. Era una novela erótica +18. En la portada había una pareja en poca ropa, muy ceñida al cuerpo por la brisa que les pegaba y en una pose bastante comprometedora alrededor de un timón.
El corazón se le disparó. Catrina no tenía 18 pero:

1. Le faltaba SOLO como año y medio.
2. Era curiosidad científica, ¿ok?
3. ¿Quién iba a detenerla?

Salió del sótano, apresurada y se dirigió con el libro hacia la puerta del jardín, afuera había una mesita entre las flores y arbustos, un rincón privado de lectura con una vela. Era encantador y el lugar perfecto para tener cierta privacidad en esa casa de locos.

𝓒𝐚𝖙𝗿ǐղ𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora