Capítulo 4 - Negligencia

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—¡Déjeme verla! ¡Déjeme verla! —gritaba una mujer histérica en una de las salas del hospital

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—¡Déjeme verla! ¡Déjeme verla! —gritaba una mujer histérica en una de las salas del hospital.

El lugar se encontraba casi desierto a esas horas, a excepción de algunas personas en la sala más grande del primer piso, la sala de emergencias. Todas ellas esperando y pidiendo por buenas noticias.

—¡Señora, por favor, por milésima vez, ya le dije que su hija no es mi paciente! ¡Yo estoy en maternidad! —pidió severo un señor de bigote y bata blanca mientras se libraba de las garras de la mujer.

—¡Bianca, tranquilízate! —decía el padre de Catrina.

—¡NO ME DIGAS CÓMO SENTIRME! —le gritó— ¡Quiero verla! —chilló hundiendo el rostro en las manos.

Todo sucedió muy rápido, pensaba una chica de cabello rizado y café mientras esperaba en el frío pasillo del hospital. Tal vez hubiera sido mejor no salir. Se sentía terrible, todo en esos momentos le parecía chocante: Halloween, la comida y el vestido de enfermera puta que moría por quitarse.

El corazón se le contraía y se le iba el aire en cada sollozo de la madre de su amiga. No podía ni verla de la vergüenza y el dolor.
Estaba agotada, física y emocionalmente, pero no creía posible volver a dormir en mucho tiempo. No tras lo que había visto.

Había sido solo un descuido mínimo.

—Oye Elv, toma algo, te calmará —dijo una voz temblorosa.

Era Kenna, en sus manos traía una bandeja con tres vasos que contenían café. Le dio uno a Elvira, otro lo dejó en la mesita frente a Telma y al último le dio un sorbo.

—¿Hay noticias nuevas?

—La prensa apenas se fue, me dio tanto coraje... las fotos que tomaron y el video, mañana será otra noticia amarilla. Solo espero que Cat, a diferencia de los otros... —se le cortó la voz a Kenna, no podía seguir.

Telma, quizá la única de ellas con comprensión básica de medicina, había estado muy callada desde que la encontraron y eso la preocupaba.

—Esto no es lo mismo. Los puntos en su cuello... pudo ser el maquillaje de su disfraz, el líquido espeso pudo ser lodo, nunca nos fijamos.

Elvira alejó esas imágenes de su mente.

—Sé que pronto ella va a salir por esa puerta. Ninguna de nosotras tomó bien el pulso, los paramédicos dijeron que sí lo tenía —dijo Elvira intentando sonar lo más convincente—. Además, sea lo que sea que le haya pasado, la encontramos casi de inmediato. Ella estará bien, lo sé.

—Espero —dijo Kenna derramando lágrimas mientras miraba su celular—. Por cierto, Solange no contesta.

Elvira asintió con pesar sumergiéndose en las imágenes que se formaban con la crema del café.

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