Tenme piedad esperanza

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Empecé con buen pie
en la caminata de la vida,
es decir,
yo no tenía por qué conocerte
Jugaba a las cocinitas y a que las sombras se muriesen
Y no tenía ni más mínima idea de que a los diecinueve años yo me moriría porque de verdad lo hiciesen
Me centré en abrazar a todo lo que fluye
y como la lava también fluye
y yo no soy fantasma en la erupción del volcán
solo delante de tus ojos de pedazo de pan lanza cuchillos
la esperanza no tuvo piedad de mí
Yo le dije
¿Y quién no se enamora de una máscara de silencio?
¿Y quién no goza al desabrochar el botón de un hombre ?
¿Y quién no se despluma arrancándose las alas en un siniestro delirio que te hace creer que tu fin es también el del hombre que te maltrata?
Esperanza, entiéndeme,
yo amé a una sombra porque las sombras no mueren
Yo ahora estoy sola en medio de la calle
arrojando palabras hacia el cielo
porque él está a mi lado
y no puedo decirle a mi amado aquellas palabras por las que vivo,
porque la luz de gas me baja la marea
y me hace dudar de las mareas
y de mí misma.
Esperanza, compadécete de mí
yo también quiero ver estrellas fugaces
como todos
no creer que están suspirando
que cuando intentan convencerme
de que no es un escenario más
de que estoy a punto de caer en una trampa
yo pienso que hasta los pájaros sueltan sermones
y que aunque él me lama las heridas como los gatos
aunque su risa retumbe en las copas de vino
en mis oídos
en mi mar en calma
porque todavía no sé cómo respiro paciente
aunque juguemos a ser dos gatos que no se pueden dormir
yo no puedo saltar de un quinto como un gato
pero creo que tengo el poder de hacerlo
porque esa es la única vez que me has mirado, esperanza.
Si alguna vez creí en algo
fue en mi valentía para asomarme
no sentir vértigo y caer.
Echo de menos la ropa que llevabas.
La montaña rusa de tus dientes.
Te echo de menos de la misma forma
en la que no te necesité
cuando me dejaste
con una amplia gama de miedos
en el desfiladero que reconducía
hacia tus párpados cosidos
porque no querías ver el destrozo
que habías hecho.
Normal.
Me olvidé de ti al final,
en serio,
conseguí dejar todo cerrado
pero el viento se coló dentro
y me recordó que lo único cierto
de nuestro amor era el silencio.
Por eso escribo a veces.
Estoy sola y escribo.
Escribo porque lo hago totalmente callada
y me recuerda a cuando te enfadabas tanto
que ni siquiera valía la pena temblar.
Mi última palabra si algún día
decido no volver a abrir la puta boca
porque solo dices gilipolleces, niñata,
será que prefiero el alba luminosa,
las flores amarillas,
no forcejear,
caminar por todos los desiertos del mundo
si tengo que hacerlo
por encontrar el orden en ese cuarto,
la silla en pie y no tirada
no una sucesión
de cadáveres que llevan mi nombre
porque según tú soy una puta, una guarra, una tonta
y con el resto me porto de pena pero mejor que contigo
prefiero que mis propios átomos huyan de mí
besar a un avispero
con tal de que las noches no tenga tanta noche
porque me aterra que la lluvia caiga sin mojarme.
Me recuerda a cómo te ibas dando un portazo a otra habitación
porque soy una niñata,
una puta, una guarra, una tonta
y me porto de pena con todo el mundo pero aún más contigo.
No me conformo,
esperanza me debes tanto.
Me debes que el puto universo no sea el cuerpo en descomposición de Dios,
me debes hasta creer en esa puta estupidez de Dios, joder.
Que me has dejado creyendo que la felicidad nunca tendrá ojos marrones,
que la soledad espera que me siente siempre en el borde
porque soy una más de muchas a las que has dejado sola y sin fuerzas para levantarse
y que acaba siendo primer plano en los periódicos.
Escucha,
si aún estoy a tiempo de cambiar de caligrafía
estoy a tiempo de no obsesionarme
porque piensa en otra,
desea a otra,
la otra es mucho mejor que yo,
tiene más tetas,
es más lista,
más guapa,
más graciosa,
¡Silencio!
Ya no me da miedo el silencio.
Ya no me recuerda a ti.
El silencio solo significa que estoy pensando
en cuál va a ser el siguiente paso que voy a dar.
A.
hiciste que me extrajese lo mejor de mí
para tirarlo como si fuese una piedra
contra las casitas en las que jugaba de pequeña.
Esperanza
esperanza
esperanza
partir no siempre es partirse en dos.
Las mujeres a las que nos han fumado tan fuerte
que nos han dejado muchas veces sin sangre
lo entendemos.
Algunas han conseguido
salir de ese antro de mierda
en el que lo más parecido a las ventanas
eran disparos contra la pared.
A otras han tenido que dejarnos
pero ninguna,
ninguna es menos valiente que otra
aunque en ese momento
no hayamos podido revelarnos ante el color de infancia muerta.
Que os quede claro, so capullos
que todas somos supervivientes,
no víctimas.

RetrogradaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora