Cincuenta y ocho.

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1 de Enero 2013...2014 (Necesito acostumbrarme).

Hojas de trabajos viejos que me encontré tiradas por ahí:

Supongo que soy lo suficientemente idiota como para plasmar en aquí y luego pegarlo a mi diario los hechos sucedidos hace un par de horas.

Bueno... La gran noticia que me tiene encerrada en el baño de la cabaña de Lauren (¿Recuerdas que te mencione que ella tenía una cabaña en el lago?) escribiendo a la luz de unas velas y enredada en una toalla es: *redoble de tambor* Ella y yo hicimos el amor. (¿Así se dice?)

Había pasado un tiempo con mi familia festejando el fin de año comiendo botanas y viendo una película con pocas estrellas en Netflix. Estaba a punto de tomar una quinta rebanada de pizza casera cuando mi teléfono sonó.

Dylan me lanzo una mirada. -¿Es ella?

Asentí.

Se metió un puñado de palomitas a la boca y otro me lo lanzo a la cabeza. -Pues contesta.- se burló.

Me levante dispuesta a contestar en otro lado pero Robert me detuvo e hizo señas para que me volviera a sentar en el sofá.

Me lleve el teléfono a la oreja.

-¿Si?

-Tú, yo, cabaña en el lago, toda la noche. Piénsalo.

Quetzalcoatl ayúdame. Me sonroje al instante. Todos lo notaron. -¿Pasas por mi?

-Ya estoy en la puerta.

Colgó.

Me quede en silencio unos instantes.

-¿Saldrás con Lauren?- pregunto Caroline sin despegar la vista de la película.

-Aja.

Dylan sonrió abiertamente.

Robert frunció el ceño.

Caroline se limitó a asentir. -Está bien, pero no vuelvas tarde.- Estaba claro que ella estaba totalmente concentrada en la historia del niño con sida que mi cita con Lolo.

Guarde mi celular y corrí directamente a mi cuarto.

"Vamos Cabello, piensa en algo bonito pero sexy, atrevido pero discreto, sencillo pero glamouroso... ¡A la mierda! Toma lo primero que encuentres."

Me quite la pijama azul de gatitos y me puse rápidamente unos pantalones de chándal grises, un top rojo y una sudadera negra.

Observe mi reflejo en el espejo y me encogí de hombros. No me veo tan mal, ¿o sí?

Baje las escaleras corriendo, me despedí con un movimiento de mano de mi familia y salí por la puerta principal.

-¡No muerdas la almohada! ¡No quiero que mi hermanita sea pasiva!- se escuchó u grito proveniente de Dylan.

Reí.

El clima de esta noche estaba insoportable, me maldije a mí misma al recordar que no traje nada más que una sudadera ligera. Frote mis hombros en busca de calor.

-¿Frio?- pregunto una voz rasposa recargada en una motocicleta.

-Un poco.- respondí.

-Toma.- se quitó la chamarra de cuero que traía puesta y me la tendió.

Su prenda estaba impregnada con su olor. Me frote una manga de esta en la cara. -¿Y eso?- señale la motocicleta.

[Ella.] | Camren au. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora