Capítulo Cuarto

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Apenas el omega fue técnicamente echado del cuarto de la beta, su corazón se hizo mil pedazos. Pensar que su niña había pasado por tantas cosas malas le hería.

¿Por qué las personas más hermosas tienen que sufrir tanto?

Jungkook empezó a unir cabos. Su tristeza, su mal carácter, su necesidad de alejarse de todas las familias. Sólo era una niña asustada necesitada del amor de su hermano, pero a la vez de un alfa fuerte que no se dejara someter por nadie.

Una niña que vio cómo su hermano y su padre se mataron mutuamente, sin pensar en las consecuencias que ésto tendría en la beta, sin importarles en lo más mínimo su salud mental.

Mentira.

Jungkook, recordando lo que la directora del orfanato dijo se puso seriamente a pensar en esa masacre.

El hermano, abusado por el padre. Marcado. Ella trata de defenderlo, de proteger a un alfa que, por su estatus, se supone no debía ser débil, ni sumiso. Falla. Hace enojar al padre. Él le amenaza con un cuchillo. El hermano encuentra un arma....

Ambos se matan.

Pero aquí hay un espacio en blanco. ¿Por qué reaccionar de manera tan violenta? ¿Por qué llegar a la muerte? ¿Por qué SunHee se enteró tan tarde de aquellos tratos de su padre?

No, no. Esa no era la pregunta correcta.

Si su padre era un abusador... ¿Por qué ella no parecía tenerle ningún odio al tacto de otra persona?

SunHee no despreciaba su cuerpo, eso Jeon lo notó en las semanas del papeleo para la adopción. Le gustaba presumir su figura, sus mejillas gorditas, sus brazos libres de cualquier marca.

Pasaba por una chica normal.

Tampoco la directora mencionó abuso a la menor, ni alguna obsesión por el acercamiento de otras personas. Simplemente era lejana para no encariñarse.

SunHee pudo pasar por muchas cosas, pero no una mala noche con su padre. Eso hubiera generado un odio a los alfas, una necesidad de jamás ser vista por mucho tiempo o tocada siquiera de manera accidental.

Pero, ¿por qué?

Porque al hermano en realidad sí le importó lo que le sucediera a la chica.

La vergüenza de crear tantas teorías pintó sus mejillas de rosado. No había estado allí, y tampoco la chica había hablado de ello, así que todo lo que pensara era una vil ofensa al hermano de SunHee.

Pero no podía parar.

Se imaginó el suplicio de aquel joven alfa por tratar de defender a su hermana, el dolor que le debió causar ser consciente que debía sacrificarse a sí mismo y a su progenitor para salvar a la beta.

Al omega le dolió tanto imaginar a ese muchacho sin rostro siendo marcado sin su permiso, siendo tocado, humillado, desvalorizado...

Y sonriente.

Kim Jungkook se puso a llorar cuando imaginó a un chico con una gran sonrisa abrazando a la joven beta, ocultando de ella su sufrimiento, sus lágrimas, sus heridas, su dolor.

Kim quiso viajar en el tiempo, ir corriendo a la casa de su niña y sacar a ambos hermanos de ese maldito lugar.

Estaba seguro que para SunHee todo hubiese sido más fácil teniendo a su hermano junto a ella.

Jungkook secó sus lágrimas rápidamente cuando escuchó la puerta ser abierta y cerrada con fuerza, y frunció su ceño cuando su esposo entró alterado a la casa.

Un Cambio En El DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora