Re_Birthed

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Desde que salió del hospital, Noir no podía evitar encerrarse en sus problemas. No aceptó una licencia por duelo, ya era suficiente con la jodida licencia médica, y se reincorporó al día siguiente de ser dado de alta.

No podía soportar estar inactivo, sólo con su mente, y usaba audífonos con frecuencia si no podía rodearse de gente. Que hablaran con él no era necesario, sólo que hubiera ruido que le impidiera pensar de más.

"No puedo dejar que mi dolor se interponga en mis objetivos" Se repetía desde la primera noche en que estuvo solo nuevamente, y quemó cada foto física de Ichika que pudo encontrar. Eran poquísimas, pero ese arranque lo requería.

"Si debo asesinar únicamente a esa maldita perra, si solamente existo para eso... Entonces esos sueños de volver a ser feliz... mis ilusiones... no me queda más que olvidarlos... olvidarlo todo" Grabaría esas palabras a fuego, para no olvidarlas jamás.

Borró cada foto con ella de su celular también, igualmente las había bajado en su computadora, y escondió la carpeta de la computadora de manera que no tuviera que verla a menos que la buscara por casi tres horas.

"No quiero que quede más que eso... " No moriría hasta terminar con la vida de esa mujer. La karakuri debía morir, si no no sería capaz de morir tranquilo.

Al reincorporarse, él se dió cuenta de que los encuentros con Tsubaki se redujeron a cero. Sin entender nada de todo eso, lo atribuyó a que ya les habían dado la dichosa advertencia que las infiltradas habían prevenido.

Se concentró en investigar, entrenar y en querer venganza contra Dalia. Eso se volvió su vida sin que lo supiera y ni siquiera recordando a Mimi podía evitar sentirse culpable y vacío.

En la base de las Camelias Carmesí, los robots Karakuri estaban casi terminados. Ocurrió que la advertencia estaba planeada para enviarse cuando faltara menos de tres días para el ataque, y justo Flora y Pensamiento estaban revisando el funcionamiento de los robots.

Eran perfectamente capaces de correr y disparar según las órdenes dadas, de moverse tras programarles una serie de opciones para atacar. Tenían una gama muy amplia de trucos y opciones programables, por lo que no dejaría de sorprenderte por lo menos doscientas veces antes de repetir sus movimientos.

Love los admiraba como si fueran sus bebés, manteniéndose al corriente de cada mínimo detalle de su fase final. Decir que Haruka estaba emocionada era poco, pero su corazón tenía mucho más que decir: quería hacer arder todo con Kanata, poner todo lo suyo a volar y obligarlo a ver cómo lo exprimía frente a sus ojos. Quería cobrarle cada gramo de vergüenza que sintió al enterarse de que la trató como una incapacitada ante los jefes que intentaba impresionar.

Toda la humillación y el remordimiento que la hizo sentir por romper la promesa que le hizo a su querida Towa. Todo ese dolor, esa humillación, el remordimiento, el irrespeto a su luto. Cada sentimiento deplorable, cada emoción penosa, la estabilidad mental que le costó haber sido despedida, tenía que devolverle el favor de una manera colosal.

"Te voy a hacer estallar, tomaré lo que más amas y lo estrellaré contra el suelo mientras tu lloras desconsolado como yo lo hice en su momento" Apretó los puños sobre la mesa de hierro, notando como sus ojos se cristalizaban por la ira de los recuerdos.

Odiaba recordar todo eso, y tenía que recuperar la compostura lo más pronto posible. No podía permitir que la vieran llorar. Ni siquiera Love. Tenía que ser fuerte como siempre lo fue.

Al voltear la vista, vió a la chica castaña que dormía en la camilla del laboratorio. Su karakuri. Estaba muy quieta, pero no estaba tranquila en absoluto. Susurraba incoherencias, lloraba y aferraba sus manos a la flor de su cabello, jalando sus mechones con desesperación.

Karakuri BurstDonde viven las historias. Descúbrelo ahora