Capítulo 5

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Despertó alterado, sus latidos estaban acelerados y estaba bañado en sudor. Posó su mano sobre su corazón sintiendo el golpe de cada latido, la opresión en el pecho le impedía respirar con normalidad y solo había un pensamiento en su cabeza y ese era que iba a morir.

Luchó por controlar su respiración, por relajarse, pero nada era eficaz. La opresión aumentó y sin poder soportar un segundo más esa sensación tan cercana a la muerte terminó llamando a gritos a su hermana. Ni su toque en sus hombros ni su cálida voz fueron suficiente para calmar sus latidos, las lágrimas descendían por sus mejillas y el miedo a perder la vida le nublaron en su totalidad.

—Mírame, recuerda los métodos— asintió haciendo su mejor esfuerzo por recordar lo que le habían enseñado en terapia—. Vas a estar bien, ya pasó — susurró con esa voz que solo empleaba con él.

—No quiero morir... — se dejó abrazar con el corazón aún latiéndole a mil.

Pasaron varios minutos antes de que consiguiera calmarse, su hermana se mantuvo abrazándolo hasta que el llanto se detuvo y el ritmo de su respiración se normalizó.

—Lo siento otra vez— susurró.

—No es tu culpa, no te disculpes— quiso negarse sin éxito dado que los párpados le pesaban y apenas estaba consciente cuando su cabeza fue acomodada otra vez en la almohada. Sintió el peso de su hermana cuando se recostó a su lado y lo último que vio antes de dormirse fue su brazo aferrándose a ella.

Para cuando volvió a despertar su hermana ya se había ido, sintió un leve dolor de cabeza y sin ánimo abandonó su cama.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que tuvo un ataque de pánico en la noche y no le alegraba que volvieran. Una mano se movió hasta su pecho, ahí donde su corazón ahora latía con calma, como si sólo horas atrás no hubiese estado al borde de salirse.

Salió del cuarto y sus fosas nasales fueron inundadas de inmediato con el aroma característico de la comida de su hermana mayor, a pasos lentos se dirigió hasta la cocina y la vio ahí cocinando con esa destreza propia de ella.

Lo sintió apenas se sentó sobre el taburete y sus ojos se posaron sobre él con una clara pregunta, Felix movió sus labios articulando una frase simple "estoy bien" y se quedó a mirarla mientras cocinaba.

El cabello de ella era castaño igual que el suyo si no hubiese decidido que el rubio era un color que se le vería mejor en uno de sus ataques de rebeldía, también al igual que él compartían las pecas en las mejillas y la nariz, lo demás era diferente, su hermana heredó la forma de la nariz y los labios de su padre, Felix en cambio heredó esos rasgos de su madre.

A diferencia suya ella no sufría de ninguna enfermedad ya sea física o mental pese a que ambos habían vivido lo mismo en casa con sus padres, más de una vez se preguntó a qué se debía la diferencia, por qué solo él había sido afectado de tal manera por lo ocurrido y no ella. Al final su terapeuta le explicó un poco de qué iba el asunto y recordando bien las cosas en realidad su hermana no pasaba tanto tiempo en casa como él.

—¿Cómo te sientes? — preguntó dejando frente a él un plato con panqueques y varias frutas alrededor.

—Mejor— murmuró mirando con interés los panqueques, la única vez que intentó cocinar panqueques fue un desastre total y desde ahí no volvió a ponerse a prueba—. ¿Aún tenemos miel?

—Tenemos miel— afirmó abriendo la nevera y dejó la bendita miel frente a él.

—¿Estás a final de semestre, cierto? — inquirió su hermana, Felix asintió con la boca llena olvidándose por completo del dolor de cabeza—. ¿Crees que eso tenga algo que ver con lo que pasó anoche? — Lo pensó unos segundos y al final asintió—. Necesitas relajarte Lix.

Anxiety - |Hyunlix|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora