Pocas eran las veces en las que podía hablar con su madre, y Kagami no pretendía preocuparla o incomodarla con una enfermedad que podía sanarse al instante con la cirugía.
Así que, después de buscar y buscar desesperadamente un momento libre en su agenda, dos semanas después de haberse enterado que no tenía nada más y nada menos que la legendaria enfermedad Hanahaki, la joven Tsurugi decidió mentir.
Para Tomoe, su hija debería estar en ese momento, en clases de esgrima. Y para Adrien, su amiga estaba en otro compromiso con su madre.
Se encargó de que Tatsu — su automóvil inteligente — la haya dejado en la puerta del Françoise Dupont, para después encaminarse hacia el hospital central de París, La Pitié–Salpêtrière.
Y ahora estaba en aquel hospital, sentada en la sala de espera y tratando de no arrepentirse de su decisión.
Sabía que era lo correcto, eso estaba más que claro, pero le daba algo de nervios y hasta algo de miedo saber que le iban a extraer flores de su corazón y pulmones.
¿Y si algo salía mal en su corazón? ¿O qué tal si no podían extraerlo todo?
Vaya, tal vez sí se le pegó un poco la inseguridad de Marinette después de todo.
Sacudió la cabeza repitiéndose a sí misma que tenía que hacerlo, era por su bien.
—¿Kagami?—su voz sonó levemente ronca.
La nombrada levantó su rostro con rapidez ante esa conocida voz, y por un segundo agradeció que él también estuviese ahí, no sabía el motivo, aunque empezaba a imaginárselo. Ella también tenía la voz ronca debido a las heridas en la tráquea.
—¿Couffaine?—preguntó en un susurro, no quería forzarse a hablar.—¿Qué haces aquí?
—Es la misma pregunta que iba a hacerte.—se encogió de hombros, sentándose a su lado.
Se quedaron en silencio un momento, sintiendo tristeza por el otro ya que casi estaban seguros de lo que pasaba, pero sintiéndose muy agradecidos en el fondo por no estar pasando todo este lío de amores completamente solos.
Ambos habían separado una cita con el doctor respectivo a la cirugía, para que antes de ésta, puedan hacerles los análisis requeridos.
Claro que no tenían ni la más mínima idea de que el otro esté pasando por lo mismo, aunque tal vez era algo que se veía venir.
—Tú sabes más sobre esto, ¿no es así?— preguntó el chico.—Ya sabes, Hanahaki.
—¿Por qué debería saber más?
—Porque eres japonesa, o al menos eso escuché. Y esa enfermedad es toda una leyenda por allá...—vio como la azabache lo miraba con los ojos entrecerrados y sudó frío, levantando los brazos. —¿Q-Qué? ¿No lo eres? Pensé que sí, o bueno, así me dijeron...
—Sí lo soy.—suspiró, restándole importancia.—Pero sinceramente nunca me importaron ese tipo de cosas, las tomaba como algo ridículo. —empezó a sonreír con sarcasmo.—Y mírame, aquí estoy.
—Aquí estamos.—la corrigió, sonriéndole y tratando de reconfortarla. —Aunque yo no soy japonés y no sé tanto de esto.—quiso bromear, ganándose una leve sonrisa de la chica—. Estamos juntos y lo superaremos juntos.
Quería llevarle la contra, tal vez era algo genético el ser competitiva, pero él se mostraba tan sincero y triste como ella, que no pudo hacerlo. Además, el chico del barco tenía razón, le guste o no estaban juntos en eso.
—Está bien.—aceptó ella.—Pero solo te dejo acompañarme porque no quiero estar sola, ¿entendiste, marinero?—lo apuntó con su dedo índice.
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🥀 Hanahaki 🥀 \Two-Shot AU\
Historia Corta|| Enfermedad de Hanahaki || Lo causa un amor no correspondido, dicha enfermedad consiste en que tus pulmones y corazón se llenen de flores, haciendo que empieces a vomitarlas y sientas un dolor casi insoportable en el pecho y te lastimes la tráquea...