Remembranzas de un doloroso pasado

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Los rayos de sol se colaron por una pequeña rendija en la cortina, Kuan sentía el brazo totalmente dormido, el rostro de Yibo aún resguarda sobre su piel los vestigios de un llanto incesante, su nariz aún se veía ligeramente enrojecida, y sus labios contrastaban sobre su piel blanca y pálida, le contempló durante un par de minutos, antes de obligarse así mismo a salir de aquél fuerte que los había protegido del frío y de la tormenta de emociones en la noche anterior. Kuan no quería apartarse, pero fue la erección matutina lo que le obligó a salir de ahí, se descubrió así mismo cálido abrazando a Yibo por la espalda, y no es que sintiera pudor, no quería incomodarle en lo absoluto, hacía años que no le sucedía eso por las mañanas

Con cuidado apartó su cabeza y la dejó descansar sobre la suavidad de una almohada, extendió su brazo hacia la lámpara y la apagó, salió del refugio para ir a darse una ducha; aún tenía cosas que ultimar, y objetos que arreglar en casa, necesitaba arreglar la papelería para tramitar su traslado hacia la universidad de la ciudad y si quería hacerlo a tiempo, tenía que darse prisa; Kuan alzó los brazos para estirar sus articulaciones, dedicó una última mirada, y recordó que lo que tenía entre las piernas era sumamente visible, así que se dirigió al baño a darse una ducha.

Una vez en la intimidad de la habitación, Kuan se desnudó colocando la ropa que antes llevaba puesta sobre la orilla de la cama, caminó descalzo sobre la duela de madera sintiéndola polvosa, fue así que pudo percatarse de la falta de limpieza en ese lugar, sin tomar más importancia y con la incomodidad de la tierra pegada en la planta de sus pies, Kuan se encerró en el cuarto de baño para tomar una ducha, la parte de su anatomía más íntima seguía erguida y llevando su mano hacia ella la rodeó entre sus largos dedos y se dio alivio así mismo mientras apoyaba la palma de su mano libre extendida sobre la baldosa.

El agua caía libre sobre su cabeza, sus ojos se mantuvieron cerrados, imágenes de mujeres cediendo ante él fue la imagen mental que tuvo, posteriormente... el escenario cambió y fue Yibo a quién imaginó recostado entre sábanas con tramos de su piel desnuda expuesta para él, Kuan abrió los labios y emitió un jadeo, los dedos de su mano izquierda se enroscaron sobre la baldosa intentando suprimir toda esa oleada de placer que obtuvo de aquella imagen onírica de su mente, Kuan eyaculó salpicando los azulejos, su cuerpo se estremeció ligeramente, y sus labios se cerraron con fuerza, poco a poco , el agua lavó los rastros de su semen y Kuan liberó su masculinidad para ver como su glande aún tenía algunos rastros de su gusto culposo de lo que acababa de hacer.

Terminó de asearse los siguientes minutos y con la mente más clara y fresca salió del cuarto de baño para vestirse, y preparar el desayuno.

Flash back

«¡Te he dicho que eres un idiota!, ¡DAME DE COMER!»

Sólo tenía once años, solo once años, y hace tres que el humor de su madre se había apagado hasta volverse pesado hasta hastiar, los deberes y cada una de las obligaciones que antes recaía sobre los hombros de su madre, ahora caían sobre los pequeños hombros de Kuan, cada vez se levantaba menos de la cama, lo sabía, sabía que su mamá se iba, se le extinguía la vida en cada exhalación.

—Té de jengibre para las náuseas, se endulza con un poco de miel, té de jengibre las náuseas... se endulza con un poco de miel... de abeja— Se repitió así mismo mientras observaba el hervor de la olla salir a través de una pequeña abertura en la tapa de peltre; Kuan sirvió un cuenco de arroz, y sopa de wontons intentando se generoso con el estómago de su madre, lo colocó sobre una charola y caminó despacio había el interior de una habitación, una habitación sin luz, sin vida, muerta, oscura, fría y apagada que despedía solo aroma a hospital, alcohol y medicina, que contenía a su madre postrada sobre una cama.

DistopíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora