El otro: Yo iba a la cafetería, no a ver Sálvame

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Llegué a la cafetería mucho antes de lo normal, porque ese día el profesor de la tarde había cogido una pneumonía por correr en gallumbos para celebrar que se casaba, y como no tenía sentido que estuviéramos dos horas en el instituto haciendo nada, nos mandaron a casa.

La estampida que hubo a la salida os dará una pista de como nos gusta la filosofía. Recuerdo ver volar un zapato rojo y unas gafas dentro de un estuche transparente golpeándome en el hombro.

Hablando de eso, mejor me llevo los apuntes del examen de la próxima semana, y mientras me tomo algo aprovecho para estudiar.

No me encuentro a la chica que todos los lunes se sienta en la mesa de la ventana, o sea que es realmente temprano. Empiezo a reescribir los apuntes, una actividad que me va muy bien para estudiar mientras me termino el último trozo de tarta.

Al cabo de un rato (Como diez canciones más tarde), llega la chica de la ventana con una cara de mala leche contenida que me asusta hasta a mí. Se para a hacer algo en el móvil y sigue hasta "su mesa" que, ¡sorpresa!, vuelve a estar ocupada por el chico de la semana pasada y una chica que me suena mucho. ¿Puede ser que sea la novia de mi prima, Sabrina? Yo diría que sí. Desde aquí no llego a oír lo que dicen, pero entonces el par se pone a discutir y ella se pone a leer. Muy típico en ella... Me parece que hasta la gente de la calle los oye, porque algunos se dedican a mirar a través del cristal. Al cabo de unos minutos, ella se cansa de parloteos y les da en la cara a ambos con un móvil que está cubierto de ¿Tarta? Ni siquiera preguntaré sobre eso.

Esta vez, ella se incorpora a la discusión y después de meses de verla todas las semanas, sé su nombre. Maia. En realidad tiene cara de Laura o Anna, creo yo.

Alguien en las mesas más alejadas aplaude por un comentario de ese trío y pronto toda la sala le sigue, haciendo que ella aprecie al público y haga una graciosa reverencia. Le falta quitarse la chistera que no lleva y que se cierre el telón a su alrededor.

La verdad es que Maia es una chica muy mona. Su pelo pelirrojo (que cuenta con un par de mechas azules que hacen un contraste muy bestia) muchas veces está recogido en trenzas, coletas y peinados que yo no podría soñar con hacer, pero que en ella quedan naturales, cómodos y sencillos. Al contrario que muchos pelirrojos, tiene los enormes ojos de un color grisáceo y no verde. No tiene pecas, pero sí algunos lunares dispersos por toda la cara. No es muy bajita, pero como tiene mala leche (lo ha demostrado, y no sólo hoy) parece una de esas chicas que en vez de darte cachetada te golpean con un puño americano.

Cuando el follón ha pasado, la pareja se ha marchado  y ella se ha terminado el chocolate reúno el valor para acercarme a su mesa. Ha abierto un bloc de dibujo por una página que está repleta de citas en diferentes tipos de letra en inglés y en catalán y dibujos tan variopintos que van desde retratos de gente variada y personajes de ficción a un clarinete plateado. Entre sus dedos, veo que está bosquejando el edificio que se ve des del escaparate (nunca he sabido qué función tenia ese edificio, la verdad) con las luces que se acaban de encender hace apenas un rato. Me quedo muy ensimismado mirando como su mano se mueve rápida y con precisión sobre la superfície de papel.

—Te gusta? Llevas mirando ahí de pie como cinco minutos.— Parece que se ha relajado, pues ya no tiene en la cara ese rictus de odio hacia todo.

— Bueno... Es que dibujas muy bien, pero eso ya debes saberlo— Acabo de sentirme como un tonto, soltando cosas obvias sin saber qué decir—. ¿Puedo sentarme?

—Eh... Claro, pero recoge tus cosas, que te las van a robar— Sonríe y me examina de arriba abajo. Presta especial atención al arito de mi labio y lo mira con interés. Sonrío de lado y ella vuelve a centrarse en su dibujo para definir la forma de las ventanas a la luz de las farolas. 

Cuando vuelvo a su lado, sigue dibujando, esta vez repasa el tejado y le hace las sombras propicias al conjunto.

— Y bueno... A parte de dibujar y leer, ¿qué te gusta hacer?

— Ay, no... Ya tengo otro vigilante que me espía... ¿Cómo sabes que me gusta leer? Y no me digas que porqué sé que te atizo con la silla.

—Ja ja, muy graciosa. En realidad, estás aquí todos los lunes por la tarde, eres parte del paisaje. Pero también lo haces porqué sabes, ¿no?— Levanta una ceja y empieza a coger la silla de su izquierda, pero la paro con la mano—. Si te digo que te pareces a Clary, ¿dejas esa silla en su sitio?

—Supongo que ahora esperas que te diga que te pareces a Jace. También debes tener moto, ¿no? Tienes cara de tener moto. — Hace una mueca de disgusto enorme, a lo que le digo:

—¿Te asusta ir en moto?— Sé que está mal burlarme, pero me lo ha puesto a huevo

—Me asusta lo que le puede pasaar a tu moto si me la acercas más de lo necesario.— Su cara ahora me dice que no hace broma. Al parecer, el mal humor no desaparece por arte de magia...

— Pero si algun dia quieres ir a algun sitio sin la moto, por mí bien, como a pasear por las calles, ir al cine o cualquier chorrada que os guste a las chicas.

— ¡Pero qué te crees! ¿Porque sea una chica me tienen que gustar esas cosas? Me apuesto algo a que no aguantas un "hacer algo" conmigo — . Sí sí, todo lo que quieras pero tenemos una cita, cariño.

— Te demuestro cuando quieras que la aguanto y salgo de rositas.

— Ah sí? ¿Aguantarías dos horas mínimo de concierto de Maroon 5 en Barcelona el 14 de junio?Tengo tres entradas, y quería vender dos, pero si me llevas (Incluso me subo a la moto para que veas que no les tengo miedo), una de ellas es tuya y vendo la otra.

— ¿Porqué tenías tres entradas?

— Porque en teoría mis padres venían conmigo. Compramos las entradas el mayo pasado, pero ya le han dado los horarios del hospital a mamá y no puede traerme, porque tiene guardia esa tarde.

— ¿Qué hay de tu padre?

— No me hagas hablar de eso, por favor—.En un momento, su mirada se rompe en mil pedazos, se le humedecen los ojos, y desearía no haber preguntado nunca. 

— Eh... Vale, lo siento, no te pongas a llorar... Nunca sé que hacer cuando alguien llora y termino contando siempre el mismo chiste malo. Además, podemos hacer cosas antes del concierto.

— Claro, pero ahora se ha hecho tarde, tengo que irme—. Dice recogiendo sus cosas. — Ya hablaremos, este...

— Aiden.

— Eso, Aiden. Nos vemos el lunes.

— ¡Pero ni siquiera tienes mi número!

— Tengo contactos— . Esboza una sonrisa de lado, un poco forzada— . ¡Nos vemos el lunes!

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Como dice Green Day, camino solo cuando la ciudad duerme, por  la calle de los sueños rotos. La he cagado con Maia esta tarde. Seguro que ahora no quiere volver a hablarme, ni acercarse a mí. esto me pasa por meterme donde no me llaman, pienso.

Número desconocido a las 22:31:  Te dije que tenía contactos...

Yo a las 22:31: Acabas de añadir otro más

Número desconocido a las 22:31: No hagas que me arrepienta...

Guardo el número como Maia, vagando por las calles que me llevan a casa, más feliz que cuando dejé atrás la plaza. Las luces parecen más brillantes, y la vida, más bonita. Ah, espera, no, es que la farola alumbraba demasiado, pero aún así...

Me siento bien. No la cagué del todo...

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N/A: Como podéis ver, mis personajes son bastante expressivos, y no me gustaría que alguien se ofendiera por el lenguaje que usan. Es que nadie les ha enseñado a maldecir con estilo, ni modales, lo siento.

¿Por qué creéis que Maia no quiere hablar de su padre?

¿Os gusta el nuevo punto de vista de Aiden?

¿Tenéis alguna duda?¡ Aquí las respondo!

¿Qué tendrán las cafeterías?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora