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Madrid

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Madrid

                

—¡Maldición!

Sin exaltarme aparto la mirada de mi cámara para dar una ojeada al hombre sentado a mi lado; a un par de asientos, solo notando sus tenis negros y pantalones jeans.

Una ristra de palabras mal sonantes abandonan su boca como una cascada y debo morderme el labio para no reír, pero no puedo evitar resoplar con diversión cuando alzo la cabeza y veo la expresión de total desagrado de la elegante señora frente a mí junto a su hijo.

Tu devrais surveiller ton vocabulaire, salaud! —chilla, toma la mano de su hijo y se aleja casi corriendo.

Suelto una risita escuchando al desconocido bufar con frustración, volteo para mirarlo y él frota su rostro con desesperación, me siento muy mal por reírme de la situación por lo que cubro mi sonrisa con mi mano.

—Lo siento —murmura él; casi para sí mismo, estoy dispuesta a volver a enfocarme en mi cámara cuando el desconocido alza su cabeza y sacude sus manos mirándome—, lo siento, de verdad.

—Está bien, no hay problema —murmuro, las palabras saliendo con el leve acento francés—, no hiciste nada malo.

—La elegante señora parecía muy afectada —él rueda los ojos señalando con la cabeza hacia donde se fue la mujer con su hijo—, creo que pensó que iba a corromper a su hijo.

—Es un adolescente —sonrío encogiéndome de hombros—, probablemente es lo mejor que le ha pasado en toda la semana.

Su leve risa es tragada por el bullicio a nuestro alrededor, las personas corriendo de un lado a otro arrastrando su equipaje, sus pies chasqueando en el suelo mientras se apresuran para tomar sus vuelos.

—Creo que exageras —él sacude la cabeza de un lado a otro, pasando las manos por su cabello.

—Te aseguro que está chateando con sus amigos sobre lo que pasó y como le gustaría ser tu cuando sea grande —me burlo haciendo que el desconocido ría—, te convertiste en su modelo a seguir, eso es algo serio.

—Nunca me sentí tan halagado —dramatiza poniendo una mano en su pecho haciéndome sonreír—, soy Christopher, Chris.

—Madrid —me presento extendiendo mi mano, la cual él toma con una sonrisa extrañada.

—Es un nombre inusual —Chris frunce el ceño y yo me encojo de hombros.

Vuelvo la mirada a mi cámara, pasando las fotografías que he tomado a lo largo de la mañana, personas despidiéndose frente a las puertas de abordaje, abrazos sinceros y lágrimas verdaderas, intentando distraerme antes de ceder a mi curiosidad.

—Puedo preguntarte; si no es muy entrometido de mi parte —digo con rapidez—, ¿tú cantas groserías por placer o... algo va mal?

Chris ríe ante mi frase y no puedo evitar mi sonrisa al escucharlo, él golpetea su teléfono contra su rodilla y rueda los ojos.

—El día está siendo un asco —farfulla entre dientes.

—Apenas son las ocho de la mañana —frunzo el ceño confundida y él se encoje de hombros.

—Y un día puede volverse un asco para entonces —asegura—. Perdí mi vuelo pero mi equipaje si alcanzó a irse, así que debo esperar al próximo vuelo, que lamentablemente es pasada la medianoche.

—Pues sí que está siendo un asco —río burlona y él se encoje de hombros con una sonrisa un tanto patética—, ¿y que harás mientras esperas?

—Encontraré un buen asiento e intentaré no agotar la batería de mi teléfono —murmura derrotado.

—Es una broma, ¿cierto? —él niega completamente serio y mi boca se abre en total asombro—, tú no eres francés, eso es fácil de notar, así que asumo que solo estás de paso.

—Buena deducción —sonríe, se cruza de brazos reclinándose en el asiento.

—¡Entonces no puedes hacer eso! —digo con obviedad.

—¿Hacer qué? —pregunta confundido, frunciendo el ceño.

—Sentarte y dejar que pasen las horas sin hacer nada —golpeo mis manos contra mis muslos y subo una de mis piernas en mi asiento para tirarme mejor hacia él—, cuando tienes una ciudad hermosa ahí fuera esperando por ti.

—Paso de la Torre Eiffel —niega con una sonrisa y sin evitarlo de mi boca sale un sonido indignado.

—París no es solo la Torre Eiffel —defiendo haciéndolo reír—, ¿sabes qué? No voy a permitir que pases todo un día con el trasero aplastado en una banca mientras mancillas el honor de París.

—¿Seré obligado a un tour por la ciudad del amor? —su voz suena burlona y me siento preparada para hacerlo tragarse sus palabras.

—Dame este día, pasearemos por la ciudad y antes de la medianoche estarás de regreso aquí totalmente enamorado de París y te tragaras todo tu desinterés —le extiendo mi mano y lo veo dudar, mirándome con una sonrisa de burla—, vas a arrepentirte si no aceptas.

—¿Ah sí? —alza una ceja como si no me creyera en absoluto.

—Tenlo por seguro, pasarás todo el día odiándote por no haber aceptado —aseguro con una sonrisa orgullosa—, y yo no muerdo así que te prometo que estarás a salvo.

—¿Me prometes que estaré de regreso antes de la medianoche? —pregunta aún con una ceja alzada.

—Completamente, estarás subiendo a tu avión antes de la medianoche totalmente sano y salvo —miro mi mano aún extendida y él hace una mueca, aún dudando.

—No pasearé en una bicicleta con baguettes en la cesta —murmura haciéndome sonreír.

—Lo prometo —aseguro asintiendo—, nada de bicicletas, ni baguettes.

Lo miro alzando mis cejas y él sonríe haciendo una mueca, observa mi mano extendida unos segundos antes de suspirar con fuerza y darme su mano, sellando el trato.

                

¿Qué les pareció el primer capítulo?

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¿Qué les pareció el primer capítulo?

¡Espero que estén listos para irse de viaje a Paris!

De verdad me emociona mucho que por fin puedan leer la historia y estoy ansiosa por leer sus opiniones.

                

Lou Evans

           

Publicado: 14/02/2021

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