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Chris

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Chris

           

Han pasado cinco meses, casi seis, desde esa despedida en el aeropuerto.

No volví.

Ni siquiera sé si ella esperaba que lo hiciera, ni siquiera yo sé si esperaba que ella lo hiciera.

En ese momento lo deseaba, que me detuviera y me pidiera que me quedara, aunque sea un día más, pero ella no lo hizo.

Y aunque yo quería gritarle que me pidiera que me quedara, no lo hice.

Todo quedó en una bonita y corta historia, ¿de amor?, tal vez lo es, un amor de un día.

Aunque aún puedo sentir sus labios cálidos sobre los míos, la brisa golpeando mi mejilla y revoloteando en mi cabello, sus manos tiernas cuando dejamos caer el arete a las profundas aguas del río.

Es como si mi tacto se hubiese aferrado a cada milímetro de ella y lo repitiera incesantemente, martilleando mis sentidos para que toda ella estuviese marcada a lo largo de mi piel, arrastrándose bajo mi piel y enroscándose en mis músculos.

Hablé con Scott al respecto, cuando tuve que contestar sus infinitas preguntas, ambos llegamos a la misma conclusión.

Puedes amar a alguien por años y luego odiarlo, o amar intensamente durante toda tu vida, o al menos, amar intensamente por un día, habrás amado de igual modo.

Y eso es mejor que no haber amado en absoluto.

No negaré que pensé en volver y buscarla por todo el aeropuerto, incluso visitar todos los lugares a donde fuimos esperando verla, pero no lo hice, ¿tomé una decisión cobarde? o tal vez fue la mejor, quizás bajo las luces de Paris todo tenía sentido y me sentía bien, pero también está la posibilidad de que bajo la luz inclemente del sol todo se derretiría entre mis dedos, el recuerdo de aquel día desvaneciéndose.

Aunque, técnicamente, había estado con ella desde las primeras horas de la mañana.

Es posible que solo estuviésemos destinados a ese momento, esos momentos, y del mismo modo fugaz, desapareciera.

Un amor que te enseña que puedes amar, y se va, flotando lejos de ti para que puedas amar a alguien sin miedos, aunque sea doloroso decir adiós.

Después de todo, amar a alguien es aceptar que el esfuerzo de amarlo, vale el dolor de perderlo.

Así que el recuerdo de ese día en Paris se mantiene fresco en mi mente, guardado en una caja en mi memoria, una historia que podré contarle a mis hijos, para que también se arriesguen, para que amen a alguien libremente, y lo dejen ir si deben hacerlo.

Aunque, aún no sé cómo podré hacerlo, explicárselo a Scott fue terriblemente complicado, puesto que sentía que las palabras no le hacían justicia a lo que realmente sucedió ese día, siento que las palabras son muy cortas, sencillas e insulsas.

𝓜𝓪𝓭𝓻𝓲𝓭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora